.。.:*☆ 38 - Parte 3 ☆*:.。.

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NARRA OWEN:

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NARRA OWEN:

¡Toda la tarde fue... simplemente una locura! ¡Jamás en mi vida creí que siquiera llegaría a ver un tiburón blanco! ¡Y ésta tarde no sólo tuve la oportunidad de acariciar a uno, sino que nadé junto a uno, lo tomé de su primera grande aleta dorsal y dejé que me llevara, junto a Mako, Jess y Wells! 

Tuve mucho miedo al principio, debo de admitir, ¡estaba horrorizada! Pero Wells tenía razón. Los tiburones son animales maravillosos, y nos tienen más miedo a los humanos que nosotros a ellos. 

El alto me contó luego que se trataba de un tiburón blanco hembra que estaba embarazada, por eso su tamaño exorbitante. 

Se pasó tan rápido el día. 

Cuando menos lo pensé el cielo estaba oscuro, pero al mismo tiempo muy brillante, gracias a las miles de estrellas iluminándolo. 

Flotábamos en el quieto yate de Mako, encendiendo una chimenea portátil para asar malvaviscos. El castaño fue por cervezas a la leyera, y aunque no pudiera beber, éste me convenció de tomar sólo una.

Después de molestar al tiburón un buen rato decidimos dejarla ir. Fue una experiencia inolvidable. 

—¿Rico? —preguntó Wells, esperando mi aprobación al mismo tiempo en que me observaba comer el malvavisco quemado. 

¡Mmmh! —emití con la boca llena, asintiendo con la cabeza.      

—Genial —sonrió complacido.     

Mako y Jess comían malvaviscos frente a nosotros, resguardándose del frío. Wells había puesto música, haciendo del momento algo más agradable. 

Después de un momento decidimos contar historias y leyendas de terror. En vez de asustarme fue algo gracioso ver cómo Mako se esforzaba por atemorizar a Jess, pero ésta ni se inmutaba ante lo que relataba.

La marea apacigua creaba pequeñas olas que chocaban contra el barco, provocando un sonido relajante. 

No hacía mucho frío, sin embargo vaho salía de nuestras bocas. 

Nos encontrábamos en el exterior del yate, con el fuego de la chimenea casi extinguiéndose. 

—¡Estoy tan feliz! —chillé luego de unos minutos, estirándome sobre mi lugar y poniéndome de pie. 

Los tres se me quedaron viendo, extrañados. 

—¿Por qué dices eso tan de repente? —inquirió Mako —. ¿Te emborrachaste ya? ¿Con tan sólo una cerveza?   

S U M E R G I D A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora