Capítulo 14

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P.O.V ALBA

Habían pasado tres días des de la "ruta turística" de María en la que acabé cantando en un bar junto a Natalia. Ese día nos despedimos con un abrazo y cada una se fue a su casa, des de entonces no había vuelto a hablar con Natalia, ya que tampoco tenía su número de teléfono.

Era martes, así que hoy empezaban las primeras clases en la academia y nos decían que canción íbamos a cantar. María me había contado que las clases durarían nueve meses, des de Junio hasta Febrero del año siguiente, así que cantaríamos nueve canciones. También me había dicho que no sería hasta la sexta cuando escogeríamos nosotros las canciones. Al acabar el verano se me iba a mezclar la universidad, el trabajo y la academia, no sabía si podría compaginarlo, pero había algo dentro de mi que me decía que daba igual el tiempo, pero que esto iba a dar buenos resultados.

Había empezado a buscar trabajo como camarera en algún bar, pero los dos a los que había podido preguntar no necesitaban trabajadores, y eso si que me preocupaba. Necesitaba trabajo para pagarme los estudios, el piso, la comida... ya que no quería volver a depender de mis padres, ellos ya me habían dado demasiado, gracias a ellos tenía esta oportunidad.

Decidí ir a dar una vuelta por Madrid. No quería alejarme mucho de casa, ya que tenía que comer temprano para estar en la academia a las 16.00. Me vestí, cogí lo necesario y, tras decirle a María que me iba, salí a la calle.

Estuve andando unos diez minutos, y me paré en un bar a preguntar si necesitaban trabajadores. Me dijeron también que no, así que salí otra vez a la calle, decepcionada, y me fijé en que al final de la calle, en algo parecido a una pequeña plaza, había bastante gente en círculo. No podía ver lo que rodeaban, pero cuando me acerqué lo empecé a entender.

Escuché una guitarra empezar a sonar cuando aún no había llegado a la gente, y unos segundos más tarde una voz de chica, dulce y preciosa inundó la pequeña plaza. Podría reconocer esa voz a kilómetros de distancia, por mucho que solo la hubiese escuchado dos veces en mi vida.

Llegué a la gente, y me abrí paso como pude entre la multitud, quedando casi a primera fila.

Allí estaba ella. Llevaba la guitarra colgada de los hombros, y un micro se dejaba ver delante de ella, junto con un pequeño altavoz que daba volumen al instrumento y a su voz. Tocaba con los ojos cerrados, así que no se dio cuenta de que yo la miraba atentamente. 

La canción acabó, ella abrió los ojos y dio las gracias, aunque tampoco me vio, ya que la gente se empezó a acercar a ella para dejarle monedas en la funda de la guitarra, la cual estaba abierta a sus pies. Cogió una botella de agua y bebió de ella. Gran parte de la gente se quedó a escucharla, pero los que me impedían estar en primera fila se fueron, dejándome casi en frente de Natalia.

Ella dejó la botella en el suelo, y al levantar la cabeza me vio. Abrió mucho los ojos y me sonrió, con una sonrisa perfecta, una sonrisa de las suyas. Yo la saludé con la mano, sin querer que la gente se diese cuenta de que nos conocíamos, y no me moví del sitio. Le indiqué con la cabeza que quería escucharla cantar, y ella, tras una sonrisa, presentó la canción que iba a tocar y empezó.

No se si fue sensación mía o no, pero sus ojos pocas veces miraban a otros que no fuesen los míos. Intenté no sonrojarme repetidas veces, aunque no se si lo conseguí, ya que de vez en cuándo me sonreía y dejaba de mirarme unos segundos. Los últimos acordes sonaron, y yo aplaudí, junto a toda la gente que había a su alrededor. Me miró, diciendo por el micro que hacía una pausa de cinco minutos, y me indicó con la cabeza que me acercara a ella. Al principio me lo pensé, pero mis pies andaron solos hasta ella, que recogía las monedas de su funda.

- Como tu por aquí, Rubia? - Me dijo, recogiendo aún el dinero.

- Estaba paseando y he acabado aquí. - Respondí, mientras ella se levantaba guardando las monedas en una riñonera que llevaba en la cintura.

-  Te has dado cuenta de que siempre coincidimos? Mira que esto es grande eh...

- Ni que lo digas... No sabía que cantabas en la calle.

- Lo hago des de hace unos años. En Pamplona lo hacía en sitios menos transitados, por lo que te conté el otro día... Pero aquí lo puedo hacer donde quiera. Me encanta cantar en la calle, y si te soy sincera nunca había conseguido tanto dinero como hoy. Tu lo has echo alguna vez?

- Yo? Estás loca? Pensaba que me conocías mejor - Le dije, riéndome, mientras le daba un suave golpe en el brazo.

- Perfecto.

- Perfecto? Por que?

- Porque voy a concederte tu primera vez - Me dijo, haciéndome un guiño con el ojo, haciendo que yo abriera los ojos y ella soltara una carcajada - Que vas a cantar, ahora, conmigo, aquí, Rubita.

- Que dices Natalia? Me niego rotundamente. - Dije cruzando los brazos, cosa que hizo que ella se acercara a mi riendo y me cogiera las manos.

- Lo vas a hacer, porque tienes una voz increíble y necesitas entenderlo de una vez por todas. Entendido? Dentro de unas horas vas a tener que cantar en frente de profesionales, y en unos meses tendrás un público que gritará tu nombre. Te pedirán que firmes tetas, sujetadores y hasta bragas. Así que hazte este favor y canta aquí, conmigo.

Me quedé callada, mirándole a los ojos. Los suyos no se habían despagado de mi des de que me había cogido las manos, y ahora esperaban mi respuesta. Pensé en lo que me había dicho, tenía toda la razón del mundo, yo debía superar mis miedos y ella, aunque yo no sabía porque, me quería ayudar. La miré otra vez, y como ya lo había hecho en otras ocasiones, me convenció. Al ver mi sonrisa me abrazó dando pequeños saltitos.

- Y que me vas a hacer cantar?- Pregunté, no muy decidida.

- Ahora iba a tocar la de "Back to Black". Te la sabes?

- Creo que si.

- Perfecto, pues esa será.

Me cogió de la mano y se acercó otra vez al micro. La gente se había dispersado o ido, pero la plaza no tardó en volver a llenarse, ya que Natalia presentó la canción por el micro, no sin antes darme uno igual que sacó de la funda y conectó al altavoz.

- Bueno, ahora no voy a cantar sola. Ella es Alba, y juntas vamos a cantar la de "Back to Black" de Amy Winehouse. Espero que os guste. 

La gente volvió a rodearnos, a mi me temblaba todo, en cambio Natalia había nacido para eso, para brillar. Me miró, mientras tocaba los primeros acordes de la canción, buscando con los ojos mi aprobación, y asentí nerviosa con la cabeza, y tras una sonrisa empezó a cantar.  

Como en el bar en el que cantamos unos días antes, ella empezó con los primeros versos, y yo le cogí el relevo en la segunda estrofa. Yo sujetaba el micro con las dos manos por los nervios, la responsabilidad, o porque me daba seguridad, no lo sé. Ésta vez no cerré los ojos al cantar, miré a Natalia a los ojos y ella me sonrió orgullosa. Conforme cantaba me iba relajando, ya que podía ver en la cara de la gente que nos rodeaba que les estaba gustando. Cogí el micro con una mano y miré a Natalia de nuevo. Ella me sonreía mientras cantaba conmigo. Siendo sincera conmigo misma, ese momento me gustó, y mucho. La canción acabó, y Natalia apartó la guitarra de su pecho y me dio un gran abrazo, mientras la gente aplaudía y nos dejaba monedas. Natalia dijo por el micrófono que esa había sido la última canción, y me volvió a abrazar. Yo no entendía de dónde salía esa ráfaga de abrazos repentinos, pero le correspondí los dos, y podría haber estado todo el día allí, entre sus brazos.

Cuando se separó de mi me miró a los ojos y mostré una amplia sonrisa. Ella se agachó para coger las monedas que nos habían dado, me miró, cogió mi mano y me las dio, acariciando suavemente la punta de mis dedos, cosa que me provocó un escalofrío que, por suerte, ella no notó.

- Nat, esto es tuyo, es tu dinero. - Le dije, intentado devolvérselo.

-Superar tus miedos vale mucho más que lo que tienes en la mano, quédatelo, es más tuyo que mío.

Intenté insistir, pero al ver que no entraría en razón le di las gracias y me lo guardé en la riñonera. Le ayudé a recoger el pie de micro y la guitarra, y decidió acompañarme en mi paseo. 

Lo que ninguna de las dos sabía era que nos íbamos a acompañar por mucho tiempo, aunque aún faltaban muchas confesiones, muchos paseos, muchas sonrisas y muchas miradas. El huracán estaba al acecho, y iba a arrasar con todo, uniéndonos en su centro. Y lo que une un huracán no lo separa nada, ni el más frío invierno, ni los kilómetros, ni el tiempo... Nada.

Stupid Love Song ~ Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora