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Los días siguientes pasaron, pero la noche antes de la obra de la fundación se encontraba Camila sentada en el piso de la sala con fotos a su alrededor y con una copa de vino.

Miraba las fotos de Emmanuel y ella, empezó con las que cuando eran pareja después las de los eventos, salidas o viajes y siguieron las de su boda. Alzó la mirada y miró por la ventana la noche.

Era otra noche que no llegaba, otra noche donde la venda o escudo se le iban cayendo de los ojos donde ella misma no podía mentirse o negar.

Para empezar ya no era el mismo de un tiempo para acá, después no era el mismo con los cariños, palabras ni nada, para todo la dejaba a un lado. Ella siempre era la que lo buscaba dejando notas, llamadas, regalos, de más y el nada.

A su mente llegó el momento en que lo conoció.

-Hola, disculpa ¿Sabes dónde se encuentra el salón de ciencias? Es que soy nuevo y no tengo idea -dijo Emmanuel con un poco de nervios y ajustándose la mochila.

-Claro - le contesto y al momento se acomodaba el cabello y agarraba la mochila del piso - Se encuentra en el tercer piso, si quieres te acompaño ya que para allá voy.

-Me encanta esa idea, que tonto disculpa no me presenté- dijo dándole la mano a Camila- Me llamo Emmanuel.

-Nos pasa nada- comento con un sonrojo que se le empezaba a notar- Yo me llamo Camila y bienvenido.

Así empezó primero, una amistad hasta después cuando Emmanuel le pidió ser su novia, ese día lo recordaba muy bien lo guardaba como un tesoro en el fondo de su corazón, hasta el día que le entrego el anillo de compromiso.

Se encontraban en una cafetería muy cercas de donde vivían.

-Camila - dijo Emmanuel nervioso y pasándose las manos por el cabello - Sabes creo que llegó el día que te tengo que presentar algo.

Camila dejo la taza de café en la mesa.

-¿Dime?

-Lo que sucede es que te quiero preguntar...

-¡Emmanuel dime! Me estoy poniendo nerviosa.

-Te quieres casar conmigo-dijo en el momento que sacaba y dejaba una cajita en la mesa abierta enseñando un sencillo anillo.

No lo podía creer Camila, aquel anillo que cambiaría toda su vida, solo se quedó callada, después de un minuto grito.

-¡Si! Amor no lo puedo creer te amo, te amo- se levantó y con ella Emmanuel quitaba en ese momento el anillo de la cajita y se lo colocaba en el dedo.

-Muy bien, está hecho.

-Nos lo puedo creer, mañana nos casamos.

-¡Camila!... No podemos.

-Ya lo sé tontito.

Y volvió al presente soltando una lágrima, le dolía la actitud de él y a su mente llegó la pregunta de Yesenia.

-¿Y si tiene alguien más?

Emmanuel se encontraba en una cabaña con Agatha muy retirado de donde vivían.

-Sabes amor, creo que llegó el momento no puedo dejar pasar otro día como dije- le dijo Emmanuel a Agatha que se encontraba lavándose los dientes.

-¿Qué me dijiste?

-Que llegó el momento, ya no puedo seguir así con esto, a ninguno nos hace un bien y yo te amo, no puedo seguir sin ti una noche más - se acercó y la abrazo por la espalda -Yo ya quiero vivir, dormir, desayunar, salir, ver películas y de más pero contigo.

-Déjame término de lavar los dientes, ve al cuarto ahorita te alcanzó.

Y se retiró Emmanuel al cuarto y se sentó en la cama.

Agatha termino volvió y se sentó a su lado.

-¿Y cuándo vas hacer eso?

-Mañana es la obra, tengo pensado hablar con ella esa misma noche.

-Sabes que después de eso van a suceder muchas cosas, por ejemplo tu familia te va a dejar de hablar, amigos, no te van a querer ver, tú sabes que ellos no me quieren desde que me presentaste como tu mejor amiga.

-Yo sé amor, pero deben de aceptar que te amo a ti y que Camila ya no.

-Tengo nervios y estoy feliz a la vez, por fin vamos a estar juntos.

- Lo sé, está tranquila ¿sí? Mejor dame unos besos y abrazos que tanto extraño amor.

Y así paso la noche entre besos y abrazos con ellos pasó que se entregaron el uno al otro, sin saber que al día siguiente no iba a ser lo mismo.

Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora