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Al día siguiente se encontraba Camila viendo una película con sus hermanas y su abuela, que por petición de ella era una de comedia. Aunque apenas había salido del hospital sentía que debía ir a la fundación o volver a su casa pero sabía que su madre iba ser la primera en dar el grito si se llegaba a esforzar de más.

-Hija – la sacaba de sus pensamientos su madre que tenía una charola con una jarra con jugo y varios vasos – Están aquí dos personas que están emocionadas por verte.

-¿Quién mamá? – preguntaba desconcertada, pensaba que podía ser Lía ya que desde aquel día en el hospital ya no volvió a verla.

-Es el doctor Gabriel y su hija.

-Mamá, que pasen, que pasen – emocionada le decía a su madre.

-Tranquila hija, deja los pasos.

-Bueno niñas eso para mí sonó que nos retiremos ya que tiene visitas.

-De acuerdo Lita, vamos Sara – le decía Luna ayudándole a su abuela para levantarse.

-Sí, yo ahorita voy.

-De acuerdo, vamos Lita. Mamá hizo galletas.

-No se diga más.

-¿Sara, te pasa algo? – le preguntaba Camila ya que la había notado un poco nerviosa y arreglándose el cabello.

-Nada, solo quería estar un rato más contigo.

-Yo también te quiero, Sara – atrayéndola para darle un abrazo.

-Hija, aquí están tus visitas.

Las dos dejaron de abrazarse y voltearon a ver que en la puerta se encontraba Santiago y una adolecente con rasgos de Santiago, cabello largo y liso, con un vestido de flores, unos converse negros y un ramo de flores.

-¡Santiago! ¿Y esta hermosa princesa cómo se llama? – sonriendo y preguntando a Santiago.

-Se llama Rita y estaba emocionada por verte.

-Sí, me llamo Rita... ¿te puedo abrazar?

-Claro, mira ella es mi hermana Sara – la presento mientras miraba como Sara se sonrojaba y miraba a Santiago. Después de eso se sintió como la abrazo Rita.

-Cuidado Rita, acaba de salir del hospital – la regañaba Santiago al ver como la abrazaba.

-No te preocupes, al contrario siento que me llena de mucho amor este abrazo.

-Hola, mucho gusto. Soy Santiago – le decía a Sara mientras extendía su mano.

-Ho...ho... hola soy Sara, disculpa estoy... mejor me retiro. Camila se encuentra en buena compañía.

-¡Hola, Sara! – ahora la saludaba Rita.

-Hola, preciosa.

Sara y su madre salieron dejando a Camila con buena compañía.

-Disculpa, Rita desde que paso tu accidente no dejaba de preguntar por ti y verte.

-Muchas gracias, hermosa.

-Es que tu accidente fue muy fuerte y como papá y yo te llevamos, no podía dejar de pensar en cómo seguías.

-Pues estoy bien y van a tener a Camila para mucho tiempo.

-Eso agradezco, no quiero volver a pasar eso otra vez.

-Camila, mi hija te trajo flores.

-Pero que hermosas flores, gracias Rita.

-De nada, Camila.

-Gustan de jugo o algo, mi mama lo acaba de traer... pero siéntate Santiago mira que no se paga el sentarse.

-Esla imagen más bonita que veo – susurrando le contestaba ya que miraba como Rita estaba abrazada a Camila y ella sonreía, Camila por su parte la abrazaba.

-¿Disculpa? – le contestaba Camila.

-No nada, deja me siento.

Pasaron la tarde entre risas y platicas, varias veces entraba la madre de Camila entraba para dejar más jugo dejar más botanas.

-Y luego mi maestra me saco y me dejo afuera – les contaba Rita mientras Camila le hacía trenzas en su cabello.

-Pero si el chiste estuvo bien bueno.

-Camila, no le sigas el juego a Rita, mira que van tres veces que me hablan de dirección para quejarse de sus chistes.

-Santiago no lo puedes negar, su chiste estuvo bueno. Rita tienes mi apoyo.

-Yo sabía que eras tú Camila – decía mientras Rita miraba a Camila con una sonrisa.

-Bueno, no puedo decir más. Tienes el apoyo de Camila, dos contra uno.

-¡Ganamos! Camila cuando vienes a comer con nosotros.

-Yo digo...

-Camila aún está un poco delicada pero cuando se recupere vamos a comer Rita – fue la voz de Santiago la que hablo.

-Ay, papá.

-Rita mejor vamos a irnos, tenemos un rato aquí y ella debe descansar.

-Pero, papá.

-¿Qué le dije jovencita?

-Que no iba a molestar tanto a Camila.

-A mí no me molestan Santiago, al contrario me encanta que estén aquí.

-Volvemos mañana, yo vuelvo mañana.

-Ya está hecho, ni modo Santiago vas a tener que volver.

-No digo nada, despídete Rita.

-Hasta mañana Cami – con un beso y abrazo se despedía Rita.

-Recupérate rápido, Camila – ahora era el que le pedía era Santiago.

-¡Sara! – grito Camila llamando a su hermana.

-¿Qué pasó, Camila? – entraba una Sara corriendo.

-Nada que ya se van y para que te despidas.

-Ah... ya se van, tan pronto.

-Mañana estaremos de vuelta, Sara – respondía Rita con una sonrisa

-Me parece perfecto.

Camila miraba con una sonrisa como su hermana se sonrojaba y miraba a Santiago, esperaba poder ayudarla. Pero algo la saco desea idea, fue ver las flores que tenía un pequeño sobre, cuando lo tomo y abrió quedo con la boca abierta sin saber que decir o pensar.

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Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora