P.O.V. NATALIA
Mi familia hacía media hora que había marchado a ver el partido de básquet de mi hermano. No me apetecía salir de casa, no me apetecía hacer nada, solo estar en la cama, con el ordenador, viendo películas románticas y inundando mis sábanas. Si, bastante dramático todo, solo me faltaba el helado de chocolate, pero en casa no tenía y no quería salir a comprar.
No volverían hasta la tarde, ya que se comerían por algún sitio de por ahí.
Cogí el móvil y abrí el chat de Alba. Todo seguía igual, ni un mensaje. Amplié su foto de perfil y una sonrisa triste apareció en mi cara.
De repente el timbre de casa sonó. Me levanté extrañada y me miré en el espejo. Que cuadro de persona: El pelo despeinado, una bata gris de ir por casa, mis ojos manchados por las ojeras... Aún así, podría estar peor. Me recogí rápidamente el pelo en una coleta y me dirigí hacia la puerta.
Busqué la llave de casa, y al encontrarla me acerqué perezosamente a la puerta.
Abrí sin pensar en nada, pero de repente me desestabilicé al ver sus ojos color miel mirándome. Se mordía las uñas y daba pequeños golpecillos en el suelo con el pie, nerviosa. No dije nada, tampoco sonreí. Tampoco creo que hiciese falta. No sabía que hacer, era un sueño? Que hacía allí?
- A-al... - Intenté pronunciar. Pero antes de que pudiese acabar se acercó a mi, y de un movimiento rápido juntó nuestros labios.
Cerré los ojos, estaba allí de verdad, había venido hasta Pamplona... Por mi?
Se separó un poco de mi, juntando nuestras frentes, y yo puse mis manos temblorosas en su cadera, aún sin creérmelo. De repente una lágrima recorrió su mejilla y un sollozo rompió el silencio que reinaba en ese momento.
Entonces la abracé, la abracé porque era de lo único que me veía con fuerzas en ese momento, la abracé y volví a ser yo. No me había dado cuenta hasta en ese momento de todo lo que perdía al perderla a ella, todo lo que le aportaba a mi vida, todo lo que me completaba.
Aún la tenía entre mis brazos cuando asimilé su locura y mi sollozo se unió al suyo. Como una banda sonora inundada de lluvia en pleno desierto.
Cerré la puerta sin soltarme de ella y me apretó a su cuerpo. No iba a soltarla hasta volver a coser lo que esos días se había roto.
Y fue mas fácil de lo que creía, ya que su perfume era mi cura, sus labios mi droga, sus ojos mi mundo, su voz mi banda sonora, su risa mis pulsaciones, su corazón... Bueno, su corazón creo que tenía la mitad del mío, ya que a cada abrazo me sentía un poco más suya, un poco más llena, un poco mas completa, aunque eso pueda sonar contradictorio. Darle la mitad de mi corazón me hacía estar llena. Darle la mitad de mi vida me hacía sentir viva.
No se cuanto tiempo estuvimos envueltas en un silencio apercusionado por nuestros corazones, pero cuando el ritmo fue mas relajado nuestras mejillas ya estaban secas.
- Estas loca - Le susurré, en un tono suave y dulce, con amor.
- Lo que estoy es loca por ti.
Le miré a los ojos y los suyos me atravesaron de nuevo. Echaba tanto de menos esa sensación... La de tenerla, la de sentirla junto a mi.
La miel de sus labios me endulzó la boca con un beso, del cual yo busqué su eternidad.
Mis manos recorrieron su espalda, leyendo en braille cada pliegue de su piel, como si no me los conociera de memoria.
Nuestros suspiros se mezclaron y el aire tuvo miedo a interponerse entre nosotras.
Era un beso dulce, sin lujuria, sin segundas intenciones, sin falta de nada mas, con origen en nuestros labios pero final en nuestros corazones. Para siempre. Eterno.
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Stupid Love Song ~ Albalia
FanfictionEn medio de una gran ciudad, una escuela de música y dos mudanzas. Dos voces y una mirada. Esos ojos, esa sonrisa. Otra canción de amor sin rumbo que inicia en sus labios. Un huracán.