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Su respiración es tranquila, tan relajada que se pierde unos segundos observando su pecho subir y bajar. Ha despertado infinidad de veces así, pero nunca se había sentido tan diferente. Acomoda mejor su cabeza sobre el pecho moreno, acaricia con la yema de sus dedos el espacio libre y sonríe disfrutando del momento.

El último tiempo ha estado lleno de situaciones, han sido muchas cosas y no sólo se trata de que ahora sean novios, que sean una pareja que comparte una cama mucho más que para dormir. No es sólo haber dado un paso en su relación, es haberlo hecho también en sus sentimientos, en sus inseguridades. Raoul ha ganado confianza, ha ganado seguridad, y gracias a ambas, puede dar cada paso junto a Agoney sin quedar atrás.

Hace meses no se hubiese sentido capaz de compartir con el canario una noche como la anterior, diciendo pequeñas cosas en voz alta, que aunque eran sabidas para ambos, ayudaron a dejar el pudor de lado. Porque si mostrar las inseguridades es complicado, dejar que alguien conozca nuestros mayores deseos también lo es.

A veces nosotros mismos nos juzgamos ante una fantasía, ante algo que pueda despertar nuestra excitación a pasos agigantados. Nuestros propios prejuicios pueden ser un obstáculo, pero si nosotros mismos somos incapaces de aceptar nuestros deseos, ¿Cómo los compartimos con alguien más?

– ¿Qué tanto piensas? – la voz adormilada de su novio le saca de sus pensamientos.

Raoul sonríe antes de mirarle, deja un beso en su pecho y levanta su cabeza para encontrarse con sus ojos. Recibe una caricia en su espalda desnuda y se abraza con más fuerza al cuerpo del moreno luego de taparse mejor con la sábana.

– Buenos días – le saluda el rubio.

– Buenos días, pollito – dice despeinando su cabello – ¿En qué pensabas?

– En nosotros.

– ¿En qué exactamente? – entrecierra los ojos – ¿En lo bueno que es tener sexo cuando conoces bien lo que te gusta y lo que al otro le gusta?

– Algo así – ríe Raoul, sonrojándose un poco sin poder evitarlo – ¿Cuál es tu posición favorita?

Agoney eleva ambas cejas y abre los ojos como platos unos segundos, sorprendido por su pregunta tan repentina.

– Antes creo que lo tenía más claro – dice pensando.

– ¿Antes? – pregunta sin entender.

– Claro, cuando iba de hetero por la vida – asiente el moreno – Pero ahora lo tengo más difícil.

– ¿Por qué? – pregunta con miedo al escuchar su respuesta – ¿No te gusta tanto?

Ver que por unos segundos sus ojos pierden la seguridad que mostraban la noche anterior, le estruja un poco el pecho al moreno, por eso se apresura para explicarse.

– No, no es eso – dice acariciando su rostro – Al contrario, es que me gusta tanto estar contigo, Raoul, que no puedo elegir sólo una posición para hacerte el amor.

Se desliza un poco sobre la cama para llegar a su rostro y deja un beso superficial en sus labios.

– Pero si tuviera que elegir una posición, sería esta – susurra antes de tomar su cintura y posicionarlo sobre la cama.

– ¿Misionero? – pregunta al quedar recostado boca arriba, con el moreno encima suyo.

– Mmmh, no exactamente, porque me gusta mucho más quedar bien de rodillas y follarte como la primera vez.

Raoul abre aún más sus piernas dejando que el cuerpo de Agoney se acomode libremente entre ellas, arrodillado en el colchón. El canario pega su entrepierna al culo del rubio, ambos sólo con la ropa interior puesta, y coloca sus manos a los costados de su cintura, empujando su pelvis, fingiendo una embestida.

Confundidos - Ragoney (en Edición)Where stories live. Discover now