Adrenalina excitante: Carretera 165

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Ya era de noche y nos dirigiamos de camino a la casa. Mira su tenso brazo en el manubrio del coche, sus vaqueros ajustados y esa sombra de barba en su cara despertaba todos mis instintos salvaje. Como una leona en celos cataba mi presa. Notaba que de reojo me observaba, comencé a subir mis vestido y acariciarme los muslos hasta subir al inicio de mi húmeda entrada.

- Mmmm,¿ qué haces mi amor?

Dijo cuando me agarraba la mano intentando que me la adentrara más en mi. Cambió de opinión y prefirió quitar mi  mano y usar la de él. Me subí el vestido mucho más y me abrí para facilitar su entrada. Echo mi tanga a un lado y con dificultad entró un dedo por encima de mi clítoris. Fue imposible no echar mi caderas hacia delante y acarciar mis pechos. Él me miraba, sus ojos disparaban y un bulto en su pantalón aparecía de la nada. Respiré profundo y me enderecé en el asiento.

- Amor pendiente a la carretera ya falta poco para llegar.

- Si me provocas verte así toda excitada y mis dedos están llenos de tus fluidos, es mucho.

Al decir esto me introdujo sus dedos a mi boca y de manera sensual los chupé, lamí y probé deliciosamente de mi. Me encantó el sabor que ese hombre provoca surgir de mi cuerpo. Decido seguir el juego, bajo la cremallera de su pantalón. Sentí duro, fuerte su erección... adentré más mi mano y toque esa piel de su firmeza. Pude delinear sus venas y yas las primeras lagrimas seminales brotaban.  Esos jugos humectaron mis dedos, los saqué y probé mientras lo miraba fijamente a los ojos. Luego desabotoné mi blusa y deje mi voluptosos senos a la vista de él. Se le hacía más difícil mantener su enfoque en la carretera. Terminó por sacar su miembro y comenzarlo a sobajar de arriba a bajo...lo ejercía de forma lenta y muy cachonda. Pellizcaba mis p€zones dejándolos tenso y erectos. Las luces de los otros coches se rebotaban en mi desnudo pecho. Sin duda la adrenalina era más excitante que esa sexual escena.

Al no poder contenerse estacionó el coche en un bosque solitario de aquella. Allí nos demoramos a besos, mis manos recorieron su pecho. Le quite con desesperación su camisa. Bese su torso, Mordía con indice de seducción. Lo quería mio, muy mio y dejar mi olor mis besos en él fue la manera de marcar mis p*tas ganas de que me hiciera suya una milésima vez más. Enlazó mis chinos y en su v*rga me posé mis labios. Aquella firmeza se movía y buscaba fuertemente mis lamidas. Mi lengua se adueñó de su tersa corona, en formas circulares y chupando con mis labios me enamoré de esa parte. Su virilidad en mi boca comenzaba a florar ese néctar es mi debilidad.

Me salí de él y ya era de sentir su virilidad dentro lo más dentro de mi. Me senté encima de él, pero antes acomedemé su gruesa v€rga en mi. Seguimos en la sintonía de besos, caricias lacivas; recorría mi espalda y con palmadas disfrutaba de mis nalgas. Las castigaba una y otra ves, me imagino que dejarla rojas y marcada era su intención. Echó el sillón hasta atrás. Era algo incómodo, pero cuando hay deseos nos volvemos ingeniosos e innovadores. Comencé a danzar un movimiento de caderas prohibida digna de un pecado capital. Sentía muchas sensaciones prohibidas cuando su mano se acercó al círculo restringido, tratando de estimularlo, haciéndolo sentir que no lo ha olvidado. Sigo en mi vaivén de cadera y rebotando en su firmeza mi vμlva y mis nalgas. Ya el entra y sale era más llevadero, placentero porque su tallo estaba empapado de mi. Comenzó a morderme los hombros y los pechos. Ya la llegada del orgasmos se estaba apareciendo. Yo no quería salir de él y él tampoco de mi. Me dio la palmada no cualquiera sino la última de esa estocada. Gemí más fuerte, placer de dolor y orgásmico sentir me invadian en ese momento.

- Ahhhhh p*ta que deliciosa te pones en mi v€rga. Muévete más rápido para mi amor. Quiero sentir como chocan tus muslos en mis piernas.

Hice caso y aceleré mis movimientos. De repente mi nombre estalló en el aire. Sentí como sus contracciones se dilataron en mi cavidad. Sus fluidos lechosos empaparon mis paredes. Tanto que rápidamente comenzó a acariciar mis muslos. No quería salirme de él, pero el sol se asomaba y el alba nos delataba. Sólo me quedaba por decir...

- Mi amor definitivamente cuánto te extrañaba...©

Keila M.
La 😈 mayor
D.R.

Tranvía de MusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora