Capítulo 58

4.8K 249 67
                                    

P.O.V. ALBA

Desde que Natalia había despertado, hacía ya un día y medio, todo tenía otro color, otra sintonía. Las cosas ya no me parecían tan oscuras y podía ver esa luz a la lejanía que me indicaba que todo iba a acabar bien.

Natalia se había recuperado casi por completo, sus ojos ya volvían a brillar como siempre lo habían hecho y la herida ya no reclamaba casi nuestra atención. Álex, por otra parte, había sido dejado en libertad hasta el juicio, que se celebraría en Madrid en una semana, pero lo tenían vigilado y todo indicaba a que su condena iba a ser indiscutible.

La madre de Natalia iba a llevar mi caso, como era de esperar, y el policía que me había ayudado el primer día había venido a contarnos como iban las cosas. Era muy buen hombre, estaba casi convencida de que había sido él el que se había dado cuenta de que ocurría algo raro el día del bar.

Cuando nos vino a visitar estuvimos hablando un buen rato, y Natalia entendió porque le había hablado tan bien de él. Al marcharse saludó a una enfermera como si no fuese la primera vez que lo hacía. Eso me desconcertó, ese hombre había estado cerca de un caso parecido? En ese mismo hospital? Por eso era tan compresible con nosotras? Al ver mi cara de desconcierto la enfermera a la que había saludado se nos acercó y nos contó lo que ocurría.

- Él tiene una hija - Dijo. Yo empecé a entender que no era una historia bonita a causa del tono usado - Tenía dieciséis años cuando su pareja le empezó a pegar... Al cumplir los dieciocho pelearon, ella le quería dejar. Él se enfadó y le dio una paliza más fuerte que las que solía propinarle. La niña lleva cinco meses en coma en este mismo hospital.

Mi mano se había enlazado entre los dedos de Natalia, agradeciéndole que su caso hubiese encontrado un final feliz. Una lágrima recorrió mi mejilla y la enfermera, tras una sonrisa triste, abandonó la habitación.

Miré a Natalia, que también había mojado sus pestañas y la abracé. Ahora entendíamos porque el policía, del cual aún no sabíamos el nombre, había seguido nuestra historia de tan cerca: Temía que lo que le había pasado a su hija le pasase a Natalia, y a mi, pensar en eso, me provocaba un fuerte dolor en el pecho. No podía entender como el mundo era tan cruel a veces. No entendía porque la gente era tan inhumana.

Entró un médico a la sala, acompañado por los padres de Natalia, y ésta y yo nos separamos del abrazo, secando nuestras mejillas.

- Natalia, como estas? - preguntó el médico, con una sonrisa y esos ojos marrones escondidos tras las grandes y redondas gafas.

- Muy bien - Respondió Nat.

- Pues ya puedes empezar a prepárate, te damos el alta. En cuanto quieras puedes irte, tus padres ya han recogido los informes para el juicio. Os deseo lo mejor. - Contó, provocando que la felicidad invadiera la habitación. Salió de la habitación y volví a abrazar a Natalia. Sus padres nos miraban con una sonrisa desde los pies de la cama.

A la hora ya estábamos preparados para irnos, nos íbamos a separar en el aeropuerto: Mi familia nos acompañaría, pero los padres y hermanos de Natalia debían coger un avión de vuelta a Pamplona, y a Nat y a mi nos esperaban muchas preguntas y abrazos en Madrid.

Antes de salir del hospital decidimos que no podíamos marchar sin agradecer el apoyo al policía del cual sabíamos la historia pero no el nombre. Nat y yo andamos por los pasillos, deseando encontrarlo en cualquier esquina, y la suerte nos sonrió de nuevo, ya que lo encontramos leyendo un libro a unos pasillos de la habitación en la que había estado Natalia.

- Hola - Dije yo, acercándome con una sonrisa.

El hombre levantó los ojos del libro y nos miró, a mi con una sonrisa y a Natalia con mucha alegría.

- Me han dado el alta - Anunció la morena. - Queríamos agradecerte lo que has hecho por nosotras.

- No he hecho nada - Contestó el hombre, con otra sonrisa, mientras se levantaba para darnos un abrazo a cada una - Me alegro de que estéis bien. Seguro que ganáis el juicio.

- Eso espero - Dije yo, cogiendo la mano de Natalia.

- Me gustaría presentaros a alguien - Nos pidió, con amor en los ojos - Os han contado mi historia?

Asentimos con la cabeza y sonrió, nosotras entendimos que la enfermera nos lo había contado con su consentimiento.

- Queréis conocer a Luna? - Nos preguntó - No puede presentarse desde hace cinco meses, pero he aprendido a leer su silencio y se que le hará feliz veros... Le pongo vuestras galas para que las escuche - Reconoció - Y cuando lo hago sé que está feliz.

Ambas nos quedamos atónitas por lo que nos contaba, no entendíamos como un hombre que había sufrido tanto podía tomarse la vida con tanta positividad, faltaban mas personas como él en el mundo.

Entramos en una habitación igual a la de Natalia, siguiendo al policía que aun no se había presentado, y nos encontramos con una chica preciosa, con pecas y pelirroja, tumbada en una cama. Toda la habitación estaba decorada y supuse que su padre se había encargado ello.

- Lo primero que pensé al ver la habitación - Empezó su padre - Era que no podía pretender que mi hija la llenara de vida si lo único que desprendía era tristeza, así que trasladé las paredes de su cuarto a ésta habitación de hospital. Así, cuando despierte, se sentirá como en casa, como si todo hubiese sido un sueño.

- Debe de estar muy agradecida - Dije yo, tomándome la libertad de acariciar un poster de la pared que dejaba ver a Freddy Mercury con un micro en la mano - Le gusta la música?

- Le encanta... Toca el violonchelo. - Nos contó.

Miré a Luna a la cara y sonreí. Por un segundo noté como la comisura de sus labios se levantaba levemente, abrí los ojos y miré a su padre, que asintió con la cabeza y sonrió. Cogí la mano de la chica y acaricié su dorso con el pulgar, como había hecho con Natalia durante esos días. Natalia se sentó al otra lado de la cama y cogió la otra mano de la chica.

Ambas pensamos en lo mismo cuando decidimos cerrar el círculo con su padre, cogiéndole las manos a él también.

Natalia empezó a cantar "Make you feel my love" de Adele, y me fijé en que los ojos del policía humedecían, pero no dije nada, solo apreté las manos de Luna y de su padre, intentando que toda mi fuerza se basase en su despertar.

Empecé a cantar junto Natalia y el policía derramó unas cuantas lágrimas, leyendo al silencio de su hija, que gritaba felicidad.

La canción acabó y el silencio reinó en la sala. Deshicimos nuestras manos y el padre nos agradeció nuestro apoyo, aunque nosotras le hicimos ver que no habíamos hecho nada que no se mereciese.

Andamos hacia la puerta, con su padre siguiéndonos, pero de repente una voz dulce y dormida que hasta el momento no habíamos oído volvió a invadir el corazón de su padre, que llevaba cinco meses al borde del abismo.

- Papá? - Preguntó Luna, haciendo que nos girásemos y contemplásemos sus grandes ojos verdes, que nos miraban con confusión y agradecimiento por partes iguales.

Abracé a Natalia al ver como el policía lloraba abrazado a su hija, y decidimos abandonar la habitación. Ese momento era suyo, y nosotras solo habíamos ayudado al hombre que nos había ayudado durante nuestra estancia en ese hospital.

Andamos por los pasillos sin esconder nuestras lágrimas de felicidad. Nos cruzamos a la enfermera que nos había hecho conocedoras de la historia del policía. Andaba rápidamente hacia la habitación de Luna. Se paró un segundo a observarnos y al ver nuestros sentimientos a flor de piel sonrió ampliamente.

- Sabía que no erais una simple casualidad en la vida de Ángel - Dijo, para después desaparecer pasillo abajo.

Stupid Love Song ~ Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora