Como todos los sábados, despertar es un placer, no es necesario que abra los ojos, su aroma ya está impregnado en su nariz. Despertar y respirarle es la sensación más satisfactoria de todas.
Mueve su mano para llegar a sus mechones rubios y deja caricias suaves para no despertarle. Tiene sus labios entreabiertos y sus brazos aferrados a su torso, otra vez ha dormido literalmente encima suyo, y el calor que desprende su cuerpo le abriga completamente.
Le observa en silencio unos minutos, y se abraza más a él. No ha dejado de pensar en el pequeño beso que le dio hace unos días, ese pequeño roce de labios que no pudo evitar, porque le tenía ahí, tan cerca que no pudo contenerse. Lo que sintió con aquel beso, ese beso inocente, como su amigo lo llamo, fue completamente superior a cualquier sensación que haya recorrido su cuerpo alguna vez.
Agoney ha intentado dejarlo así, como una muestra de cariño inocente, pero no puede olvidarlo, no puede pasarlo por alto, y eso le preocupa. Porque si ya fue capaz de besarle una vez más, y si, solo fue un beso casi imperceptible, pero no sabe si podrá contenerse una segunda vez a solo eso, a solo un roce.
Después de darle vueltas ha llegado a la conclusión de que quizás Miriam tiene razón y Raoul le gusta, le atrae, le quiere, y ese vínculo tan fuerte que tienen ha cambiado. Porque ya no puede verlo solo como un amigo, lo ve como un hombre, y que le quiera con tanta fuerza no ayuda. Sus sentimientos se están descontrolando, lo sabe, y no está seguro de que eso sea lo mejor.
¿Como controlar todo lo que Raoul le genera? Si con una sonrisa le hace la persona más feliz del mundo, solo con tenerle al lado no necesita más, no necesita a nadie más, y con una sola mirada le da la vida. Darse cuenta de todo aquello le da miedo, darse cuenta de todo lo que su amigo le hace sentir, es muy fuerte, porque son muchos sentimientos, emociones, recuerdos, toda una vida juntos.
Raoul es su otra mitad y necesita aclararse, necesita hablarlo con alguien.
Los soniditos extraños que su amigo hace antes de despertar le sacan de sus pensamientos. Raoul se remueve un poco sobre él e inclina su rostro para dejar un beso en su mandíbula.
- Buenos días - dice un poco dormido.
- Bueno días pollito - deja un beso en su cabeza.
- ¿Dormiste bien? - pregunta el rubio aun sin mirarle - ¿Te estoy aplastando? - hace el intento de moverse pero su amigo lo detiene de inmediato.
- Quédate ahí, estoy calentito así.
Raoul se mueve un poco para subir hasta su rostro y deja un rápido beso en la frente del canario para luego hundirse en su cuello y abrazarse más a él.
- Mmmm, que bien hueles - susurra besando su piel.
Agoney solo cierra los ojos ante su tacto, les cubre bien con el edredón, y pasea las manos por su espalda.
- ¿No podemos quedarnos en la cama todo el día? - susurra en su oído.
- Tu cama es muy cómoda, yo no se si lo soy.
- Tú eres la almohada y el colchón más cómodos del mundo - le asegura el menor.
Se quedan unos minutos así hasta que finalmente Raoul se separa de él y se acomoda sobre el colchón, no es capaz de alejarse mucho porque el brazo que Agoney pasa por su cintura se lo impide. Solo se ríe un poco y lo recibe a su lado mientras el moreno se acurruca en su cuerpo. Esta vez es el moreno quien hunde su rostro en la piel blanca de su cuello.
- ¿Estás perezoso? - el canario solo asiente con su cabeza y Raoul de inmediato acaricia sus rizos.
Mueve sus dedos masajeando su cabeza por un momento, luego pasa a su nuca, y nota como cada vez el cuerpo de su amigo se refugia más en él. Le encanta cuando se pone así y es el moreno quien parece un niño pequeño, se ve tan adorable, frágil y tierno, que Raoul solo quiere acuchucharle y comerle a besos.
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Confundidos - Ragoney (en Edición)
FanfictionRaoul recuerda cada momento de su vida junto a Agoney, y aunque no fueron su primer beso, ni fueron su primera vez, quizás siempre fueron el primer amor, aunque no supieron verlo.