P.O.V. ALBA
Me encontré la puerta del edificio de Natalia abierta, así que me dirigí directamente hacia su piso. Faltaban tres minutos para la hora en la que habíamos quedado, pero creí que no le importaría, así que llamé a su puerta.
No obtuve respuesta. Me esperé dos minutos y volví a llamar, acercando mi oreja a la puerta. Escuché unos pasos lentos que se acercaban.
La puerta se abrió, dejándome ver a una Natalia medio dormida con pijama que se rascaba los ojos con la palma de la mano. Cuando me vio abrió mucho los ojos y miró la hora en el reloj de pared del salón.
- Mierda - Dijo, haciendo que me riera. Le había escuchado decir mucho esa palabra las últimas horas.
Me acordé de la conversación que tuvieron Marta y Natalia el día anterior, la cual yo había escuchado. Había sacado mis conclusiones al respecto, me decía a mi misma que no tenía nada que ver conmigo, pero no podía evitar pensar que Natalia le había hablado de mi a Marta. Después de que casi le besara sería lo más normal.
- Lo siento por despertarte - Dije, mirándola con ternura, mientras ella se intentaba arreglar el pelo en un espejo de la entrada de su casa.
- La culpa es mía, se me olvidó ponerme una alarma. Suerte que tenías que venir tu, llaga a ser al revés y aún estás esperando.
Me reí ante su comentario y entré en su casa. Me senté en el sofá como si hubiese estado allí muchas veces y me quedé mirando a Natalia.
Se separó del espejo y me miró.
- Que pasa? - Me preguntó, al ver que yo la miraba fijamente.
- Nada. Estas muy mona ahora mismo.
- Pero que dices? - Se sonrojó. - Voy a vestirme.
Entró en su habitación, y yo aproveché para echarle un vistazo al piso. Cada vez se volvía más de su estilo, ya no parecía un piso cualquiera. Era bonito. Me fijé en que encima de la mesa había una libreta abierta por la mitad, manchada con una letra bonita de color negro. No quería leer algo que no debía, pero la intriga me pudo. Cogí la libreta sin hacer ruido y miré su carcasa, había un pequeño dibujo en el centro, y en el extremo inferior derecho había una firma, que intuí que era de Natalia. Miré la página por la que estaba abierta. En la parte superior ponía "Fire and Gasoline" seguido de una página y media de letra en inglés. Justo en ese momento escuché a Natalia abrir una puerta, así que me asusté y dejé la libreta en la mesa, sentándome muy recta en el sofá.
Natalia salió de la habitación y se me quedó mirando, ya que yo no me movía y la miraba fijamente.
- Que te pasa? - Me dijo, riendo sin entender mi tensión.
- Nada, nada. - Intenté disimular.
- Está bien... - Dijo, no muy convencida - Voy al baño.
Se encerró en el baño y yo solté el aire y reí para mi. Me levanté y me dirigí a la pequeña terraza que había en el piso. Las vistas eran bonitas, aún estando en plena ciudad. Justo delante se veía una plaza llena de niños, y a su lado había un bar con mesas y bastante gente sentada en ellas. Me quedé mirando a los niños jugando, y cuando menos me lo esperaba unas manos recorrieron mi cabeza y me taparon los ojos.
Di un pequeño bote y me giré, mientras Natalia se reía.
- Algún día de estos me vas a matar - Dije, mientras reíamos.
- No tendré esa suerte.
- Oye! - Grité, dándole un pequeño golpe en el brazo.
- Es broma Albi.
- Mas te vale.
Me dió un beso en la mejilla y volvió a entrar al piso, colgándose la riñonera del pecho.
- Vamos? - Me preguntó.
Asentí con la cabeza y salimos a la calle. Saqué el papel que nos había dado la chica del bar y nos dirigimos hacia la calle que indicaba.
Cuando por fin la encontramos ambas nos dimos cuenta de que ya conocíamos esos bares. Al final de la calle se encontraba el bar donde nos habíamos visto por primera vez. Natalia me cogió el papel sorprendida y comprobó que estábamos en la calle indicada, cuando se dió cuenta de que si, miró el número que ponía en el papel y empezó a sonreír al darse cuenta de que coincidía con nuestro bar.
- Rubia, te va a encantar el bar en el que vas a trabajar. - Me dijo, enseñándome el papel y señalando al final de la calle.
No me lo podía creer, me hacía mucha ilusión trabajar ahí, y más si era cantando. Lo que no tenía claro era si esa ilusión era porque el bar me encantaba o porque me encantaba la chica a la que había visto por primera vez en él.
Nos acercamos con una sonrisa de oreja a oreja. Entramos en el bar y la chica que nos había ido a buscar unos días atrás nos miró muy feliz des de la barra. Nos dijo que esperáramos un minuto, así que nos sentamos en los taburetes de la barra, mientras ella desaparecía por una puerta. Volvió a salir al minuto con un hombre vestido de cocinero con cara de ser buena persona.
- No sabéis las ganas que tenía de conoceros - Nos dijo, dándonos un abrazo a cada una, como si nos conociera de toda la vida.- Des de que os vi cantar en esa calle me encantásteis. La música me parece un arte que no se puede ejercer porque si, y yo llevo buscando a alguien que le de vida a este bar mucho tiempo, aunque nadie me demostraba que la amaba de verdad. Cuándo mi hija me contó que estabais en esa academia de música tan importante supe que erais las indicadas, y aunque éste no sea un bar de mucho nivel, quería proponeros trabajar aquí.
- Bueno... - Se adelantó a decir Nat - Me sabe mal decirle que lo hemos estado hablando y que solo Alba va a poder aceptar el trabajo, muy a mi pesar... Me encantaría trabajar aquí, pero hay motivos que me lo impiden, así que sintiéndolo mucho yo no puedo aceptar el trabajo.
- Me sabe mal, si te soy sincero - Respondió el hombre, del cual aún no sabíamos el nombre - Pero creo que por separado brilláis muchísimo por igual, así que estoy encantado de poder contar contigo, Alba.
Nat y yo nos miramos y sonreímos.
- Eso si - Dijo el hombre - Estás invitada a cantar cuándo quieras.
- Te prometo que vendré las veces que pueda. - Respondió ella.
- Bueno, Alba - Dijo el hombre, mirándome - Que te parece si lo hablamos todo ahora, y así ya está echo? Te va bien?
- Si, por supuesto - Dije. Estaba nerviosa, y Nat lo notó, ya que puso mi mano en mi pierna y me dió un pequeño apretón, mientras me sonreía.
Nos sentamos los tres (El hombre, que nos contó que se llamaba Jorge, Nat y yo). Estuvimos hablando de horarios y de dinero, iba a cobrar más de lo que pensaba. Trabajaría de martes a sábado, anque de martes a jueves por la mañana y los otros días por la noche. No eran demasiadas horas, y el horario me encajaba, almenos durante el verano, así que acepté encantada. Me dijo que solo había de preocuparme de tener las canciones aprendidas o en una libreta y que él se encargaría de encontrar dos o tres músicos para que me acompañasen.
Salimos a la hora del bar. No me lo podía creer, era el mejor trabajo del mundo a mi parecer. Me ayudaría a perder el miedo, cantaría y no tendría que pedirles dinero a mis padres.
Fuimos andando hasta casa de Natalia, nos despedimos con un abrazo, y yo me dirigí a la mía. Teníamos que comer, ya que esa tarde había la primera clase grupal de los Javis, y aunque era opcional ya habíamos comentado por el grupo que iríamos todos, al menos esta vez.
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Stupid Love Song ~ Albalia
FanfictionEn medio de una gran ciudad, una escuela de música y dos mudanzas. Dos voces y una mirada. Esos ojos, esa sonrisa. Otra canción de amor sin rumbo que inicia en sus labios. Un huracán.