.。.:*☆ 52 ☆*:.。.

1.1K 100 16
                                    

NARRA GRACE:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NARRA GRACE:

El día había llegado. El día en que coronarían a Christopher. El día en que todo ser viviente en el mar tendría un nuevo rey. 

Me encontraba sentada fuera del café The Garden, mordiéndome las uñas del nerviosismo, y una de mis piernas bailando. 

No podía ocultar mi ansiedad, mi estrés, ante todo lo que estaría por suceder. 

En eso, alguien me llamó a lo lejos:

—¡Grace! 

Era Owen, quien corría hacia mí, junto a una pequeña maleta con ruedas en mano. Se veía un poco agitada y agotada. Debió correr mucho, venía tarde.

—Perdón por la hora. Mamá no paraba de preguntarme si ya había guardado en la maleta 'x' cosa.

Se sentó junto a mí, frente a la pequeña mesita.

—Te ves pésimo —afirmó. Owen no se mordía la lengua ante nada. Y esa era una de las cosas que me agradaban de ella, aunque en ocasiones doliera escuchar la verdad.

—Gracias —repliqué, con sarcasmo, dejando finalmente mis uñas en paz.

—¿Estás bien? —insistió, soltando un largo suspiro al dejarse caer en la silla.

Le dediqué una mirada rápida, pensando en si soltarle allí mismo todas mis preocupaciones, o aguantarme y reservar saliva. 

—No —respondí —, estoy muy nerviosa. Siento que el corazón se me saldrá por la boca, junto con mi alma. Siento que en cualquier momento tendré un ataque cardíaco.

—Tranquila, abuelita —curvó sus comisuras hacia arriba, sonriendo, y mostrado un poco sus blanquecinos dientes —. Todo va a salir bien, ya lo verás. YOLO, amiga. YOLO.

Solté una pequeña carcajada, apenas audible. 

—Hace años que no escuchaba esa palabra.

—No debería de pasar de moda nunca. Yo siempre la aplico. Deberías de seguir mi consejo —contestó Owen, robándome mi vaso de café un poco ya frío y dándole un gran sorbo.

Solté un suspiro. Ojalá fuera tan fácil seguir el consejo de mi amiga.

—Ya se tardó el anciano, ¿no crees? —

—¡Owen! —le reprendí, asegurándome de que César no estuviese cerca y la haya escuchado.

¿Qué? —inquirió, como si de verdad no supiera que acababa de insultar a alguien.

Y antes de que pudiera darle un buen sermón, y una regañada, volvió a hablar, apuntando hacia algo detrás de mí.

—Mira, ya llegó.

Me volteé, si pararme de la silla, sino hasta que vi a César aproximándose hacia nosotras.

Por favor, no seas imprudente —le susurré a Owen.

S U M E R G I D A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora