Ya no queda nada

32

El padre de Emmanuel les pidió un momento al doctor y la enfermera con su hijo ya que había notado como se había ido Camila y sabía que no encontraría a un Emmanuel tranquilo.

Dio un respiro y toco la habitación para hacerle saber a Emmanuel que alguien iba a entrar.

-Hijo, soy yo.

-Si – le contesto Emmanuel con voz ronca ya que cuando Camila había dejado la habitación empezó a llorar.

-¿Te encuentras bien? – el padre tomaba asiento a su lado, esperando que su hijo le diera la cara ya que estaba mirando al otro lado. – Hijo conmigo puedes contar, no te voy a juzgar.

-Quiero irme de aquí – en un susurro fue lo que le contesto.

-Yo sé que ya te quieres ir..., pero aun te debe ver el doctor y lo que él decida si te da el alta o aun te quedas. Saliendo de aquí vas a ser otro y tienes muchas...

-Padre... ¿Camila ya se fue?

-Sí, se fue – Emmanuel solo apretó su puño y volteando la cara a su padre.

-Padre, ¿cómo puedo recuperarla? ¿Cómo puedo hacer para que olvide todo y los dos encontremos la felicidad?

-Emmanuel no entiendo lo que quieres decirme.

-Le di el divorcio a Camila.

-Hijo, no sé porque tomaste esa decisión pero espero que me puedas platicar ¿Qué paso?

-Yo engañe a Camila, el día de la obra de la fundación le dije que ya no la amaba y que no podíamos seguir juntos.

-¿Por qué o mejor dicho por quién?

-Agatha, yo estaba cegado por ella, pensaba que era mi amor... mi vida. Que Camila ya no era para mí, que podía rehacer mi vida con una persona que yo según amaba.

-Y dejaste a Camila.

-Si – lo dijo en susurro ya que las lágrimas empezaron a caer – Pero cuando Agatha un día me dijo que estaba embarazada, lo único mejor dicho en la única persona que pensaba era en Camila ya que me había mandado los papeles de divorcio y me negaba aceptar eso. La empecé a buscar, llamar

-¿Tu sabía que ella ya tenía una pareja?

-Si pero no lo tomaba en cuenta, para mí era un idiota queriendo ocupar mi lugar.

-¿Qué más paso?

-Hubo muchas cosas, peleas, llamadas... lo de Agatha.

-Esa mujer ha estado preguntando por ti, creo que en unos días la van a dar de alta. Pero ¿qué le paso para que este aquí como tú?

-Perdió a mi hijo.

-¿De que estas hablando, Emmanuel? ¿Cómo que un nieto mío?

-Lo perdió, me pidió perdón... me volví loco aunque no lo conocía y llegue a pensar que ojala Camila fuera la madre, lo amaba... lo único que quería era salir y después sucedió el accidente – le dijo a su padre mientras se pasaba la manos por la cara, limpiándose las lágrimas que le salían.

-Lo siento y creo que debería hablar con ella.

-Yo también debo hablar con ella y dejar todo en claro, y después cumplir lo que le escribí en aquella carta a Camila.

-Hijo pero le diste el divorcio, ella ya va a empezar hacer su vida.

-Yo voy a regresar por ella, pero primero debo pedir perdón y recuperarme tanto física como emocional.

-¿Y si ella ya no quiere?

-Ella va a volver ser mi esposa.

Su padre solo miraba a su hijo, sentía que no lo iba a poder detener de sus ideas, lo único que no podía creer era que él iba hacer abuelo.

En ese momento tocaron la puerta, los dos voltearon a la puerta para saber quién entraba.

-Disculpa, al paciente lo necesita ver el doctor.

-Oh cierto, adelante yo voy a salir – volteo a ver a Emmanuel diciéndole con la mirada que iban a seguir con esa platica.

Cuando salió su padre, Emmanuel se acomodó en la cama y se pasó las manos por la cara.

-Señor – le susurro la enfermera.

Emmanuel volteo a verla ya que le había hablado despacio.

-Sí, diga.

-La paciente que atiendo, la que ha venido me pidió de favor que si le podía decir... si puede venir a su habitación.

-¿Cómo está?

-Bien, pero ella solo me pregunta por usted. Cuando se enteró que despertó ella quería venir pero su madre le negó la entrada.

-De acuerdo. Quiero hablar con ella.

-Gracias, yo le voy a decir.

-Buenas, ¿cómo se siente? ¿Ya todo mejor? – le preguntaba el doctor que en ese momento entraba. Y la enfermera paso a la esquina.

-Ya un poco mejor. Doctor, ¿Cuándo voy a salir?

-Pronto.