Capitulo 68

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Dios, ese día en el faro casi me muero de la vergüenza pero tengo que admitir que me encanto. La adrenalina del momento y estar íntimamente con Cole fue uno de los momentos más inolvidables del viaje.

-¡Dios mío! No sé cómo vamos a hacer para entrar los dos en esta casa si casi vos no lo haces por culpa de tu ego, ocupa demasiado espacio- le respondo riéndome. -A ver mis llaves por favor- digo estirando la mano pero él la retira y me quedo agarrando el aire.

-Si las queres Isabella vas a tener que venir por ellas- bromea en tono jocoso.

En ese momento empieza a correr por todos lados y, por supuesto, es más rápido que yo y nunca puedo agarrarlo, hasta que decido esconderme tras una pared y cuando lo vi venir me abalance sobre él cayendo ambos al piso pero tenía mi llave en la mano y nos empezamos a reírnos sin parar.

-Te pido perdón hablando seriamente, no voy a tomar más decisiones por vos. Salvo el tema de quien es el que tiene el control remoto de la tele por la noche, eso sí que no es negociable.

-Ya veremos Cole Waylen- le digo mordiéndole la oreja y escucho como respira hondo. -Ahora comamos porque quiero empezar a ver cuál va a ser nuestro próximo destino.

Me encantaba la habilidad que tenía mi novio para la cocina. Había preparado dos omelettes de jamón y queso con cebolla doradita y unas papas al horno que estaban riquísimas. Era más que obvio que este talento lo había heredado de Judy y pensé que tendría que demostrarle mis habilidades porque la cena en lo de Ambar no era válida, la preparamos entre las dos.

-¿Qué lugares tenes en mente? O mejor, decime que otro destino en Estados Unidos habías marcado con tu papa para ir- me dice con una sonrisa en la cara.

Amo a este hombre y cada día me asombro más de lo fuerte que son mis sentimientos por él. Me encantaba como quería ayudarme a cumplir mis sueños, como hacia hasta lo imposible para que yo fuese feliz. En ese momento pensé que en verdad mi papa estaría muy contento de que pudiese viajar a todos los lugares de los que hablamos aunque no fuese con él.

-Un lugar del que siempre hablábamos era New York pero Cole no puedo permitirme ese viaje, no tengo mucha plata y lo poco que tengo ahorrado no me sirve ni para llegar al aeropuerto.

-Cuando vas a entender que la plata no es un problema, las viejitas a las que atiendo me pagan bien, vos por eso no te preocupes- responde a mis inquietudes con una sonrisa.

-Te estoy hablando en serio, aunque voy a tener que hablar con mis viejitos porque se ve que están tacaños- bromeo poniendo cara pensativa.

-Yo también te estoy hablando en serio Isabella, la cuestión es si hay algún escritor importante oriundo de New York y si existe algún paseo o lugar emblemático en su honor.

Me puse a pensar y enseguida llego la respuesta, por supuesto que lo había y era nada más ni nada menos que el reconocido Herman Melville, el autor de Moby Dick. En ese momento esboce una sonrisa y Cole me miro.

-Estás contenta lo cual implica que sí existe. Es bastante sexy estar de novio con una nerd te digo.

-Y más si esa nerd soy yo, pero es verdad que ya tengo una respuesta, Herman Melville era de New York y estoy segura existen paseos en su honor.

-Es el autor de Moby Dick, ¿no?- me pregunta.

-¡Que chico culto que sos!- bromeo y lo beso.

-Culto y encima con contactos porque mis tíos tienen un departamento allá que es tres veces el mío así que tenemos alojamiento gratis.

Me abalanzo sobre él y empiezo a llenarlo de besos. Estaba tan feliz que ni yo podía creerlo, a veces todo me parecía irreal, como si fuese a desaparecer.

-Bueno, si sabía que esta iba a ser tú reacción te hubiese contado antes sobre las mansiones que tenemos en Europa- dice bromeando y nos empezamos a reír.

Después de investigar acerca de los paseos y lugares que íbamos a visitar me acorde que quería demostrarle que soy buena cocinera también así que hago mi propuesta.

-Estaba pensando que el sábado a la noche me gustaría cocinar para que disfrutes de una cena preparada por mí.

-¿Esta es tu forma de querer demostrarme que cocinas rico? No te preocupes Isabella, ya te di la llave de casa- comenta mientras me guiña un ojo.

-No, es mi forma de decirte que te amo.

En cuanto lo dije sabia que se iba a ablandar porque en el fondo era un tierno y le gustaba que le confirme que sigo sintiendo lo mismo por él que hace cinco minutos atrás. Se acerca a mí y me besa.

-Me estas ablandando mujer, ya te lo dije pero esto no puede salir de esta habitación porque sino mi reputación estaría arruinada.

-Yo creo que desde el momento que me diste esta llave ya lo está. Desde ahora todo el mundo te va a ver como el amo y señor pero solo de esta casa y hasta ahí te digo- afirmo riéndome.

-Epa, ojito con eso, no hagamos que mi ego no se sienta a gusto en tu presencia porque le puede poner trabas a la relación y no estaría bueno.

Hasta EncontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora