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-Por favor enfermera, colóquele más medicamento del que te escribí en la carpeta.

-Si doctor, voy a ir por él.

-De acuerdo y por favor también pasa a mi consultorio y trae unas cajas que están en mi escritorio.

-Ok, con permiso.

Cuando se retiraba la enfermera iba entrando un doctor de aspecto oriental, de carácter fuerte y serio, ese doctor que le había salvado la vida a Camila al traerla al hospital.

-Gabriel, ¿Cómo se encuentra la señorita?

-Ah Santiago, ella se encuentra estable, como hablamos fracturas, heridas en cabeza y a un costado del abdomen y golpes en su cara.

-Gracias a dios – susurraba Santiago, agradecía que no le había pasado nada a pesar de la situación en la que la había encontrado algo de ella le llamo la atención, recordó como su hija Rita le llamaba a su celular para preguntar por ella. Se supone que él y su hija irían a visitar a sus abuelos maternos ya que su esposa que había fallecido hace un tiempo era su última voluntad, que nunca dejaran de visitar a sus padres – Familiar o alguien ya llego a preguntar por ella.

-Sí, afuera están sus familiares, les informe como se encontraba su hija y que les avisaría cuando pueden entrar a verla – se dejó escuchar un sonido, era el aparato del doctor que le informaba que lo ocupaban – Bueno, te dejo ahorita va a venir la enfermera a colocarle más medicamento y va a traer unas cajas, te pido de favor que me las lleves, tengo que irme urgente – sin más salió de la habitación dejando a Santiago adentro.

Santiago se acercó a ella, inspeccionando su cara. Para él nunca había visto una cara tan hermosa aun con sus golpes y su herida, sin pensarlo paso su mano por su mejilla, él sabía que no debería pero después de la muerte de su esposa no miro a ninguna mujer solo se dedicó a ver a su hija. Sacándolo de su pensamiento fue la enfermera entrando al cuarto.

-Doctor, ¿Dónde se encuentra el doctor Gabriel?

-Tuvo que irse a un llamado, ¿Dónde están las cajas?

-Aquí están – le respondió entregándole las pequeñas cajas.

-Bueno me retiro – le dijo saliendo rápido de la habitación.

-Adelante doctor.

En la sala de espera todos se encontraban, Luna y Sara dormidas en los hombros de su padre, la mamá de Camila hablando con Leonardo, Lía hablando por celular en una esquina y Emmanuel mirándola que a esa distancia se miraba que tenía una fuerte discusión. Decidió que ya mejor hablaría con ella, se acercó para hablar.

-Tu trabajo no funciono – sin más corto la llamada Lía al ver que Emmanuel se acercaba, metiéndose en el papel de amiga preocupada hablaría con él. Aunque no podía controlar la emoción de que Emmanuel al fin hablaría con ella.

-Lía, disculpa que no te salude – acercándose a ella y saludándola de beso y abrazo.

-No tienes nada de qué preocuparte entiendo las situación, mi amiga sufrió un accidente – le respondía aun abrazándolo y grabándose su olor, tarde que temprano el estaría con ella.

-Sí, yo hace poco sufrí un accidente, estoy recuperándome pero todo sea por Camila.

-Pero ella me platico...

-Sé que nuestra historia hubo una infidelidad, mentiras, traiciones de amistad pero eso no cambia el amor que siento por ella y que nunca dejara de existir aunque el carbón que tiene por prometido sea un bueno para nada. Yo luchare por ella y todo cambiara.

-Emmanuel, ella ya está con otro debería cambiar tu, rehacer tu vida – suplicándole y con lágrimas en los ojos, no podía creer todo eso que le decía. Si el no cambiaba de idea, iba a pagar por todo Camila, empezando por Leonardo, su fundación, y su felicidad.

-No, eso no puedo hacer – susurrando le comentaba, en ese momento entraba una llamada de su madre seguro le preguntaría por cómo se encontraba – te dejo Lía, debo atender esta llamada.

-Claro, yo no me voy a mover de aquí.

Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora