Capítulo 22...Pandemónium

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Kuroda estacionaba su lujosa camioneta a un costado de las que los guarda espaldas de Asami y los suyos se encontraban y esperó junto con ellos la salida de los chicos, deseaba no verse como un ansioso enamorado ni como un cursi, pues a su lado estaba un oso de peluche y una caja de carísimos chocolates que se detenía a comprar de camino a la universidad, revisó su cabello en el espejo, verificando su apariencia, pues consideraba que ya era suficiente ser 12 años mayor que su novio, para encima no lucir atractivo. Sonrió para sí, no recordaba una sola vez en que le preocupara lucir un buen aspecto frente a su pareja, ni en las 2 relaciones heterosexuales que intentó en la universidad, ni en las 3 homosexuales que tuvo antes de esta, su relación definitiva, vaya, que ni la ocasión en que parecía que la cosa iba en serio en su segunda relación homosexual, se tomaba tantas molestias, darse cuenta que era solo utilizado para pagar cuentas y los constantes reclamos de atención y exigencias de su ex pareja, habían dado al traste con la relación.

Sabía que lo consideraban atractivo, su éxito profesional lo hacía lo que la gente denomina "un buen partido" vaya, hasta un connotado político ofrecía la mano de su hija y el recibir una cantidad muy sustanciosa de chocolates el día de San Valentín, se lo corroboraban, su secretaria contrataba por ese mes un auxiliar para responder por escrito notas de agradecimiento y enviaba luego algunos obsequios en el withe day, pero claro, todo eso quedaba atrás ahora que Satoru estaba en su vida.

Lo tenía fascinado, atrapado ciento por ciento, le gustaban sus ojos grandes y soñadores, enmarcados por largas y espesas pestañas, su nariz fina y respingada, el suave cabello castaño claro casi rubio. La blanca y suave piel, su olor tenue a lavanda, sus labios...besarlo había sido toda un experiencia para él, su ahora novio era inocente e inexperto en cuestiones amorosas y guiarlo resultaba algo deliciosamente nuevo, Shinji nunca había tenido tantas fantasía ni tantos deseos de hacer el amor con alguien, nunca se había preocupado más allá de que sus sabanas estuvieran limpias y de tener una buena botella de vino enfriándose, pero ahora, no...Ahora consultaba lugares de ensueño donde llevarlo para su primera vez, planeaba unos días para llevarlo de viaje, buscaba los mejores sitios, ideas románticas, velas, música, el mejor vino, los más exquisitos bocadillos. Quería darle a Satoru una inolvidable primera vez, claro, cuando se diera, no deseaba presionar ni apresurar, iría al ritmo que el joven marcara, a sus tiempos, en tanto se dedicaría a disfrutar de esa nueva desconocida etapa, en la que los detalles, los paseos, la convivencia, la inocencia, se daban.

Y es que Satoru era muy diferente a sus otras parejas, quizá por su idiosincrasia europea, por su carácter sosegado y hasta tímido a ratos, le gustaba que supiera poner límites cuando algo le disgustaba, pero que ofreciera argumentos sólidos y luego escuchara serenamente a su contra parte, era algo que lo maravillaba, pues por lo general siempre se trata de imponer las ideas; Satoru no, el buscaba un punto medio, como cuando él y Haru negociaban que, al igual que Sarah, un solo guarda espaldas dentro de la universidad y a distancia prudente, era más que suficiente, Asami cedía y a él, aunque no le gustaba la idea, tuvo que acceder también, era el primer noviazgo de Satoru y no quería hacerlo sentir agobiado o peor, que se arrepintiera al ver el riesgo que corría al ver lo que significaba ser el novio del fiscal Kuroda, por supuesto que él nunca permitiría que estuviera en peligro, lo protegería, haría que siempre se sintiera seguro a su lado. Y era hora también, de que él, buscara la estabilidad añorada al lado de alguien. Debía admitir, que estaba enamorado por primera y única vez en su vida.

Satoru no hacía preguntas, más allá de un ¿Cómo estuvo tu día? O ¿Comiste ya? con tanta sinceridad y aire de preocupación que lo llenaba de ternura. No exigía llamadas, no las hacía a cada rato, no acosaba con mensajes, no pedía nada, es más, cuando salían antes de ser novios, siempre ofreció colaborar con la cuenta y como Shinji se negaba, terminaba invitando alguna golosina, su dinero provenía de traducciones del japonés al inglés y viceversa que hacía vía on line, pues ni Sarah ni él aceptaban el dinero de Asami, sabía que el acuerdo con este para pagar su colegiatura en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, era que lo devolvería al cobrar su fideicomiso, desde luego él tenía planeado hacer ese pago, pero lo discutiría con Satoru llegado el momento, lo que si planeaba era hacer que le aceptara una tarjeta de crédito, ahora que iría a la universidad.

Mi nuevo amanecer sin ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora