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2 días antes de la boda.

Santiago se encontraba en su consultorio sentado con un café en su escritorio, a pesar que ya tenía tiempo de haber pedido el café sentía que necesitaba algo más fuerte para poder llevar la tristeza que tenía por la invitación que tenía en sus manos. Era la invitación de la boda, de la persona que había despertado algo en su corazón, después de la muerte de su esposa, el mismo había construido un muro donde no había oportunidad de entrar ni una mujer, ni el mismo amor para otra persona. El solo tenía amor y dedicación a su hija, pero eso no funciono ya que después de verse con esos ojos y esa forma de ser de aquella mujer todo cambio.

-Este cordialmente invitado a la boda... - susurraba mientras miraba el nombre de ella, desearía poder conocer a Camila en otro tiempo, en otro momento, daría lo que fuera para poder ser la persona que ella quisiera.

-Doctor – lo sacaba de aquel sueño la enfermera, que solo tenía permiso para entrar si había un paciente o una llamada de sus padres o Rita – Disculpe que lo moleste pero en la línea se encuentra su hija.

-Gracias y por favor llévate ese café.

-De acuerdo – pasando por el café, la enfermera lo tomaba y se retiraba, después de salir del consultorio noto que el café seguía igual como se lo había llevado.

-Rita, ¿Qué sucede? – preguntaba mientras dejaba la invitación en el cajón izquierdo.

-¡Papá! ¿Adivina quién está aquí en la casa?

-Rita, ¿Tu abuela? ¿Te encuentras sola? – preguntaba con preocupación ya que no era normal que alguien fuera y menos que su hija le hablara con ese tono.

-Papá, tranquilo...te dije que se iba a poner todo loco – decía mientras se retiraba el teléfono y le decía a la persona que se encontraba sentada a su lado – Papá, es Camila.

Santiago sintió como su corazón empezaba a latir y sus manos a sudar, no podía creer que solo escuchar su nombre todo eso le pasaba. Tenía que encontrar una solución antes que él o su hija empezaran a sufrir las consecuencias como que Camila dejara de visitar o ver a Rita. Eso no se perdonaría, ya que después de todo ellos siguieron yendo a su casa, a la fundación hasta cenas de Familia.

-Ca... Camila, ¿Se encuentra en la casa?

-Sí, papá y te llamaba para pedirte permiso de ir con Camila a comprar un vestido y a que me lleve a un salón de belleza.

-Rita...

-A ver pásame a tu padre – escuchaba Santiago como Camila le quitaba el teléfono y ella empezaba hablar – Santiago. Hola, ¿qué tal? ¿Te acuerdas de mí?

Santiago sintió como su corazón empezaba a latir al mil, como no acordarse de aquella voz, de recordar a quien le pertenecía.

-Claro que me acuerdo de ti.

-Bueno, como ya sabes quién soy, te digo que en este mismo instante me llevare a Rita a una tarde de chicas y que su permiso lo doy yo.

-Camila, Rita sabe que...

-Rita ni nada, es más ya nos vamos... ah por cierto, Rita me ha dicho que no crees poder ir, te quiero ese día conmigo. Bueno nos vamos, dile adiós a tu papá.

-Adiós papá – escucho como grito su hija – Adiós Santiago.

Santiago miro el teléfono como se habían despedido tan rápido y a la vez que daba un gran suspiro. Esperaba que todo pasara ya.

-Bueno vámonos señorita que tenemos que hacer muchas cosas – decía Camila caminando hacia la salida.

-Sí, solo voy por mi bolsa.

-Muy bien muñeca.

La primera parada fue al salón de belleza donde Camila siempre iba, ella pidió un tratamiento ya que no podía hacerse nada en su cabello, faltaba horas para su boda, por el contrario Rita se cortó las puntas y el flequillo. Saliendo las dos platicando y riendo no notaron que a su lado pasaba una mujer con lentes y un sombrero.

-Bien, ahora vamos... - decía Camila camino a la camioneta pero no pudo terminar la frase ya que sintió un mareo y a la vez unas ganas de vomitar.

-¿Te encuentras bien, Cami? – preguntaba Rita ya que la iba mirando pero cuando miro que se ponía pálida se preocupó y fue a ella.

-Sí, todo bien. Mejor vamos ya para que le demos la sorpresa a tu papá.

-De acuerdo.

Las dos se subieron y se dirigieron a la tienda de vestidos, Rita le había platicado de un vestido que había visto pero su padre no se lo quería comprar, también le platico como su hermana Sara iba cuando podía con cenas y regalos, aunque casi siempre su padre se encerraba en la biblioteca y no salía después.

-Buenas días, ¿En qué le podemos ayudar? – preguntaba la encargada.

-Buenas días, ella le dirá cuál es el vestido que quiere, vamos corazón – le decía a la encargada mientras le sonreía y volteaba con Rita.

-Es aquel – apuntaba al vestido que se encontraba en una vitrina.

-De acuerdo, pasen por aquí y ahorita lo llevo.

Camila y Rita siguieron la encargada y se sentaban en un sofá en frente de los vestidores.

-Mi papá se va a morir cuando lo tenga puesto.

-No va a pasar nada, yo cargare con la culpa – le decía mientras sonreía y la animaba a probarse el vestido que la encargada le llevaba a uno de los vestidores y lo colgaba.

-Ahorita salgo

-Adelante, ya quiero ver el vestido.

Pasaron 10 minutos y Rita no salía, Camila se preocupó y se levantó a preguntarle si todo estaba bien.

-¿Rita?

-¡Me queda hermoso! - decía Rita saliendo feliz y con lágrimas en los ojos – Quiero que sean así todos los días.

-Yo siempre voy a estar aquí para ti.

Decía Camila abrazándola y besando su cabello. Aunque ella no sabía, Rita había tomado fotos de Camila con ella y las había subido a su red social poniendo que era el mejor día, aunque no le decía y guardaba silencio quería que Camila fuera algo más que amiga de ella, cómplice o hada madrina.

-Vamos a pagar el...

-¡Camila! – Fue lo que grito preocupada Rita a la vez que la agarraba para que no se cayera – ¿Camila, estás bien?

-Sí, solo que creo que como no desayunando así pero vas a venir que desayunando todo va a pasar.

Rita apresuro todo para salir y poder ir a un restaurante. Camila después de comer sintió que quería vomitar pero todo lo adjudicó a que ya faltaba de nada para la boda.



Ya no queda nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora