Viernes. Al fin la semana había llegado a su fin. Enterarme de que Enzo había viajado nuevamente a Australia y que estuvo allí aquellas últimas tres semanas, relajó mínimamente la tensión que aparecía en mi cuerpo cada vez que pisaba el edificio de F&A. Al menos descarté la posibilidad de encontrármelo en el ascensor o en el hall de entrada –dada mi suerte, de haber estado en la ciudad seguramente me lo hubiese encontrado en cualquier lugar–.
No es que no tuviese ganas de verle. De hecho, le echaba tanto de menos que estaba segura de que no podría resistirme a su presencia con tan solo sentirlo cerca, pero también sabía que eso solo iba a hacernos sufrir a ambos. Por el momento y pese a que no tenía ninguna intención de evitarle toda la vida, creí que era lo mejor.
Él intentó contactar conmigo en más de una ocasión, llamándome o enviándome mensajes, pero mi corazón se aceleraba tanto y mis ganas de llorar aumentaban hasta tal punto cada vez que veía su nombre en la pantalla, que tuvo que conformarse con hablar con Carla una tarde que acabó llamándola a ella, desesperado por saber cómo estaba yo.
Escuchar su voz a través del auricular de Carla me rasgó el corazón, acrecentando el vacío que sentía en mi interior desde que le había echado de mi vida aquella mañana de domingo. Sin embargo, me alegré al saber que seguía con su vida y que los negocios conseguían, al menos, distraerle durante gran parte del día.
Aquel mismo jueves, Víctor me llamó para proponerme ir a un concierto de rock que, me enteré en aquel momento, supe que a él también le gustaba. Había estado tan enfrascada en lo mío con Enzo y en todos los problemas que nos rodeaban, que no me había enterado, al contrario de cómo solía hacer, de que uno de mis grupos favoritos tocaba en una sala de la ciudad.
Dudé en si ir o no, pues cuando me llamó estaba bastante desanimada, pero tener a Carla pegada al altavoz mientras hablaba con él provocó que ella también se apuntase –sobretodo porque también era un grupo que le gustaba y porque le había explicado mi extraña situación con Víctor–. Acabamos quedando también, obviamente, con Jorge.
Ciertamente logré pasar una tarde estupenda con mi amiga mientras nos preparábamos para salir. Las guitarras eléctricas, el pronunciado bajo, la voz rasgada de la cantante y el rítmico sonido de la batería sonaban por toda la casa mientras Carla y yo escogíamos qué ponernos para el concierto.
Siempre nos había gustado ir acordes con la situación para aquel tipo de eventos, pero sin poderlo evitar mi mente viajó a la noche en la Sala Heaven, el último concierto al que asistí y en el que conocí a Enzo.
Parecía que hiciese años de aquel momento, porque verdaderamente habían pasado muchísimas cosas desde entonces, pero la realidad es que apenas habían pasado unos cuantos meses.
Sí. Sin duda le echaba de menos, pero debía ser consecuente con mi decisión. Por mí y por ambos.
–¿Qué te pasa? –preguntó Carla, percatándose de mi cambio de actitud.
Llevaba toda la tarde cantando y saltando y acababa de quedarme paralizada frente al espejo.
–Nada, déjalo –respondí intentando evitar el tema.
–Enzo –supo ella sin tener que decirle nada más.
Suspiré. Me desesperaba no poder ser la dueña total de mis pensamientos y que él se colase en ellos. Era cierto que ni siquiera había pasado un mes desde lo que pasó, pero seguía teniendo tan presente el dolor y vacío que me provocaba su ausencia que me estaba costando salir adelante. Incluso más de lo que hubiese imaginado.
–Es normal que sigas pensando en él, cielo –me consoló mi amiga–. ¡Pero pienso hacer que te lo pases genial en el concierto! Además... estará Víctor –insinuó.
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Entre la multitud, tú © [En revisión]
RomanceUna ciudad, millones de personas... y ellos. La vida de Lara dará un giro de 180 grados en su último año de Universidad, en el que conocerá a mucha gente nueva. Entre ellas estará Enzo, un joven empresario que llegará a su vida para ponerla patas ar...