Lía se encontraban adentro de una camioneta negra afuera de la casa de los papás de Camila, no le quitaba la mirada la casa donde se encontraba la persona que odiaba, aunque Miguel le decía y le rogaba que dejara su venganza pero lo que tenía ella era que era que no podía olvidar y algo que no olvidaba era que Camila se había quedado con la persona que ella amaba.
Emmanuel siempre estuvo con ella cuando más necesitaba un abrazo, unas palabras de aliento, una sonrisa o simplemente alguien que la sujetara de la mano y no la soltara. Aun recordaba aquella noche donde su padrastro intentaba golpearla en la puerta de su casa, aun recordaba como suplicaba y el solo la maldecía. No supo de donde salió Emmanuel pero lo que si fue que Emmanuel lo detuvo y le regreso un golpe a la cara de su padrastro haciendo que la soltara.
Fue una de varias veces que la salvo tanto como de su padrastro como de su padrastro, no podía creer que ellos fueran su familia. Se prometió que iba salir adelante y que volvería para vengarse.
Camila siempre le decía que le iba ayudar a que Emmanuel se enamorara de ella pero nunca ocurrió, lo que sucedió es que ella fue el testigo del amor de Camila y Emmanuel. Ver el amor que se juraban cuando por dentro ella sentía morirse.
Cuando se enteró que la habían dado de alta espera asustarla pero lo pensó mejor y su venganza seria en un día importante de su vida, su boda. Ella no olvidaría ese día o mejor dicho nadie la olvidaría.
Su celular la saco de sus planes, al agarrar y verificar quien era la persona que la llamaba solo pudo rodar los ojos.
-¿En qué te puedo ayudar, Miguel?
-Lía, te encuentras disponible para que tú y yo podamos tener una tarde magnifica.
-Miguel... ya te había dicho por favor.
-Dame una oportunidad de cambiarte la forma de ver las cosas.
-Yo...
-Te espero en una hora en la entrada del parque de diversiones.
-¿Crees que aun soy una niña?
-Te lo pido por favor, Lía.
-De acuerdo, ahorita nos vemos.
-Te quiero, hermosa – sin más colgó la llamada sin responder a la despedida de Miguel.
En la entrada del parque de diversiones se encontraba Miguel con una flor en la mano y una sonrisa. Esperaba poder cambiar Lía, sentí que debía hacer todo por ella ya que cuando la conoció fue la primera persona que confió. Después de pasar tiempo con ella no pudo evitar enamorarse de ella.
Cuando la miro que se venía acercando, sonrió mucho más. Sus manos empezaron a sudar como si fuera un chiquillo de primaria.
-Aquí estoy, ¿ahora que vamos hacer? – le decía cuando llegaba a él.
-Vamos a pasar una tarde inolvidable pero primero ten – ofreciéndole la flor que con todo su amor le daba.
-Gracias, bueno ¿vamos?
-Vamos... ¿Me das tu mano? – extendiendo su mano a Lía, con nerviosismo esperando la de ella.
-Ok, adelante – fue lo último que dijo antes de darle su mano.
Toda la tarde fue una diversión total, desde los carros chocones, ir a la casa del terror, jugar a las pistolas de agua, subirse a la rueda de la fortuna, comer hot dogs, pintarse la cara y hasta bailar con unos mimos que se encontraban en la parte del auditorio del parque.
Miguel sentía que iba por buen camino, se sentía feliz de ver como Lía se olvidaba y sacaba a esa niña, adolecente que por desgracia se perdió en el camino.
-Señorita si tira esas dos figura, se gana un enorme oso.
-¿Es enserio? – preguntaba con un brillo especial en sus ojos.
-Vamos princesa por ese oso – le daba animo Miguel que solo la miraba con una sonrisa.
-Vas a ser mío.
Y así fue, el oso fue a dar a los brazos de Lía que lo abrazaba con tanto cariño.
-¿Te la pasaste bien, Lía?
-Me divertí mucho, gracias Miguel – respondía Lía con la vista en su oso.
-Te amo, Lía – soltando esas palabras que siempre querían salir de él.
-Lo siento Miguel, tu sabes mi situación.
-Pero... pero... pero y si olvidas eso y comenzamos un nuevo inicio, donde no pueda ver odios, amarguras, tristezas, nada de nada... solo amor, felicidad y cariño.
-Me tengo que ir, gracias Miguel – fue lo único que dijo Lía antes de levantarse he irse.
-Sé que vamos a tener eso Lía, yo lo sé – mirando como ella se iba sin mirar atrás.
-¿Y cómo te sientes, Agatha? – preguntaba el psicólogo de la fundación que ella visitaba, después de la pérdida de su hijo y de Emmanuel, ella misma decidió ir a pedir ayuda para salir de ese bloqueo.
-Me siento mejor, y me sentiré mejor si puedo hablar con Emanuel.
-Estas decidida ir a buscarlo.
-Sí y también a Camila.
¿Qué dirá el sobre?
¿Agatha volverá?Una disculpa ya tenía los dos primeros capítulos pero el internet me falló, pero hubo más!!!
Acá son las dos de la mañana, les volveré a subir dentro de unas horas.
Y de paso me ayudarán a escoger el vestido de Camila!!!! Qué emoción!!!Saludos!!! ❤️
ESTÁS LEYENDO
Ya no queda nada
Romance¿Cómo soportar una traición, una infidelidad y varias mentiras? preguntarte en qué momento sucedido y porqué? Solo dejar que el destino contesté tus preguntas.