Entre amor y sexo

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Amé sus manos trigueñas rodeando mis caderas, mientras en sus pliegues cabalgaba. Mi flor toda mojada hasta en su abdomen rastros de mi le  dejaba. Me acostó en su cama, mis piernas las abrió como alas. Su lengua en entre medio de mis labios sarrandeó. En formas circulares en  mi clítoris restregó su lengua. Mientras con una manos mis pezones pellizcaba. Una y otra vez le pedía que parará. Aunque admito que ese dolor un poco me encantaba.


Se colocó arrodillado a un lado de mi.


- ¡Ábrete!


Eso me decía cuando en mi cara su venosa v€rga masturbaba. En mi vagina con la palma de su mano azotaba y mi clítoris me estimulaba. Que placer más intenso aquel hombre me proporcionaba.  Toda aquella salvajada me provocaba morder mis labios, apretar mis pechos. Jalarme los pezones, ese hombre me hizo temblar y mis piernas doblegar.


Miré hacia el lado y puder ver sus venas en aquellos fuertes brazos. Moría porque me sujetara en su regazo. Acercó su firmeza a mis labios. Lo acogí en ellos como si fuera mi favorito helado. Jugué con su corona en mi boca, mi lengua pasé en su centro y con la punta recogía de su néctar. Un sabor único y un espesor divino. Abrí los ojos y ese hombre moría ante mí. Embelezado viendo como de él disfrutaba comer. Mientras lo hacía, más en mi flor azotaba. Era como si su placer así, en mí desquitaba.


De momento abruptamente de mi boca salió. Se colocó entre medio de mis piernas y mi flor acarició.


- Está rozada, ¿ te duele amor?


Eso decía mientras dentro mi un dedo entraba. Lo sacó y lamió. Respiró profundo y su v€rga masajeó. Salió de la habitación. Tardó algunos minutos, volvió y su mano fría en mi flor posó. Abrió de nuevo mi vulva y su lengua fría en mi clítoris deslizó. De arriba a bajo una y otra vez en ella se saboreó.


- Ya estás lista mi amor


En mi embistió, salía y entraba. Aquellos fluidos música resaltaba. Mi abdome se contrajo y tuve que morder mis labios. Él echó su cabeza hacia atrás y mi nombre comenzó a llamar. Su lava en mi derramó y por mi tetas la exparsió. Con este hombre aprendí ha tener sexo y hacer el amor. Al terminar quedamos agotados, sedientos y al parecer con ganas de darnos más placer.


Dos copas de Vino Merlot, mi favorito el sirvió. Nos levantamos a tomar un poco. Nos duchamos y sin ropa mucho menos pudor en el balcón nos sentamos. A las 5:00 a.m. yo entre sus piernas, el acariciando mis chinos y hablando de estupideces, cosas de la vida y sobre aquella rica cogida©.


Keila M.

D.R.

Tranvía de MusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora