Hace 14 años...
Raoul estaba en la escuela guardando sus útiles en su mochila, acababa de sonar la campana indicando que el día de clases por fin había finalizado. Su mejor amiga, Mireya, se encontraba a su lado, y hubiesen sido los últimos en salir del salón, si no fuera porque a unos metros de ellos, también se encontraba el alumno nuevo, Agoney.
<Qué nombre más raro>, eso había pensado el pequeño rubio cuando escuchó al otro niño presentándose ante sus compañeros un par de horas atrás.
El pequeño era canario, moreno y lo único que Raoul sabía de él, era lo que había contado, que su padre tenía un nuevo trabajo y por esa razón, su madre, su padre, su abuelo y él, se habían mudado allí, a Madrid.
Raoul había pasado la última hora de clases observándolo, lo veía triste y no había hablado con ningún compañero en toda la mañana. Mireya creía que debían hablarle, porque quizás el niño solo era tímido, y como no conocía a nadie, no tenía amigos. Pero el rubio aún dudaba, estaba pensando si hablarle o no.
—¡Ahora, Raoul, vamos! —habló la niña rubia con una sonrisa.
—¿Vamos? ¿A dónde?
No alcanzó a decir nada más, Mireya lo llevó del brazo hacia el pupitre de su nuevo compañero. El niño los miró sorprendido y algo nervioso por la cercanía tan repentina de dos cabezas rubias.
—Hola, soy Mireya —dijo con una sonrisa tan agradable, que el canario se la devolvió enseguida.
—Hola, Mireya, yo soy Agoney, pero eso creo que ya lo saben.
—Pues sí, es un nombre un poco raro —habló el rubio por detrás de la pequeña niña.
—No es raro, es canario —aclaró el moreno, un poco incómodo, algo que Raoul noto enseguida.
—¡Suena guay, me gusta! —Sonrió Raoul.
—¿De verdad?
—¡Sí! —asintió con su cabeza varias veces—. Yo soy Raoul, pero con una O en medio, se escribe así, mira. —Agarró el lápiz y el cuaderno que el canario todavía tenía sobre su pupitre, y se dedicó a escribir su nombre en una letra enorme—. Pero se pronuncia igual que Raúl sin O. —La sonrisa del niño iluminó todo su rostro.
—Ah vale, vale, lo entiendo —observó el nombre escrito en su cuaderno y rio—. Bueno, al menos no soy el único con nombre raro en el salón.
Raoul no supo si le estaba haciendo una broma o no, por un momento dudó en si reír o no hacerlo, pero cuando vio una mueca graciosa en el rostro contrario, todo le quedó claro. Soltó una pequeña carcajada, que Mireya y Agoney acompañaron enseguida, y el salón se inundó con el sonido de sus risas.
El canario comenzó a contar que había llegado a Madrid hacía solo tres días, que su nueva casa era un caos con la mudanza y que ya extrañaba demasiado su isla. Los otros dos niños le dijeron que eran mejores amigos, que se conocían desde el jardín de niños y que sus padres eran buenos amigos y vecinos.
—Yo tengo una hermana pequeña, se llama Daniela. —Raoul sonrió al hablar de la niña—. Está por cumplir dos años, todavía necesita que la vigilen todo el tiempo.
—Pues yo soy hija única, solo somos mis padres y yo, pero tengo familia en Málaga —comentó Mireya.
—Yo también soy hijo único —dijo esta vez Agoney.
Su familia estaba formada por sus padres y su abuelo paterno. Con una sonrisa les contó que como éste último hombre era mayor, no había podido quedarse solo en Adeje, su pueblo de Tenerife. Aunque su abuelo no era un hombre de edad tan avanzada como Agoney lo describía, un niño de nueve años solo podía verlo de esa manera, como a todos los abuelos.
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Confundidos - Ragoney (en Edición)
FanfictionRaoul recuerda cada momento de su vida junto a Agoney, y aunque no fueron su primer beso, ni fueron su primera vez, quizás siempre fueron el primer amor, aunque no supieron verlo.