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NARRA OWEN:

¿Había escuchado bien? ¿Ethan me iba a ayudar a escapar? ¿Por qué haría eso? ¿Es una trampa? No lo sé, no... no puede ser una trampa, no le encuentro la lógica a todo esto.

—Rápido, antes de que cambie de parecer —murmuró, sacando de su bolsillo del pantalón una llave para liberarme de las esposas.

Éstas se deslizaron por el tubo cayendo al suelo inmediatamente que me libró el pelinegro de ellas. Me masajeé la zona de mi muñeca y miré a Ethan insegura.

—No preguntes nada, solo... cállate y sígueme —se encaminó a la puerta viendo de reojo como le seguía por detrás aún confundida por su extraño comportamiento.

Observé como cerraba la puerta con llave, «como distracción si alguien más llega a bajar» pensé. Empezamos a subir las escaleras hasta llegar a la primera planta. Desde aquí se podía escuchar el ruido del televisor y las voces de los chicos hablando eufóricos. Al parecer estaban entretenidos viendo luchas de boxeo.

Estudié el lugar con detenimiento, pues no pude hacerlo cuando me trajeron inconsciente. Era una casa normal, no tan espaciosa pero parecía tener lo básico para una pareja o alguien soltero. 

Nos encontrábamos en una clase de estancia, una pequeña sala con dos sofás viejos, una lampara y una mesa de centro sobre un tapete grande y viejo de un triste color rojo despintado. 

Ethan puso un dedo sobre sus labios indicando que guardara silencio. ¿Pensó que hablaría? No diré nada hasta que me saque de aquí, puede y que se arrepienta, que cambiando de parecer al último momento, aunque ¿cómo sé que ésto no es una broma pesada o una mentira y en realidad me esta llevando a otro cuarto para encerrarme?, puede ser eso, tal vez se les haya acabado los sedantes. Pero... si él es el líder ¿Por qué nos estamos escapando? ¿No podría comunicarles a sus subordinados que su plan ha cambiado? ¿Por qué se esconde? ¿Por qué lo guarda en secreto?

Frente a nosotros había un largo pasillo, al final de éste se encontraba la entrada principal, solo unos cuantos pasos más y habré salido de aquí, pero antes de llegar a la puerta del lado derecho hay una entrada a otra sala, es lo que yo supongo pues de ahí provienen las voces de los demás chicos, los ruidos del televisor y la poca luz de éste iluminando un poco el lugar tan oscuro. Empezamos a caminar por el pasillo, Ethan me toma del hombro bruscamente y me pone de su lado izquierdo, lo entiendo, debo de pasar desapercibida, si los chicos me ven no quiero ni pensar en lo que me harán o las consecuencias que Ethan puede llegar a tener por ayudarme, aunque ninguno en ésta casa se ve más fuerte y capaz que el pelinegro. 

De pronto, ¡alguien abre la puerta! Y justamente estamos en medio del pasillo Ethan y yo. El pelinegro me toma de la muñeca y me arrastra con él de vuelta a la estancia donde nos encontrábamos antes hasta llegar atrás de una pared al final del pasillo. Creo que aquella persona no nos vio.

Ethan me estrella contra la pared y lo noto preocupado, tenso... estresado. Inmediatamente se escucha: nada... ¡correcto!, todo es silencio, ni los ruidos del televisor hacen ambiente. 

—¿Qué están haciendo? —escucho una nueva voz que me estremece por completo, aunque me sorprende lo calmado y suave que sonó.

Otra vez puro silencio. Creo que desde aquí se puede sentir la tensión del ambiente. ¿Quién es esa persona? Tiene que ser un líder también al igual que Ethan para poder hablarles así a sus subordinados.

—¿¡QUÉ CARAJOS ESTÁN HACIENDO, IMBÉCILES!? —me sobresaltó, y al parecer Ethan se dio cuenta pues puso su mano sobre mi hombro advirtiéndome que no hiciera ruido alguno.

S U M E R G I D A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora