Era martes y todavía seguía en las nubes. El fin de semana con Enzo seguía acaparando toda mi atención a pesar de haber tenido que volver a la ciudad antes de lo previsto. El domingo por la mañana, Enzo se levantó realmente dolorido al haber estado todo el sábado yendo de un lado a otro, pero incluso con toda la preocupación que eso me provocó y el haber tenido que conducir yo misma su coche hasta llevarle a su apartamento –donde me quedé haciéndole compañía hasta la hora de cenar–, fue el mejor fin de semana de mi vida.
Supe que el lunes Enzo no había ido a la oficina debido a su agotamiento y dolores físicos, pero ese día me había dicho que se reincorporaba. El mero hecho de saber que se encontraba a pocos pisos de mí, provocaba un extraño aunque más que agradable cosquilleo en mi estómago.
–¡Madre mía! –vociferó Daniel a mi lado, sacándome de mi ensoñación de un salto– Tranquila, querida. ¿Te he bajado demasiado rápido de las nubes? Algún día tendrás que contarme quién es la persona que te hace soñar tanto –me pidió por tercera vez en aquella semana, molesto por no haberme conseguido sacar nada.
–Solo estoy distraída –quise justificarme sin éxito–. ¿Por qué has gritado así? –quise saber para cambiar de tema.
–Mira esto –contestó simplemente girando la pantalla de su ordenador.
Lo que vi en ella me heló la sangre, me paralizó las extremidades y me hizo comenzar a sudar. Su navegador estaba repleto de pestañas abiertas con titulares como "Fin de semana clandestino del heredero del imperio F&A. ¿Quién es la mujer misteriosa?" o "¿Fin del compromiso Ferrara & Sanz? El joven más apuesto de la ciudad pasa un romántico fin de semana con una joven desconocida".
Me acerqué con mi silla a su ordenador, arrebatándole el ratón a mi compañero, dejándole algo perplejo. Vi incluso que en algunos de los artículos aparecían fotos nuestras paseando por la playa o por el puerto marítimo.
Mierda.
–Madre mía, qué ímpetu –comentó mi compañero–. ¿Tanto te interesa?
–Adoro los chismes –mentí.
Tras deshacerme de su mirada de desconfianza, respiré algo más tranquila. La mala calidad de las fotografías y el hecho de aparecer o de muy lejos o de espaldas, hacían difícil la tarea de reconocerme. Era prácticamente imposible. Daniel no lo había hecho y eso me serenó ligeramente.
–Pues ya ves, Enzo Ferrara es un completo mujeriego. Comprometido y pasando ardientes fines de semana con otra mujer sin esconderse. Ya te lo dije, no tengo nada que hacer con él –suspiró.
–Una pena –comenté de forma automática mientras leía los artículos comprobando que en ninguno se revelase mi identidad.
–Verdaderamente. Supongo que su compromiso debe ser uno de esos de conveniencia, pero tampoco es necesario dejarse ver con otra como si nada. De todos modos, toda una suertuda –siguió comentando mientras se estiraba en su silla.
–¡García y Adúriz! –escuchamos detrás de nosotros a la vez que Daniel me quitó el ratón para cerrar el navegador– ¿Se puede saber qué están haciendo? –preguntó la que era Mercedes.
La mujer nos miró de forma amenazante –especialmente a mí– y tenía la pinta de no querer abandonar el habitáculo hasta que le diésemos una explicación mínimamente razonable.
–Enseñaba a Lara a utilizar el buscador del departamento –mintió mi compañero con rapidez y una aparente tranquilidad que me sorprendió incluso a mí.
–Vaya... me sorprende que la señorita no sepa utilizarlo con lo buena que es con las nuevas tecnologías –comentó con maldad para recordarme que seguía molesta conmigo por mi intervención en la reunión del viernes, aquella que parecía quedar tan lejana para mí–. En fin, hagan el favor de ponerse a trabajar. Estaré todo el día fuera, pero Adúriz, antes de que te vayas quiero el expediente de la demanda contra TecnoCorp en mi despacho.
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Entre la multitud, tú © [En revisión]
RomanceUna ciudad, millones de personas... y ellos. La vida de Lara dará un giro de 180 grados en su último año de Universidad, en el que conocerá a mucha gente nueva. Entre ellas estará Enzo, un joven empresario que llegará a su vida para ponerla patas ar...