Camila no podía olvidar aquella noche y aquella mañana donde se entregaron al inmenso amor que se tenían, era lo más hermoso que le paso, aparte de ser cuidadoso y amoroso. Leonardo en todo momento le dijo que la amaba y que iban a estar juntos en esta vida y en las siguientes. Al día siguiente igualmente fue mágico ya que al despertar lo primero que hizo fue buscarlo pero al no encontraron busco algo para ponerse y después bajar a la cocina.
Leonardo tenía tiempo de haberse levantado, que a la vez tomo su tiempo para admirar a la mujer que dormía a su lado, deseaba que pasaran rápidos los días para ya estar por todas de la ley con ella, llamarla esposa. Quiso sorprenderla con un desayuno, así que se cambió y bajo para hacer el desayuno.
Lo primero que noto Camila fue que la mesa estaba decorada de lo más bello y que en ella se encontraba los platillos favoritos de ella como por ejemplo, los hot cake con nutella y fresas, un licuado de fresas, jugo de naranja y huevo con jamón. Y por supuesto flores en medio de la mesa.
Volteando para buscarlo lo encontró de espaldas con solamente un pantalón de pijama y aquel cabello revuelto que tanto le encantaba, así que tomo asiento para poder admirar aquella obra de arte.
-Camila, apenas te iba a despertar amor, buenos días – le dijo Leonardo cuando sintió alguien que lo miraba y volteaba para comprobar de quien se trataba – Espero que te guste el desayuno.
-Eso es un hecho, eso mejor dicho no se pregunta, ¿mejor que te parece que si vienes y me das un beso?
-Lo que pida mi amor – acercándose a ella y depositándole varios besos en la boca – Vamos a desayunar que por desgracia tengo que ir a la empresa, pero ya verás que después de nuestra boda ni la sombra nos van a ver, vamos a desaparecer por mucho tiempo.
-Me gusta tu propuesta, Señor Leonardo – contestaba mientras Leonardo tomaba asiento enfrente de ella y sirviendo.
No podía pedir más, pronto cambiaría su vida y pensaba que ahora si podría tener una familia.
En otra parte de la ciudad.
-Gracias por aceptarme la invitación, Emmanuel.
-No te preocupes, me alegro de verte así – le contestaba a Lía mientras tomaba asiento
-Yo ne...ne... necesitaba hablar contigo sobre algo que aún no olvido.
-Lía, tienes que olvidar lo que paso con tus familiares.
-No es eso Emmanuel, tengo que hacerte una pregunta que depende de ti varias cosas pueden cambiar.
-No me asustes Lía, ¿Necesitas algo o quieres ayuda? Mira que...
-¿Tu llegaste amarme? – con lágrimas en los ojos y las manos juntas enfrente de ella preguntaba, sentía que debía saber la verdad.
-Lía... yo...
-¿Tu que Emmanuel? Es tan difícil contestarme, necesito saber.
-No Lía, yo siempre te mire como alguien que necesitaba protegerte, si te quería pero no con esos ojos de más.
-¿Fue Camila? ¿Fue ella la que no permitió que no fuéramos algo más?
-Ella no tiene culpa que mi corazón la eligió a ella, yo fui un imbécil lo acepto, que ya no queda nada del amor que ella me tenía, que por mis tonteras termine con un matrimonio por alguien que según yo amaba, que daría todo por ella, hasta un hijo iba a tener... pero dentro de mi seguía amando a Camila, y así va ser hasta que me muera.
-Emmanuel, tu podrías amarme ahora, digo darnos una oportunidad... yo te amaba y te amo Emmanuel.
-Lía, ¿pero qué estás diciendo?
-Que te amo Emmanuel, Camila no me ayudo en nada, que siempre tuve que ver como enfrente de mis ojos el amor de mi vida era feliz, triste, enojado y de más. Mientras que no pude compartir nada contigo, daría todo por estar contigo.
-Lía, creo que debería irme, lo siento pero nada de eso va a cambiar.
-¿Por qué no? Podemos empezar en un lugar lejos de aquí, dejar atrás todo y a todos. Te lo pido.
-Lo siento, debo irme – sin entender nada, se levantó y solo miraba a Lía como salían lágrimas de sus ojos. No podía corresponder al amor que le declaraba Lía, el seguiría amando a Camila y esperaba que antes de su boda recapacitara o le diera una oportunidad. Sin más se retiró del lugar.
-Camila, Camila, Camila, tú vas a morir – susurraba mientras con el dorso de la manos se quitaba las lágrimas de la cara – Maldita infeliz.
Agarrando su bolsa y dejando unos billetes en la mesa, se dirigió a la salida por donde unos minutos había salido Emmanuel, para dirigirse a la fundación.
-Buenos días, ¿con quién tengo el gusto? – preguntaba Yesenia mientras miraba por la ventana como jugaba Camila con un bebé que tenía poco que había llegado con tan solo una nota.
-Buenos días, disculpa me gustaría hablar con Camila.
-¿De parte de quién?
-De Agatha.
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Ya no queda nada
Romance¿Cómo soportar una traición, una infidelidad y varias mentiras? preguntarte en qué momento sucedido y porqué? Solo dejar que el destino contesté tus preguntas.