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NARRADOR OMNISCIENTE:

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NARRADOR OMNISCIENTE:

El fresco y agradable viento en la playa alborotaba los cabellos de Amy. Debía de tener cuidado de no acercarse demasiado al agua, de ser así se transformaría y una escena se armaría aquí.

La chica sonrió ante tal pensamiento y salió de la zona arenosa de la playa, sacudiéndose la planta de los pies antes de ponerse nuevamente sus zapatos.

Aquella boba sonrisa no se le borraba del rostro. El sólo recordar cuando besó a aquel chico, en el centro comercial, agarrándolo desprevenido, le hacía sentir un extraño revoloteo en el estómago.

«Quiero verlo.» pensaba, ansiosa. Amy anhelaba volver a encontrárselo, es por eso que últimamente salía a las calles de Santa Monica con regularidad.

La joven caminaba frente a diversos locales, prestando atención más bien a la gente a su alrededor —en busca de él— que a los mismos souvenirs.

La chica, un tanto cansada de tanto caminar entró a un restaurante de la avenida. Tenía mucha hambre, y es que desde que tuve aquel encuentro con Nick no había sido capaz de comer ni de ingerir un bocado. Nada le apetecía. 

Estar pensando todo el día en aquel joven de semblante serio y rudo, junto a aquellos ojos tan penetrantes, le robaba el aliento, y hasta tiempo en sus pensamientos. 

Tomó asiento en una pequeña mesa cerca de la ventana. En el centro habían algunos condimentos, un florero y un panfleto. Amy colgó su bolso en el perchero al lado de su asiento y esperó a que viniera alguien a atenderla. 

No tenía ni idea de qué daban de comer en éste lugar, pero el tan sólo ver a una niña en la mesa de al lado, tomando un vaso de fresca limonada, pudo deducir rápidamente que eso sería lo que tomaría. 

Un mesero se acercó a ella al poco rato y le extendió un menú. Amy se concentró en leer éste con detenimiento, y al final decidió ordenar un platillo de espagueti a la boloñesa. 

El mesero tomó su orden, tomando el menú antes de retirarse.

No es cierto —susurró Amy, viendo fijamente el rostro del joven. Éste hizo como si no supiera de quien se trataba y se retiró rápidamente a la cocina para dar instrucciones del pedido. 

La chica se quedó pasmada en su asiento, con la mirada perdida en una mancha vieja del mantel sobre la mesa. 

De verdad lo había encontrado. ¡Trabaja aquí! Pero ese no era el punto, lo que la descolocó fue ver el rostro magullado e hinchado del joven. 

«¿Qué es lo que le pudo haber pasado?» se preguntaba Amy, mientras inconscientemente se mordía las uñas. 

Nick, trabajaba como lavaplatos y en ocasiones como mesero de medio tiempo en el restaurante italiano La Signora in Rosso. El chico tenía una vida dura y sólo bastaba decir las palabras "padre violento y alcohólico, y madre infiel a su marido" para saber las razones o sus derivados. 

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