I Vereda Pasional

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Sacó un frasco de miel de la guantera de la camioneta. Introdujo un dedo en el frasco empapándolo de ese néctar. Comenzó a deslizarlo por la abertura de mis pechos ascendíendolo hasta llegar a mi labios. Abrí la boca, lo lamí y chupé descaradamente. De forma provocativa dejando que gotas de miel salieran de las esquinas de mi boca.

Él suspiró y mordió sus labios. Obviamente ver  la forma en que chupada su dedo lo transportó a otra escena más explícita. Al llegar al semáforo estaba en rojo, sólo para la camioneta, para él estaba en verde para seguir con el juego. Era más de la medianoche, no había mucho tráfico. Subió mi blusa dejando mis pechos a la vista de él. Sacó un pecho del sostén, echó miel y comenzó a degustar de él. Ya estaba muy dilatada y desesperada por sentir su dureza. Él mordía mi pezθn y con su otra mano apretaba con deseo mi pecho derecho.

Cambió la luz, me eché hacía atrás con la respiración entre cortada y un pecho al aire. Comencé a acariciarme mis dos senos y morderme los labios.

- Ya mi reina, estamos por llegar. Te daré lo que quieres.

En eso coloca mi mano en su entre pierna. Sentir lo gruesa y firme de su v€rga me hizo desbordarme mojando toda mi tanga. Lo comencé a frotar y él comenzó a gemir mi nombre. Me provocó abrir su cremallera y darle alivio a su desesperación con mis labios. Lo acogí en mi lengua, su tersa corona ya lagrimaba de placer. Me apoderé de todo ese néctar. Él continuaba manejando muy distraídamente.

- Amor para por favor, para...

Otro semáforo en rojo y yo, ja, yo... seguía catando su tallo sintiendo como sus pulsaciones las palpaba mi lengua. Mi cabello rizado no lo dejaba ver. Prendió la luz,  me quitó de él y ahí una línea seminal y saliba quedó colgando. Mis labios ya estaban hinchados, me pasé la mano y limpié lo que me atraje de él. Me acomodé la blusa y mi cabello. Él me miraba sorprendido, yo con una sonrisa burlona.

- ¿Crees que es gracioso chistosa?

Lo miro y sonrío con más picardía

- No, para nada es gracioso, pero no me ibas a dejar con ganas a mi nada más. ¿No te gustan las travesuras?

Me dijo cínica y me besó como si me odiara. Al llegar al hotel, estaciona el auto. Abre mi puerta y me empuja de espalda. Mete su pierna entre las mías y subiendo mi vestido echa la tanga a un lado. Sobaja mi flor completa, está húmeda y lista para ser tomada.

- Exactamente como me gusta amor, que deliciosa está, prueba.

Sacó la mano y se chupó dos dedos. Luego me dio a probar de mi, ese hombre hacia que fuera la más desvergonzada. No quería que apartara su mano de mi, me bajó el vestido, abrió la puerta,  se agachó a buscar mi bolso.

- Bueno mi reina, vámonos

Sacudí mi cabeza y arqueé la ceja

- Es enserio Fernando, quieres jugar. Bien... bienvenido a mi juego.

Una vez en el ascensor©....

Continuará

Keila M.

Tranvía de MusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora