4

19.9K 1K 373
                                    




Llegué al baño casi corriendo y, por suerte, me encontraba sola. Sentía mi corazón latir a mil por hora y mi rostro estaba completamente pálido. El rostro que me devolvía el espejo era el de una mujer asustada, con la piel pálida y los ojos abiertos por la sorpresa. Mi pecho subía y bajaba con rapidez, y es que sentía que el aliento comenzaba a faltarme.

No podía creerme que Enzo le hubiese hecho algo así a alguien con quien iba a casarse y que encima tuviese el descaro de decirme que no me había vuelto a hablar porque había perdido el móvil —aunque lo más patético es que, por unos momentos, me lo creí—. Lo único que sacaba en claro de aquella situación, es que nunca más volvería a liarme con alguien sin conocerle mínimamente, pues haberlo hecho era lo que me había llevado a aquella situación.

Abrí el grifo y mojé mi rostro. Incluso me daba igual que el maquillaje se estropease. Necesitaba refrescarme. Cogí una de las pequeñas toallas que estaban a disposición de los invitados y sequé mi piel, intentando regular mi respiración mientras notaba que mis latidos se tranquilizaban poco a poco. No sabía qué iba a pasar con ese compromiso si la chica se enteraba de aquello, pero desde luego yo no tenía la responsabilidad de aquello. De pronto, escuché cómo se abría la puerta.

—Lara... —dijo aquella voz que tan poco quería escuchar.

—Vete, Enzo. No hay nada más que hablar —solté dándole a la espalda—. Solo espero que tu prometida sepa con qué clase de tío va a casarse. ¡Eres lo peor!

Él, haciendo caso omiso a mis palabras e incluso a mi lenguaje corporal de rechazo, pues para entonces ya me encontraba casi a la otra punta de la estancia, no dudó en acercarse a mí.

—Mi mundo no es como el tuyo, Lara —comenzó—. Lo que ha pasado no es lo que parece.

—Que no es lo que parece, dice... —repetí enfadada. Le hubiera dicho de todo en aquel momento, pero preferí conservar mi dignidad y no rebajarme— ¿Y qué es entonces, Enzo? Te acuestas conmigo, me pides el teléfono, hablamos durante días y dices querer conocerme, me intereso por ti, desapareces... ¿Y resulta qué estás prometido?

Sonrió, desconcertándome con un gesto que no venía a cuento. Sentí entonces que se estaba riendo de mí, que había caído en la trampa de sus encantos y que no había podido equivocarme más. Pensé que era un buen tipo después de lo que hablamos y lo que compartimos, pero, al parecer, mi intuición había fallado.

—¿En serio te interesas por mí? —cuestionó de sopetón, encendiéndome de rabia.

Enzo se acercó a mí, poniendo una mano en mi cintura sin ni siquiera ser capaz de apartarme por lo descolocada que me había dejado. No llegaba a comprender nada de la actitud que estaba teniendo, y eso lograba enfurecerme todavía más. No obstante, entonces ya comenzaba a ser conmigo misma.

—Estás preciosa... —susurró acercando su rostro al mío.

Y reaccioné. Le di un suave empujón y levanté mi mano para darle un bofetón que resonó por todo el baño. Nunca había agredido a nadie de ese modo por mucho que viese en las películas que podía ser algo habitual. No me gustaba la violencia, pero en aquel momento me salió solo y pensé que se lo merecía como nadie.

—¿De verdad me estás diciendo que lo único que te importa de lo que te he dicho es que me interesaba conocerte? ¿Me tomas por gilipollas, Enzo? ¡Vete a la mierda!

Intenté pasar por su lado con rapidez para salir de allí. Debía huir si no quería que mi estúpida facilidad para llorar me dejase todavía en más evidencia de la que ya sentía. Lo único que conseguí fue que él me agarrase del brazo y tirase de mí para ponerme ante él con algo de rabia. Su otra mano estaba sobre su rostro, frotando el lugar donde le había pegado y el cual comenzaba a verse colorado. No le había gustado nada mi tortazo, pero tampoco lo pretendía. Si tenía que enfadarse conmigo que lo hiciese, estaba dispuesta a aceptar aquella contradicción. Lo único que quería era alejarme de él y no tener que volver a verle en mi vida.

Entre la multitud, tú © [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora