El resto de la mañana fue algo confusa y a duras penas pude acabar el trabajo que Mercedes me había mandado hacer, incluso quedándome dos horas más. Seguía algo aturdida por lo que había pasado aquella mañana tanto con Enzo, como con Julia o con Víctor –aunque debo admitir que este último era el que más me preocupaba en ese justo momento–.
No podía negar que Víctor era un chico muy atractivo y que tenía una conexión con él bastante fuerte, pero estaba tan segura de mis sentimientos por Enzo que la única explicación lógica a lo que había ocurrido al despedirnos en su despacho fue que había sido un simple momento de atracción física debido a la confusión y al enfado que sentía en cuanto a Enzo. Además, cada vez que conocía más a Víctor, más similitudes le encontraba con su hermano –los gestos, la manera de moverse, de mirar o incluso la forma de abrazarme– y eso, quizás, era la única razón a mi confusión.
Sin querer darle más vueltas al tema de Víctor y pensando en qué debía hacer exactamente con Enzo para poder sentirme bien y tranquila estando con él, decidí finalizar mi jornada y me fui de la oficina pasadas las tres de la tarde.
Pensé en comer algo antes de coger el metro, pues entre que llegaba a casa y preparaba algo para comer se me harían más de las cuatro de la tarde. Sin embargo, no tenía nada de hambre, así que me dirigí directamente a casa.
Durante el trayecto y pese a llevar la música puesta, mi mente no pudo evitar divagar y analizar lo que ocurría con Enzo. Confiaba prácticamente al cien por cien en él; sabía que sentía algo por mí y que quería estar conmigo, pero la manera en la que estaba llevando el asunto de su compromiso me desesperaba cada vez más.
Sí, estaba feliz porque su plan parecía ir viento en popa y sí, sabía que estaba poniendo todo de su parte para ir lo más rápidamente posible, pero que hubiese involucrado a Julia en el asunto y que confiase tanto en ella –hasta el punto de dudar de mí ,acusándome de malinterpretar las cosas a causa de los celos– me volvía loca.
En cuanto crucé el umbral del apartamento, solté un largo suspiro, como si el aire hubiese quedado retenido en mis pulmones durante horas –de hecho, así había parecido ser desde que había iniciado aquella maldita reunión a las diez de la mañana–.
Me puse el pijama directamente para estar más cómoda, pues no tenía intención de salir más en todo el día por mucho que Carla insistiese en ir a tomar algo. Justo cuando me acomodé en el sofá con el portátil sobre mis piernas para comprar algo de ropa online, escuché como llamaban a la puerta.
«Maldita Carla», pensé. Era la hora a la que ella solía volver. «Otra vez se ha dejado las llaves».
Me levanté, mosqueada por la interrupción, y abrí el portal sin ni siquiera preguntar. En ese preciso momento, y habiendo abierto ya la puerta del apartamento para esperar a mi amiga, el móvil que portaba en la mano vibró y se iluminó para mostrarme un mensaje de Carla, diciéndome que vendría directamente a cenar, pues iba a ir a comprar un vestido con una compañera del trabajo que le sirviese para la cita que tenía pensado tener con Jorge este próximo fin de semana.
«Pero si Carla no va a venir entonces quién...»
Y no tuve tiempo de finalizar mi pensamiento. Cuando alcé la vista de la pantalla de mi teléfono, me topé con el traje gris que escondía aquel cuerpo esculpido que tan bien comenzaba a conocer. Mi sospecha se confirmó en cuanto estiré mi cuello y me encontré con la profunda y azul mirada de Enzo. Era él, y estaba plantado frente a mí mirándome de aquel modo que tanto me agradaba y lograba desestabilizarme.
Tras algunos segundos observándonos y sin decirnos absolutamente nada, sacó las manos que tenía escondidas en la espalda para mostrar frente a mí un precioso y colorido ramo de flores que, además, olía de maravilla.
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Entre la multitud, tú © [En revisión]
RomanceUna ciudad, millones de personas... y ellos. La vida de Lara dará un giro de 180 grados en su último año de Universidad, en el que conocerá a mucha gente nueva. Entre ellas estará Enzo, un joven empresario que llegará a su vida para ponerla patas ar...