Aproximadamente una hora más tarde estábamos comiendo una deliciosa cena y no estoy exagerando. Judy tenía razón al decir que los fideos comprados no se comparan en nada a los caseros, tenían un sabor y hasta una textura diferente y, ni hablemos de la salsa. Era a base de crema, pollo, cebolla de verdeo, jamón, unas fetas de queso, sal y pimienta blanca. En mi vida había probado algo tan rico así que me comí todo el plato y hasta pase el pan para que no quedase nada. Obviamente después de esto no podía ni hablar, estaba tan llena que se me dificultaba hasta pensar.
-Te gusto por lo que veo- dice Col con una sonrisa amplia en su cara.
-No me gusto, me encanto, estaba riquísimo pero me siento tan llena ahora que no sé si me puedo levantar de esta silla- afirmo.
-Dame un segundo- me pide y agarra su celular asumo que para buscar algo. - ¡Acá esta! Ya tengo el numero de Paolini, ¿pido una grúa ahora o queres que te deje descansar un poquito más?- pregunta riéndose a más no poder.
-Te juro que si pudiese te mataría en este momento pero voy a seguir relajada haciendo la digestión.
No paro un segundo de reírse de mi mientras yo le sacaba la lengua y decía que no me importaba, aunque mis ganas de matarlo se acrecentaban a cada minuto que pasaba.
-No me mates que todavía falta el postre y no vas a querer perdértelo- murmura mirándome fijo a los ojos con un destello en los suyos que me hizo estremecer.
Luego de su afirmación, se paro, vino directamente hacia mí y me beso. Era un beso pasional, sexual, erótico y cualquier otro sinónimo que exista. Nos demostrábamos el uno al otro el deseo que sentíamos y las ganas que nos teníamos y, en ese momento, ocurrió algo que no me esperaba, Cole se alejo interrumpiendo el beso y dejándome con una sensación entre excitada y vacía.
-Cada vez que te beso me dan ganas de hacértelo, es increíble el deseo que despertas en mí, pero antes que nada, vamos a comer el postre- grita desde la cocina.
Yo me lo quede pensando en que dirían los vecinos si habían escuchado eso, que vergüenza.
Me senté en la mesa sintiéndome un poco frustrada, no entendía que era tan importante del postre como para ponerle fin a ese beso que nos estábamos dando. Dos minutos más tarde viene con un pote de crema en la mano, un bol con lo que supongo que es chocolate caliente, otro con frutillas y un pote de dulce de leche. Cada una de esas cosas me encantaba pero no podía seguir comiendo.
-Cole, sabes que me encantan todas estas cosas, pero no sé si puedo comer algo más ahora.
-Él que va a comer soy yo, vos solo vas a disfrutar- me dice y yo me lo quedo mirando con una ceja levantada.
Acto seguido me pide que me acerque a él y lo hago. Cuando llego a su lado empieza a tocarme la piel de forma lenta y muy sexy. Cuando llega hasta el bretel de mi mono lo baja y hace lo mismo con el otro. Se agacha frente a mí y me lo va bajando hasta que lo ayudo a quitármelo, y, en ese momento cuando me ve con la tanga levanta la vista.
-Por dios Isabella, estoy tratando de llevar a cabo un plan pero con esa tanguita me lo estás haciendo muy difícil, lo único que quiero es arrancártela con los dientes- murmura y me pasa la lengua.
Eso produjo que todas mis neuronas se activaran y que todo mi cuerpo sucumbiera ante esa lamida, y eso que lo había hecho por encima de la prenda. Me estaba convirtiendo en una adicta al sexo, va, en realidad en una adicta a él. Mientras yo intentaba recomponerme de su lamida Cole seguía agachado y cuando lo miro hace una seña indicando que me iba a sacar la tanga y, una vez que lo hace, me desabrocha el corpiño y me pide que me suba y recueste sobre la mesa.
-Voy a poner sobre tu cuerpo estas cuatro delicias que tengo acá preparadas y las voy a comer de vos. Espero que lo disfrutes porque yo lo voy a hacer.
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Hasta Encontrarte
RomanceEs increíble como dos personas pueden conocerse en un segundo y cambiar sus vidas para siempre... Isabella Lusino es una mujer simple, un poco tímida y extremadamente sarcástica. Cole Waylen es un hombre de mundo, seductor nato y un tanto arrogante...