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Era el tercer día en el hospital y Camila aun no despertaba, cuando el doctor salió para informar que podían pasar a verla les comunico que Camila iba a despertar en cualquier momento, que no había nada de qué preocuparse.

-Leonardo, hijo – lo llamaba la madre de Camila, ya que al entrar a la habitación de Camila para quedarse con ella encontró a Leonardo dormido y con la misma ropa de cuando llego Camila al hospital – Hijo, despierta – le volvió hablar pero ahora moviendo su hombro.

-Señora, disculpa – contestándole y pasando sus manos por su cara.

-Hijo, ve a tu casa a dormir, bañarte y comer... Cami aún no despierta pero cuando lo haga yo misma te hablo para que vengas a verla – tratando de convencerlo ya que las anteriores veces no pudo, él no se fue como los demás para recargarse de energía y comer excepción de una persona, Emmanuel. Él tampoco se había movido, solo se sentaba y apoyaba la cabeza en el respaldo en un sillón de la sala de espera.

-No, yo no me voy a mover de aquí hasta que Camila salga por esa puerta.

-Yo entiendo hijo, yo también deseo eso pero ella va a despertar y no vas a querer que lo primero que vea sea a un Leonardo descuidado.

-Es que compréndame, ella lo es todo para mí y no me iré – volteando su cara a Camila y tomándole su mano para después besarla.

-De acuerdo, pero me dejas unos momentos con ella, ve a tomar agua aunque sea.

-Claro, iré por un bote de agua y regreso.

-Sí, hijo.

Leonardo volteo de nuevo con Camila y le dio muchos besos en la mano tratando de transmitirle su amor, ahora regreso amor. Sin más se levantó y se dirigió a la puerta para salir.

Acercándose a la sala de espera se encontró a Emmanuel sentado con los ojos cerrados y con la cabeza recargada en el respaldo, sentía un enojo enorme ya que no podía creer que aquel hombre aun estuviera en el hospital y aparte esperando una persona que ya no era nada de él.

-¿Aun aquí? – acercándose a él le pregunto.

-Sí y te digo desde ahorita que tu ni nadie me va hacer que me vaya de aquí.

-No puedo creer tan poco hombre eres, ella ya no es nada tuyo no deberías estar aquí.

-Eso a ti no te importa imbécil.

-Claro que me importa, estamos hablando de mi prometida y mi mujer.

-La mujer que no supiste cuidar y por tu culpa ella se encuentra aquí idiota, no pues que bien la cuidas.

-No lo puedo creer, ¡te repito que te largues imbécil! – le grito a Emmanuel que desde que le pregunto qué estaba haciendo allí se levantó.

-Tu a mí no me dices que hacer – le respondió acercándose a Leonardo que solo faltaba cuestión de nada para llegar a los golpes.

-Creo que eso...

-Leo, Leo – le llamaba Lía que iba llegando al hospital para seguir con su plan pero a su llegada se encontró a Leonardo y Emmanuel frente a frente a punto de golpearse, decidió detener eso así que llego hasta él y le tomo su brazo – Tranquilo, estamos en un hospital – volteo con Emmanuel que la miraba de cierta manera, más preciso en la mano de Lía, donde se encontraba – y tu Emmanuel tranquilízate, te recuerdo que aun estas en recuperación, vamos Leonardo acompáñame a la cafetería.

-Lía, no puedo...

-Por favor.

-De acuerdo y a ti – apuntando con el dedo a Emmanuel – No se te ocurra o si tenías pensado entrar a ver a Camila ni lo pienses acercarte a ella porque no me voy a detener, así que lárgate.

-Como tú digas.



Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora