Habían transcurrido dos días, ¡dos días y no había pasado nada aún!... nada extraño.
No es que quisiese exponer mi vida de nuevo, pero para que mis familiares pudieran creerme requeriría de evidencia física, algo que puedan ver con sus propios ojos, cosa con la que no cuento.A partir de aquél día en que le conté todo a Owen en el café viajo con una navaja que le robé secretamente a mi padre, por si acaso.
Aunque sé perfectamente que esos seres viven en el océano y no en la tierra tomo mis precauciones, no volveré a verlos jamás si no voy al mar, no podré tener mi evidencia nunca. Pero juré no acercarme al océano por el resto de mi vida. Supongo que a este paso nunca tendré la credibilidad que tanto anhelo de mi familia aunque aún no les haya contado lo sucedido....
Ahora mismo quedé con Owen de vernos, así que me dirijo para allá. Al entrar al lugar un exquisito aroma a pizza invade mis fosas nasales y los sonidos de las ruidosas máquinas de juegos golpean mi sentido auditivo.
Niños corriendo de un lado a otro, algunos contando sus tickets ganados en las máquinas para canjearlos por premios. Adolescentes hablando y riendo. Pizzas saliendo del horno. Un lugar que me encanta visitar. Hace mucho tempo, precisamente desde el verano pasado, que no ponía un pie en este lugar, siempre suelo venir con Owen.
— ¡GRACE! ¡POR AQUÍ! —gritó ésta sentada, apartando una mesa.
— ¡Hola! —la saludé con un gran sonrisa. Estar en este lugar a parte de abrirme el apetito cambió mi humor, para bien.
Desde la mañana no he estado del mejor humor de todos, a decir verdad, todo lo contrario.
Flashback:
— ¡Mamá! ¿Dónde está el libro que he estado leyendo? —le pregunté algo molesta, después de todo ya había buscado donde lo dejé y por los posibles lugares donde podría estar.
— ¿Por qué me preguntas a mí? Son tus cosas —contestó extrañada y antes de que pudiera decirle que posiblemente ella lo movió de lugar me interrumpió como si hubiera leído mis pensamientos. — Y no, yo no lo moví de lugar. —dijo ahora molesta.
— Papá ¿tu lo has visto?
— No. —contestó, negando con la cabeza. — ¿No se te habrá olvidado en el barco?
— ¡No papá! ¡Eso sucedió hace días! —le contesté más irritada. Trataba de no perder el temperamento.
En eso se escuchan risillas de mis primos, provenientes de la sala.
— ¿¡De qué se ríen!? —espeté furiosa, era uno de mis libros favoritos, de verdad quería saber donde se encontraba. — ¡Ustedes lo tienen! ¿No es cierto? —me imaginé, debí suponerlo. — ¡DEVUÉLVANMELO! —dije roja de lo enojada que estaba.
Ray reía a carcajadas observando la escena.
No aguanté más. Se estaban burlando de mi y odiaba que lo hicieran, ¿quién no odia que se burlen de uno? Desesperada caminé amenazadoramente hacia mi primo dando enormes y firmes zancadas.Tomé la camiseta de Ray estrujándola en mi puño fuertemente, tratando de levantar a mi primo un poco del sofá en el que se encontraba sentado.
— ¡DEVUÉLVEMELO! —le grité.
Todos se pusieron serios repentinamente un silencio sepulcral dominó la sala. Creo que tal vez los asusté un poco. Ray había dejado de reír y ahora se encontraba más serio que nunca.
Apretó la mandíbula. — Devuélvanselo ya. —dijo, al mismo tiempo en que apartaba mi mano de su camiseta de una palmada pero sin lastimarme.
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S U M E R G I D A
Teen Fiction¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...