★ OS ⟨You're a soul⟩

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[canción en multimedia]













Caminaba por las calles oscuras de la noche aquella, completamente fría pero al mismo tiempo se hallaban las estrellas iluminando estúpidamente mi camino. El frío calaba por tu cuerpo y erizaba todos tus bellos pero las estrellas parecían relajar y sacar lo bonito de aquella noche en la que nadie quisiese estar afuera a atraparían algún resfriado.

Caminaba desganado arrastrando sus pues inútilmente, con sus manos dentro de sus bolsillos y ocultando su cuello como una cría de pollito a punto de dormir bajo el brazo de su madre en una noche fría. Soltó un suspiro con mucho dolor, como si aquello fuera el resultado de una daga incrustada desde su interior en el medio de su pecho donde se ahuecaba como un objeto de porcelana que, con cada paso, se partía más y más hasta que finalmente dejara a la vista del mundo un corazón latiente aún sobreviviendo entre una sociedad prácticamente muerta, donde nadie vive cómo debería, donde todos olvidaron sus raíces costumbres con el paso del tiempo.

Al parecer aquello dolía como si te torturaran con una de esas famosas máquinas antiguas medievales que usaban para herir y lastimar hasta la muerte a las personas—mayormente—inocentes. Una lágrima se deslizó silenciosamente de su ojo izquierdo comenzando a caer lentamente pasando por sus pómulos rosados por el frío y luego se colgaban de su mandíbula observando atentamente el acantilado que había allí. Lo lejos que estaba el suelo desde allí, pero sin importarle mucho se soltó dejando todo lo que había allí atrás, iniciando a caer hasta estrellarse contra la acera de la calle. Muriendo al instante.

Caminó unos cuantos metros más hasta encontrarse con aquella casa en ruinas donde vivía cuando era pequeño, suspiró tragándose una vez más los gritos que hacía años atrás debió haber sacado y no haberlos resguardado dentro de una caja débil y putrefacta. Observó cada postigo rostizado y en descomposición, las ventanas sin cristales en un color grisáceo, las paredes caídas y quemadas. Todo lo que alguna vez había sido su punto de inicio y su razón por volver al mismo lugar una y otra vez, se encontraba en ruinas. Absolutamente todo estaba destruido. Y con ello, sus recuerdos se quemaron con aquella vieja casa donde había vivido de pequeño. Sus emociones al rojo vivo le perforaban cada día y momento su mente dejando marcas graves allí. Sus pensamientos hacían el sentido de las brasas, un tipo de brasa que no parecía que terminaría por apagarse. Continuarían encendidas hasta que su llama se extinguiera. De lo contrario, las brasas encendidas y el fuego rojo estaban destruyendo por dentro al pobre Min YoonGi.

Se giró sobre sus talones retrocediendo por donde había venido, dejando atrás junto los últimos recuerdos que había tenido de toda su vida allí, junto con las personas que consideró su familia y amigos. Comenzó a sollozar un poco más, soltando lágrimas con más rapidez que antes, dejando una detrás de otra caer y caer por sus ojos y morir inútilmente contra el suelo asfaltado. Dejando un rastro de gotas pequeñas por su camino, como si aquellas le ayudaran a que alguien lo encontrara, como Hansel y Gretel con las migas de pan, sólo que aquí nadie se comías las migajas; en realidad desaparecían por sí solas.

Se sentía como si nadie supiese de él, era alguien similar a un alma vagando por el mundo buscando de alguien que lo ayudara a llegar a aquella luz pura y blanca que representaba la paz mental y física: el fin del camino. Pero eso no podía ser, porque simplemente él tenía un tipo de propósito aquí en esta vida, en esta dimensión y época. Una muy en particular, de la cual él no podía negarse ni tampoco soltarse, simplemente porque no podía.

Alzó la vista al cielo negro cubierto como una manta negra de lana gruesa sobre la ciudad con manchas blancas de todos los tamaños esparcidas como salpicaduras de un pincel por todas partes, dándole un toque extrañamente único y artístico; acompañando el color oscuro y simple que había allí. Bajó la vista a sus pies y soltó otro suspiro, caminó unos pasos y se sentó en la acera de la calle. Solo. En silencio. Con frío.

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