Capítulo 52: ¿Hasta dónde vas a llegar?

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Mikahil besaba con devoción la frente de Feilong, luego de hacer el amor varias veces desde la tarde y ahora en plena madrugada que su adorado dragón caía en un profundo sueño, lo contemplaba extasiado, siempre lo había catalogado como "la persona más bella del planeta" y atacar su casino no era sino una burda manera de llamar su atención, usando como pretexto el querer saber porque se enfrentaban China y Japón, lo cierto es que moría de celos y se enfrascaba en esa disputa solo para estar cerca de Feilong.

El estúpido de Yuri había complicado las cosas al querer abusar de Akihito y llevarlo al límite de la cordura, Mikahil aprendió en ese momento a respetar a la pareja de Asami Ryuichi, había herido a Yuri y matado a dos de sus mejores hombres, desde luego, la culpa recayó en su hermano al que por meses creyó muerto ¿Quién le iba a decir que volvería al mismo tiempo que él conocía la gloria en brazos de Liu Feilong? Que se atreviera a secuestrarlo para someterlo le había costado muy caro a Yuri y de no ser porque el propio Feilong le sugería mantenerlo cerca para vigilarlo, él lo habría exiliado a Siberia.

Su larga lista de conquistas terminaba la tarde en la que Feilong se entregaba a él, por orgullo del líder de Baishe decía que era por ayudar a Asami y sí, pero su mirada rebelaba otra cosa, estaba tan enamorado como él y las razones para no estar juntos las había provocado el propio ruso, razones rubias, morenas, afroamericanas y cambiando la "a" por la "o" en cada adjetivo calificativo. Tuvo tiempo de arrepentirse después, cuando Akihito le decía que si era tan idiota para no darse cuenta que Feilong llegaba solo a los eventos a los que asistían con la esperanza de que él lo hiciera también y poder iniciar algo, pero él siempre se presentaba acompañado, haciendo que el líder de Baishe pusiera poco a poco una pared de indiferencia.

Claro que como decía su adorado chino, le tocaba "beber vinagre" termino que usaban en el su país para referirse a sentir celos, pues no tardaba mucho tiempo solo, siempre se acercaba alguien a él para hacerle compañía, siendo aceptado por un altivo Feilong y el tipo en suerte, caía rendido a los pies del hermoso líder de Baishe. Y habría sido el cuento de nunca acabar, de no ser porque Takaba, los encerraba en el archivo de la empresa de Asami, negándose a dejarlos salir hasta que hablaran de sus sentimientos y aclararan según les había gritado "una puta vez" lo que sentían.

Y entonces, su felicidad se la debía a Akihito, cuando encerrados, se había puesto de rodillas, pidiendo una oportunidad y jurando no solo amor, sino fidelidad absoluta. siendo aceptado con un "eres un idiota y yo más por jugármela contigo"  pero su promesa era cumplida Mikahil Arbatov se rindió ante Liu Feilong desde ese instante y para el resto de su vida.

—Deja de contemplarme y duerme—decía Feilong, jalándolo hacia él—que mañana tenemos un atareado día.

—Querrás decir en un rato—respondía oliendo un mechón de la sedosa y fragante cabellera que lo enloquecía.

—Sí eso dije—Mikahil sonreía al verlo acomodarse bajo la almohada.

Se acomodaba de tal forma que pudiera tener a Feilong entre sus brazos y sentía como la pierna de él se enredaba en su cintura, no pasaba mucho tiempo antes que su teléfono comenzara a sonar, intentaba tomarlo de la mesita de noche pero terminaba en el piso, como no llamaba más se dejaba caer de nuevo en la almohada, pero entonces era el de Fei el que replicaba, el sí lo tomaba.

—Es Tao—decía respondiendo y Mikahil se despabilaba para recoger el suyo, la llamada perdida era del chico—¿Qué? ¡Pero qué le pasa!, ok, si, lo lamento, no te quise gritar.

Lo veía poniéndose de pie y haciéndole una señal para que hiciera lo mismo, mientras se dirigía al baño y escuchaba la regadera.

—Enseguida vamos para allá, si, no te preocupes Tao, te llamaré en cuanto sepa que sucede, Mikahil, ven a darte un baño rápido, Kuroda va al hospital con Sarah—apuraba preocupado y agregaba—no sé qué pasa.

Mi nuevo amanecer sin ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora