Capítulo 11

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P.O.V. NATALIA

Alba estaba nerviosa, se podía ver a kilómetros, pero yo estaba convencida de que su voz me iba a sorprender, ya que ella no dejaba de hacerlo constantemente. Se sentó bien en el sofá, yo me levanté del suelo, dejando la guitarra en la mesa y me senté junto a ella. 

Y empezó a cantar, se me cortó la respiración por un segundo, su voz era increíble. No me miró a la cara mientras cantaba, miraba a todos lados menos a mi, pero yo no podía apartar mis ojos de ella. Nunca había escuchado una voz como la suya, era rasgada y cálida a la vez, como si estuviese un poco afónica, y la controlaba a la perfección. No se cuanto duró la canción, perdí la noción del tiempo, pero cuando terminó, se quedó mirando sus manos, mientras jugaba con sus dedos, y se puso notablemente roja. Seguía sin mirarme a la cara, así que lentamente acerqué mi mano a su barbilla y la obligué a mirarme a los ojos. Ella se sorprendió ante mi gesto, y yo me reí, cosa que hizo que se pusiese más roja y que intentase volver a bajar la cabeza, pero se lo impedí volviendo a subírsela con los dedos. 

- Alba, mírame - Dije, consiguiendo que me mirase a los ojos - Eres increíble. 

- Mi voz no es nada del otro mundo... - Dijo, sonriendo con timidez.

- Rubia, tu voz parece de otro mundo, te lo prometo. Si la academia fuese un concurso no me hace falta ni escuchar a los demás, apostaría por ti como ganadora sin pensármelo dos veces.

- Eres una exagerada, Nat - Dijo riéndose.

- Como vuelvas a infravalorarte ni que sea un poco te juro que... 

- Que que?

- Que te las verás conmigo. - Dije, intentando no decir lo que realmente le haría con tal de que viese que era perfecta.

- Y que me vas a hacer tu? - Dijo, con una sonrisa pillina. La pregunta me pilló desprevenida, no me la esperaba. Tartamudeé un poco, cosa que hizo que se riese de mi. La miré fingiendo estar enfadada, y cuando no se lo esperaba le empecé a hacer cosquillas, mientras ella me gritaba que parase.

Sin darnos cuenta terminamos tumbadas en el sofá, yo estaba encima suyo, y ella me intentaba devolver las cosquillas, pero le cogí las manos y dejó de hacer fuerza. Nuestras caras estaban muy cerca, podía notar su aliento en mis labios, y yo aún le sujetaba las manos, así que no me podía mover. La miré a los ojos, que me miraban con una mezcla de vergüenza y de sorpresa, mi vista se desvió por un segundo a sus labios, pero la volví a subir, entendiendo que ese no era el momento. Ella se rió levemente, y yo solté sus manos, levantándome poco a poco para no hacerle daño.

- Que sepas que he ganado - Le dije, intentando suavizar la situación.

- Te he dejado ganar, que es diferente.

- Pero que mentirosa! No sabes perder, Rubita.

La miré, nos reímos, y le dije que me iba un momento al baño. Me dirigí hacia allí, cerré la puerta detrás de mi y me miré al espejo, apoyando mis manos en la pica. Que me estaba pasando? Yo nunca había sido así, y menos con alguien a quien conocía des de apenas unas horas. Me acordé de Mikel y inevitablemente mis ojos se humedecieron, me lavé la cara con agua, la cual se mezcló con mis lágrimas, que habían empezado a salir sin control. 

Me senté en el suelo frío del baño, apoyando mi espalda contra la puerta, y puse mis manos en mi cara, mientras lloraba. No podía dejar de pensar en la conversación que habíamos tenido Mikel y yo unas horas antes. Había sido tan feliz a su lado... Pero eso se había acabado, y ya no había marcha atrás, él había decidido tomarse nuestra relación como un simple juego, me había engañado, y yo nunca se lo perdonaría, de eso estaba convencida. 

Cuando llevaba mas de cinco minutos llorando, noté como alguien se sentaba al otro lado de la puerta, apoyando su espalda contra ésta.

- Nat, estás bien? - Dijo Alba, con una voz triste. 

- No - Me sinceré.

- Puedo entrar?

Me levanté, intentando secar mis lágrimas, y abrí la puerta. Le iba a hacer un hueco para que se sentase junto a mi, pero no me dio tiempo, ya que se abalanzó encima de mi dándome un abrazo.

Volví a llorar sobre su hombro, y ella me abrazó con más fuerza. Cuando me tranquilizé me aparté un poco de ella, y le miré a los ojos. Había cierta comprensión en ellos, me entendía, y yo lo sabía.

- No se que ha pasado entre vosotros - Me dijo, sincerándose - Pero hace unos meses yo estaba en tu situación, y créeme que no vale la pena martirizarse. Llora todo lo que necesites, pero no te eches la culpa de nada, por favor.

- No lo puedo evitar - Dije, mientras una lágrima, que Alba se apresuró a limpiar, resbalaba por mi cara. - No puedo dejar de pensar que a lo mejor no era suficiente para él.

- Nat, no tienes que ser suficiente para nadie, tienes que ser tu. Si siendo tu no le gustas entonces no te quiere bien.

- Tienes razón... - La miré a los ojos, otra vez, intentando que entendiese lo agradecida que le estaba, y me atreví a preguntarle lo que llevaba pensando des de que entró en el baño - No quiero dormir sola hoy.

- Si me lo pides me quedo. - Dijo, con una media sonrisa.

- Alba Reche, me harías la persona más feliz del mundo si te quedaras conmigo esta noche.

- Pues no veo porque no... La verdad...

Le sonreí y ella me respondió de la misma forma. Cogió el móvil y le mandó un mensaje a María, diciéndole que no iba a volver a casa hasta mañana, no me quiso enseñar lo que obtuvo como respuesta, pero se puso roja y me lo pude imaginar.

Nos dirigimos hacia mi habitación, le dejé un pijama y se metió en el baño a cambiarse de ropa, mientras yo me cambiaba en el cuarto. Cuando salió no pude evitar mirarla, se había soltado el pelo y desmaquillado, como podía ser tan guapa esa mujer? Me miró, sin entender el repaso que le hice y se acercó a mi, sentándose a mi lado en la cama.

- Oye, no te he dicho nada, pero María me ha invitado mañana para ir de ruta por Madrid con vosotras. - Le conté.

- Pues fíjate, yo me acabo de enterar de que mañana tengo el día planificado. Suerte que no conozco a demasiada gente y no tengo nada que hacer mañana, que si no...

- No te debe costar demasiado entablar amistades, o más que amistades.

- Porque dices eso?

- No lo sé, con la tontería de pedir fuego le entras a cualquiera - Bromeé, viendo como abría los ojos - Es una broma, mujer.

- Y-ya, ya.

Solté una carcajada ante su reacción, y ella me dió un golpe en el brazo, quejándose.

Nos tumbamos en la cama, y por primera vez des de hacía horas cogí el móvil.

- Mikel me ha hablado - Dije revisando los mensajes, cosa que hizo que Alba me mirara al instante.

Cogió mi móvil, le bajó el sonido y lo puso en la mesita de noche que quedaba a su lado de la cama, haciéndome imposible cogerlo. Le sonreí, y le susurré un gracias. Me tumbé del todo en la cama, viendo como Alba hacía lo mismo.

Me quedé mirando hacia el techo con las manos en la barriga. Los recuerdos me estaban matando por dentro, no podía evitar pensar en todo lo vivido junto a él.

- Oye, Nat - Dijo Alba, girándose para tenerme de frente. - No lo pienses más, se que parece difícil o imposible, pero es lo mejor para ti, créeme.

Yo seguía mirando hacia el techo, y ella puso su mano en mi moflete, acariciándome mientras me miraba fijamente. Empezó a tararear la canción "She used to be mine", y yo la canté junto a ella, a ritmo pausado y volumen flojo.

Me acerqué a ella y la abracé, no sé cuánto tiempo estuvimos así, ya que el sueño me venció y me quedé dormida entre sus brazos, mientras ella tarareaba aún esa canción.

Esa fue la primera noche en mucho tiempo en la que me sentí en casa, aún estando lejos de Pamplona, esa noche descubrí donde querría estar el resto de mi vida.

Stupid Love Song ~ Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora