P.O.V. NATALIA
El juicio se me hizo largo por la intriga de un final que deseaba que estuviese de nuestro lado. Yo estaba sentada a unos metros de Alba detrás suyo. Sus nervios se hicieron ver en numerosas ocasiones, pero como ya le había dicho antes de entrar en la sala "Solo tienes que girarte y mirarme a los ojos, yo voy a estar allí en todo momento, déjame ser por un vez tu calma". Se giraba, me miraba con sus ojos miel, le sonreía aun estar ambas temblando y ella volvía su vista al frente. Unos metros a la izquierda de Alba, Álex se encargaba de mirarme con arrogancia de vez en cuando, aunque por su cara de corderito degollado podía ver que nada estaba saliendo como él lo había planeado, y eso me encantaba. Estaba recibiendo su merecido, y tanto la rubia como yo esperábamos que estuviese pagando sus errores una larga temporada. Capitaneando la sala una jueza miraba a ambos protagonistas seriamente y ponía el orden necesario. Me había alegrado al saber que una mujer decidiría el futuro del chico, ya que conocía la sociedad en la que estábamos y sabía la de casos que se habían sacado de contexto o otorgado un injusto final. Al lado de Alba mi madre permanecía inquebrantable. Estaba en su terreno y yo sabía mejor que nadie que cuando una idea se le metía en la cabeza era muy difícil que no te convenciera. La intención de mi madre era una larga condena para el chico y una compensación económica para Alba, y yo estaba convencida de que al menos la primera iba a salir como queríamos.
Cuando me tocó declarar en mis manos apareció un tic nervioso que hasta ese momento desconocía, Alba me miró con una sonrisa que mostraba agradecimiento y fuerza, aunque esa última la había perdido un poco al tener que explicar todo lo sucedido entre ella y el acusado, ya que el abogado de éste había sabido jugar sus fichas y había intentado desestabilizar a Alba. Por suerte mi madre había salido a la defensa consiguiendo esquivar preguntas fuera de contexto o sin fundamento. Bajo la atenta mirada de toda la sala empecé a responder las preguntas que iban llegando a mis oídos, algunas por parte de mi madre, otras por parte de ese hombre encorbatado con expresión ruda. No tenía nada que esconder, así que no titubeé en ningún momento, cosa que me dio la credibilidad ante los ojos de la jueza. Cuando me preguntaron sobre el incidente que había tenido personalmente con el chico mi madre se apresuró a entregarle la ficha medica a la jueza, que la miró y no pareció dudar de mis declaraciones. Dije que había sido en defensa propia, y aunque tuve que decir que Álex nos había contado que se iba a entregar, y era una información que le daba cierto toque de culpa al chico, volví a mi sitio orgullosa de mis palabras.
Sentados junto a mi en los bancos que vestían a la sala se encontraba la familia de Alba, que no dudó en ningún momento en mostrarme su apoyo. Marina tubo que declarar, ya que era la única que conocía de primera mano lo que sucedía, y me rompí al ver que ambas hermanas lloraban con las palabras de la menor. También estaba mi padre, que al igual que la Rafi estrechaba mi mano para transmitirme la seguridad que faltaba en mi cabeza.
La jueza volvió a su sitio tras decidir la condena y yo noté como el corazón se aceleraba, el tic de mis manos se extendió a todo mi cuerpo y mi padre me puso una mano en la rodilla al ver que estaba temblando. Cuando miré a Alba me di cuenta de que también temblaba, y lo único que quería en ese momento era poder abrazarla y decirle que todo había pasado, que ya estaba a salvo y que ese imbécil no la iba a volver a molestar. Pero eso no dependía de nosotras. Sonreí ligeramente al ver que mi madre sujetaba la mano de Alba, pero volví a notar un huracán de sentimientos al escuchar carraspear a la jueza. Toda la sala estaba en silencio, a la espera de que la mujer hablase.
Tras unas frases de las que ya no me acuerdo, porque en ese momento solo tenía oídos para el veredicto final, se levantó con el mazo en la mano y tras una corta sonrisa satisfecha habló:
- Condeno a Álex Marín a siete años de prisión y a una compensación económica para Alba Reche de ocho mil euros por los daños causados. - Dio un golpe con el mazo y miró a la Rubia con una sonrisa, la cual tenía los ojos encharcados asimilando aún lo que acababa de pasar.
Yo dejé de sentir nada a mi alrededor. Las palabras de la jueza se repetían en mi cabeza y no me di cuenta de que había empezado a llorar desconsoladamente hasta que vi esos ojos color miel atravesarme. Todo el mundo estaba eufórico, sin contar a Álex, el cual estaba siendo esposado y miraba a Alba con rabia y lágrimas en los ojos.
La rubia se acercó a mi y me abrazó. Su abrazo me hizo volver a la realidad. Su olor me hizo darme cuenta de lo que significaban las palabras de esa mujer imponente que acaba de encerrar a los miedos de Alba en una cárcel. Sus sollozos en mi oreja me hicieron volver a llorar. Cerré los ojos y la apreté mas hacia mi cuerpo.
- Ya está - Susurré entrecortadamente - Ya está mi amor.
Tras unos minutos en los que sin soltarnos asimilamos entre lágrimas lo sucedido conseguimos relajarnos. Me separé un poco de ella y dejé un beso salado en sus labios.
Salimos de la sala con una gran sonrisa en los labios y cinco chicos se acercaron a nosotras apresuradamente, sin darse cuenta de que nuestras sonrisas le daban respuesta a la pregunta que estaban a punto de pronunciar.
María, Marta, Miki, Joan y Júlia nos miraban. No habíamos querido involucrar a demasiada gente, ya que teníamos pensado contar lo ocurrido en las próximas clases de la academia, las cuales eran al día siguiente.
- Nos vais a decir ya lo que ha pasado o que? - Preguntó María. Nunca la habíamos visto tan nerviosa.
Alba soltó una carcajada mientras otra lágrima resbalaba por su mejilla y asintió con la cabeza abrazando a su amiga.
- Si, Mari, si - Dijo, mientras María abría los ojos como platos intentando no asumir lo que aún no le habían confirmado.
- Habéis ganado?! - Gritó Marta, abrazándome a mi.
- Siete años de cárcel y compensación económica - Nos ayudó mi madre.
Los cinco chicos empezaron a abrazarnos de nuevo mientras sonreían ampliamente y celebraban la noticia.
Decidimos ir a tomar algo a una terraza todos juntos, y una vez sentados les relatamos a los que no habían estado presentes todo lo ocurrido.
- Joder, es como en las películas - Dijo Marta, provocándonos una carcajada a los demás.
- Y que guay la jueza, no? - Preguntó Miki.
- Yo le hubiese condenado a mas años - Respondió mi madre con una sonrisa - Lo digo de verdad... Pero habéis tenido suerte, os podría haber tocado un juez machista y se iba todo el percal a la mierda.
- Ya... - Respondió Júlia - Una amiga de mi hermano denunció por algo parecido y al chico solo le cayeron unos meses de trabajos comunitarios.
- Bueno, pero tenemos que alegrarnos porque a vosotras os ha ido bien - Dijo Joan, devolviéndonos la euforia.
Tras dos horas y media decidimos irnos a casa, ya que había sido un día intenso y queríamos pensar en lo ocurrido con calma.
Mis padres y la familia de Alba se alojaban en un hotel a pocos minutos en coche del aeropuerto, ya que la mañana siguiente tenían que marchar temprano. Nos despedimos antes de marchar, sabiendo que no los volveríamos a ver hasta dentro de unas semanas aun sin fecha. Los chic0s se fueron cada uno a su casa y Alba y yo decidimos ir paseando hasta la nuestra, nos apetecía estar solas sin prisa ni miedo.
Pasé un brazo por sus hombros mientras andábamos y ella reposó su mano en mi cadera, mientras que con la otra me cogía la mía, que reposaba cerca de su cuello.
- Gracias Nat - Dijo, mirándome con brillo en los ojos.
- Porque?
- Por todo... - Con la mano me acercó mas a ella y suspiró - Por aparecer en mi vida cuando pensaba que debía hacer ver que el pasado no existía, por hacerme entender que las cosas no podían quedar así, en la oscuridad, por hacerme volver a desear a alguien, por curar mis miedos y provocar mis carcajadas... Por todo...
Sonreí y dejé un beso en su cabeza y otro en su mejilla. Se puso de puntillas y parando nuestros pasos cogió mi cara con sus manos y juntó nuestros labios. Nos fundió en un beso dulce, sincero. Un beso que gritaba que lo nuestro era sempiterno y que los huracanes también se podían tocar el alma.
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Stupid Love Song ~ Albalia
FanfictionEn medio de una gran ciudad, una escuela de música y dos mudanzas. Dos voces y una mirada. Esos ojos, esa sonrisa. Otra canción de amor sin rumbo que inicia en sus labios. Un huracán.