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Ese mismo día habían ido a cambiar el número y de paso el modelo, ya cuando estaba listo lo del celular y de a ver ido a cenar fueron a la casa de Camila.

Se encontraban en la sala, ella sentada en la sillón y el caminando de un lado a otro.

-Tranquila amor, ya no tiene por qué molestarte y si te llega hablar a la fundación o mandarte cartas, enviarte correos...- decía Leonardo mirando a Camila.

Soltando una pequeña risa y cubriéndose con la mano la boca, Camila miraba a Leonardo, sorprendida que como la cuidaba.

-De qué te ríes, Cami?

-Solamente te puedo decir que eres un hombre magnifico que agradezco ese día de la obra y mil ves agradezco los días, meses que estamos juntos- le dijo Camila levantándose y sentándose arriba de las piernas de Leonardo.

-Y yo agradezco al tiempo, destino que se yo que te puso en mi camino, que aquella tarde cuando me avisaron de la invitación de la fundación decidí ir, eres lo mejor que tengo en mi vida y nada ni nadie nos va separar.

Se miraban el uno al otro hasta que unieron sus bocas, ella le paso los brazos por el cuello y el por la cintura, cada vez los besos iban subiendo de tono hasta que ella sintió que él se iba levantando con ella.

-Leonardo...- le dijo con voz agitada

-Te deseo Camila, déjame tenerte esta noche.

Ella solamente le dijo que si con la cabeza, así que el retomo el curso hacia donde se dirigía, subió las escaleras y siguió caminando hasta la recamara con ella en brazos y besándose como si el mundo se acabara mañana.

Ya adentro la bajo y se quedaron frente a frente, el volvió a besarla y empezaba a quitarle la blusa, al momento de sacarle la blusa por la cabeza se quedó atascada y solo empezaron a reír.

-Deja te ayudo- dijo Camila riéndose

-Ay, amor.

Después de quitarse la blusa, se empezó a quitar todo y el también, sintieron que ya se necesitaban el uno al otro. Ya cuando estaban sin ropa los dos se empezaron a besarse e irse para atrás, cuando choco las piernas de ella con la cama Leonardo la acostó en ella y se subió colocándose en medio de las piernas de Camila y poniendo los brazos a cada lado de la cara de ella, con las manos le tocaba la cara.

-Te amo Camila, no lo olvides.

-Yo también, Leonardo.

Esa noche ella sintió que Leonardo la había subido al cielo, sintió que estaba más unida a el de la forma más bella, se habían amado de una forma que no podía creer. Ella sentía que nada ni nadie podía destruir lo que tenía con él, y el sentía que ya no podía estar más así, necesitaba ya casarse con ella, el amor de su vida.

En otra parte en una habitación se encontraba Emmanuel metiendo ropa su maleta. Después de la llamada había decidido ir a ver a Camila.

-Emmanuel y es muy urgente que vayas?

-Si, Agatha..., Necesito ir, yo creo que en dos semanas estoy aquí de nuevo.

-Emmanuel es mucho tiempo, te necesito-le dijo acercándose por atrás y abrazándolo.

-Entiende Agatha, necesito ir- le decía a la vez que se iba alejando de ese abrazo.

-De acuerdo, te llevare mañana al aeropuerto?

-No, vendrá un taxi, así que gracias- le contesto cerrando la maleta.

-Está bien iré a cenar, te espero abajo amor- le dio un beso y salió.

Cuando dejo la maleta en la puerta solo pensaba en Camila y que la iba a volver a ver, no aguantaba la emoción.

-Eres un idiota Leonardo si crees que dejare a Camila y más si crees que esta divorciada, ella aun es mi esposa.

Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora