49

4.7K 193 1.2K
                                    

Camina tranquilo por los pasillos de tribunales después de haber tenido su audiencia, han sido un par de horas pero está seguro que el resultado será favorable para su nuevo cliente. Ha trabajado temprano con su padre y luego se ha dirigido allí, por suerte ya ha terminado y por fin puede ir a comer a casa de los Hernández.

- Madre mía, qué hambre - susurra antes de guardar todos sus documentos.

Aunque creía que sería un ente durante la mañana, porque se durmió bastante tarde, todo ha ido bien. Está convencido de que el día seguirá ese camino hasta que ve al señor Acosta discutiendo con un hombre luego de salir de una de las oficinas. Caminan por los pasillos, también en dirección a la salida pero cuando la mirada de su ex cliente se clava en él, todo pasa demasiado rápido.

No entiende qué ha pasado, no sabe de qué habla, pero sólo ha bastado que sus miradas se cruzaran para que en cuestión de segundos aquel hombre esté encima suyo, gritándole con furia.

- ¡Lo que hiciste debe ser ilegal! - grita completamente colérico antes de golpear con fuerza el rostro de Raoul.

- ¡¿Pero qué hace?! Tranquilícese, por favor - intenta calmarle el hombre que lo acompaña.

Raoul sólo escucha sus gritos acusándole a la vez que su cuerpo es sacudido con rabia. Siente el sabor ácido de la sangre que sale de su boca debido al golpe que acaba de recibir mientras intenta liberarse del agarre que le mantiene acorralado contra una de las paredes de aquel lugar.

- Le vendiste a mi mujer la cinta de vídeo que me acusaba - escupe el hombre entre dientes tomándolo del cuello de su camisa.

- ¿Pero qué dice? - pregunta Raoul alejándose de él con ayuda del tercer hombre que está presente - No sé de qué habla, yo no he hecho nada.

- Tú tenías esa cinta y ahora la tiene mi mujer.

- Señor Acosta, esa es información confidencial, haga silencio - dice el entrajado que el rubio reconoce como su nuevo abogado.

- ¡Que no, que este niñato de mierda me ha jodido! - grita de nuevo, intentando golpearle otra vez.

Raoul, que ha quedado un poco descolocado por la situación, agradece que dos de los hombres de seguridad se acerquen y mantengan al señor Acosta inmóvil por un momento. Está fuera de si, desesperado y furioso. Lo que acaba de hacer sólo puede empeorar más su situación ante el juez y al parecer, ni siquiera le importa.

- Yo conseguí esa cinta de forma fácil, el abogado de su ex mujer pudo hacer lo mismo, yo no tengo nada que ver - dice serio.

Aunque dice la verdad y aquel hombre está más calmo, le mira con desprecio y la misma rabia de hace unos segundos. No le cree, en su cabeza sólo hay un único culpable para la desgracia que le espera y ese es Raoul.

- Te vas arrepentir - es lo único que dice antes de soltarse del agarre de aquellos hombres y salir.

Raoul le ve marchar a paso rápido en compañía de su abogado, ha notado como se ha referido a su ex mujer como si aún lo fuera, cuando más de una vez le corrigió a él aquella expresión. Sus pensamientos se interrumpen de inmediato cuando nota una mano en su hombro.

- ¿Está bien? - pregunta preocupara una mujer mayor.

El rubio gira y la reconoce como una de las secretarias del lugar, con las que ya ha tratado en otras ocasiones y asiente con su cabeza para tranquilizarla.

Acomoda su ropa y limpia su rostro en el baño, antes de irse decide solicitar unos minutos con el juez a cargo de su anterior caso. No quiere problemas, no quiere quedar ligado de alguna manera, y que ese hombre le conozca de pequeño gracias a su padre, le permite salir más tranquilo de allí.

Confundidos - Ragoney (en Edición)Where stories live. Discover now