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4 días antes de la boda.

Camila y Leonardo se encontraban entregando los documentos y análisis que les habían pedido para iniciar el trámite de adopción de aquel bebé que llego y desde ese momento se ganó el corazón de ella, aún no habían hablado de tener bebés pero desde que Camila le platico a Leonardo él le dio su apoyo y más cuando lo conoció.

-Bueno, nosotros vamos a realizar el trámite y en unos días se les hablara y aparte ira una señorita de servicio para dar su punto de vista. Ya sabes cómo es esto, Camila. Debemos darle la seriedad que es.

-Lo sé y me parece bien, yo sé que esta es tu área y que se debe hacer todo a la ley, verdad Leonardo.

-Por supuesto, estamos deseando ya poder tener con nosotros oficialmente a ese campeón. Y todo va ser como usted diga.

- Gracias, por otro lado ya pronto es la boda.

-En unos días, mejor dicho horas – sonriendo y tomando la mano de Leonardo le contestaba.

-Felicidades, les deseo lo mejor.

-Gracias y mejor nos retiramos, tiene nuestros numero por si necesita otro documento o algo, por el bebé – decía Leonardo levantándose a la par de Camila y la señora.

-Vamos a pasar a verlo y despedirnos.

-Claro, ya sabes donde se encuentra.

Entraban a un cuarto dedicado a los más pequeños, era de color blanco con un ventanal donde daba entrada al sol, en las paredes había animalitos como jirafas, elefantes, changuitos, leones y de más en cada esquina había una tira de luces, había varias camas pequeñas y cunas de color gris. También mecedoras, sillones y todo lo que un bebé necesitaba.

Ellos se dirigieron a una en especial, donde la personita que buscaban se encontraba jugando con los osos de peluche que venía con el cuándo lo dejaron. Cuando él los miro dejo a un lado el oso y levantaba sus manos hacia ellos.

-Pero que tenemos aquí – decía Camila mientras lo cargaba, no podía ya vivir sin él.

-Hola campeón, ya pronto vas a estar con nosotros – agarrando sus manitas y besándolas decía Leonardo.

-Mi niño bello, ya nada ni nadie nos va a separar.

Emmanuel no podía creer que le llegaba el mismo correo y con otra palabra DE, si juntaba las letras era DESPIDE pero no encontraba algo relacionado a ello. Pensaba que continuaban con la broma de mal gusto y paso lo mismo que los anteriores lo dejo pasar.

Algo que si no se podía sacar de la cabeza fue la última vez que vio a Lía, después de su confesión y todo lo que le dijo sentía que no había terminado en buenos términos o darle por ultimo algo. Pasaron por muchas cosas juntos pero nada de eso iba hacer que dejara de amar a Camila. Debía hablar con ella por lo menos.

-Aurora, ahorita va a llegar unos documentos, por favor recíbelos y déjalos en la mesa.

-Claro, con permiso.

-¿Lía?

-¿Quién habla?

-Soy yo, Emmanuel.

-Si...

-Te iba a pedir que si nos podíamos reunir y poder hablar bien, dejar esa conversación.

-No puedo, ¡cállate! – fue lo único que dijo antes de cortar.

-Lía, mira que... - Emmanuel se retiró el teléfono de la oreja para preguntarse a quien había callado.

-Por poco y te descubre Emmanuel – le decía Lía a Miguel que se encontraba sentado con la ropa arrugada y cansado después que le hizo eso trato de desamarrarse pero no tuvo éxito ya que ella solo había salido por unos minutos.

-Mmmmm...

-¿Qué no te escucho?

-Mmmmmm...

-Miguel, te dije que no te metieras y me dejaras pero por andar de súper héroe mira lo que te paso.

Miguel solo la miraba y se preguntaba cómo pudo cambiar Lía, como podía seguir amándola a pesar de lo que le hizo, ella no era así. Fue su obsesión y venganza lo que ocasiono que se volviera así una mujer capaz de todo.

-Ya falta poco para que el show comience y tú vas hacer testigo.



Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora