( ★ ) One-shot «Dead Musical Notes»

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Ella era una chica que siempre buscó otras alternativas contrarias a la muerte, se decidió por otras para no darles el lujo a los otros de verla muerta.

Si querían que ella llorara, iba a sonreír, les mostraría que ella a pesar de ser un ángel de alma negra podía aguantar el peso y el dolor.

Su familia era un desastre, parecía como si realmente podrías ver que los lazos de familia ya no eran lo mismo, parecían desconocerse y actuaban como si nunca se conocieron o vieron en sus vidas.

Y para alguien como ella, sensible veía todo eso y la afectaba, pero aún así no caía, o al menos lo intentaba.

De pequeña siempre amó la música por lo que sus padres le habían comprado una hermosa guitarra clásica, ella desde que vio una y tocó sus cuerdas prácticamente se enamoró del sonido que esta trasmitía, pareciera como si hubiese encontrado el amor en un instrumento acústico.

Tenía alrededor de siete años cuando estaban todos en clases de música y la maestra tocaba ese instrumento, ella la veía tocar las cuerdas encantada del sonido.

-Bueno, chicos voy a buscar el teclado. -dejó la guitarra sobre el escritorio y los chicos se levantaron del suelo para jugar unos minutos.

-Melissa, ven. -llamó ella.

Su amiga asintió y fue con ella al escritorio. Lo alabó unos segundos y con sus pequeños dedos acarició la madera del instrumento, sintió como si fuese sido encantada con un hechizo por el instrumento.

Miró sus seis cuerdas, lentamente acercó la mano hasta tocar la tercer cuerda, haciendo que emita un sonido.

Sus ojos se iluminaron, se había enamorado de verdad.

La maestra llegó con el teclado electrónico y los chicos se acercaron corriendo hacia la profesora, ella y su amiga estaban allí con sus compañeros pero el corazón de ella parecía estar dentro de esas cuerdas.

Desde entonces ella le pedía a sus padres como Navidad una Guitarra, ella la deseaba, hasta que cuando cumplió los diez años le dieron dicho instrumento.

Ese día se levantó de la cama, ¡hoy habían regalos! Corrió emocionada para ver si su deseo de la música se había cumplido y sí lo fue. El instrumento yacía sobre una silla del comedor con su estuche negro, que lo mantenía protegido.

Sus ojos se iluminaron, se había enamorado de nuevo.

Fue hasta el y lo tomó, tenía un tamaño considerablemente grande para su pequeño cuerpo de niña, pero eso no le dijo que no podía tomarlo y tocar.

Comenzaba a tocar las cuerdas al azar, y le encantaba, su rostro era satisfacción.

Pasó un año y ella entró a unas clases de guitarra con otros niños, el profesor y todos allí le decían tener el don de la música, aprendía con mucha facilidad las notas y lo hacía sin practicar en su casa.

No lo hacía por vergüenza a que la oigan tocar.

Pasaron los años y ese instrumento era el amor de su vida, realmente le gustaba.

Ahora ella tenía dieciocho años.

Guardó el instrumento en su estuche y lo tomó saliendo de la casa, hoy iría a sus clases de guitarra pero abría un profesor nuevo, pues el otro ya estaba muy viejo y no podía enseñar mucho.

Tocó la puerta del lugar con una sonrisa y esperó a que esta se abra, ese lugar para ella parecía ser una segunda casa, cuando entraba a ese lugar la vida de mierda que llevaba la hacían entrar en otra, se perdía entre notas y sonidos.

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