Capítulo 1: Similitudes

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Hoy...

-¿Puedes oírme?-preguntó acercándose rápidamente a ella, ansioso-

-Sí-respondió sorprendida dando un paso atrás, sorprendida, no asustada-

- ¿Puedes verme? Dios mío ¡puedes verme!

-Sí-dijo ladeando un poco la cabeza-¿Quién eres? ¿Qué quieres?

-Soy Akihito, Takaba Akihito...soy la pareja de Asami Ryuchi

-No-respondió con firmeza-estás equivocado, la pareja de Asami Ryuchi, soy yo Sarah Nakamura...

Un año atrás...

Sarah caminó confundida en el aeropuerto de narita, arrastrando con ella una maleta y llevando otra en la mano, se detuvo un momento para revisar la nota que llevaba, con los datos del albergue donde pasaría tres días en los cuales haría los trámites para inscribirse a la universidad de Tokio, donde a sus 22 años, realizaría un master en ingeniería, becada a cambio de trabajar tres años para la misma universidad luego de graduarse.

Sarah Nakamura, o Nakamura Sarah, como sabía que la llamarían en ese país, hija de padre japonés y madre inglesa, hablaba y escribía el idioma del país donde se encontraba a la perfección, su padre le enseñó desde pequeña, sin embargo, básicamente a eso se limitaba su roce y conocimiento con esa cultura, la mayor parte de su vida la había vivido en Inglaterra, los últimos 6 años, en casa de una tía, hermana de su madre, tras el trágico fallecimiento de sus padres, así, Sarah de 16 años y su hermano menor Satoru de 11, pasaron legalmente a la tutela de su tía Marie, el único familiar vivo de su madre. Marie no había sido precisamente una madre modelo, si bien nunca les faltó nada, tampoco hubo cariño o atenciones hacía ellos, estaban a cargo de sirvientes y tutores educativos, que eran quienes los llevaban a la escuela y a toda actividad que los hermanos quisieran realizar; porque eso sí, con tal de no tenerlos en casa, la tía Marie pagaba por todas las actividades que al par de hermanos se le ocurriera realizar.

Suspiró para sacudir sus recuerdos y ajustó el abrigo color camel antes de tomar de nuevo la maleta para salir del aeropuerto a la estación de tren, bajo su gorro de lana de un tono más oscuro que su abrigo, sobresalían las largas ondas de su lustroso cabello castaño claro, tenía unos preciosos rasgados y azules ojos, una fina nariz y una figura estilizada, con una cintura bien marcada y largas y bien torneadas piernas, llamaba la atención y notaba las miradas constantemente encima de ella, su piel nívea y tersa llamaba poderosamente la atención; el frio invernal le dio de lleno en la cara al poner los pies fuera del edificio, volteó a ambos lados aun indecisa de hacia dónde dirigirse.

Un sonido para ella desconocido la envolvió, desconcertada vio que estaba casi en medio de 2 grupos de hombres, casi, porque al parecer, estaba más cerca de unos que de otros, su sorpresa fue mayúscula cuando se percató que ese sonido desconocido, no era otro que disparos de arma de fuego, hombres de traje y abrigos casi todos en color oscuro, se disparaban entre sí. Aturdida intentó agacharse para cubrirse, esa acción hizo que uno de los hombres que disparaban detrás de ella, se tropezara y cayera a sus pies, por instinto, se inclinó más a él para preguntarle si estaba bien, una acción por demás estúpida ya que en ese momento el la jaló con fuerza y prácticamente le puso el arma en la cabeza, pero estaba herido y ella en un arranque entre nervioso y enojado se quitó el arma que le apuntaba de un manotazo, sin darse cuenta que el gorro se le había caído con esa vorágine de acontecimientos y de una u otra manera, esa pistola quedaba enredada en sus cabellos...

-¡Maldición, maldición!-chilló intentando desenredar el arma de sus rizos-

De pronto todo pareció detenerse, un hombre alto, y otro de lentes detrás de él la veían furiosos, apuntándole con sus armas, Sarah sorprendida intentaba sacarse la pistola que parecía dispuesta a anidar en su cabello...

Mi nuevo amanecer sin ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora