85.Violet 15

86 28 0
                                    

Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV VIOLET POTTER 15

Hoy era el día. El día en que descubriríamos la verdad sobre la Cámara de los Secretos. Hermione preparó 5 pociones para dormir. Si inhalabas profundamente, te quedabas inconsciente durante casi un día entero. Nos dividimos los objetivos. Yo dormiría a Bulstrode y Parkinson aprovechando que duermen en el mismo cuarto que yo. Draco a Zabini, y Ron y Harry a Crabbe y Goyle.

Lo mío fue fácil. Fui la primera en levantarme, cogí un pañuelo, lo mojé con la pócima y se los puse aún dormidas cubriéndoles la nariz. Draco pudo hacer lo mismo porque Zabini no era muy madrugador. Lo complicado era dormir a Crabbe y Goyle. Draco dijo que Taurus los despertó y les ordenó que le siguieran a la biblioteca.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó nervioso Ron. —Esos gorilas no se separan de Taurus. —

—A la hora de comer, Draco y yo distraeremos a Taurus. Aprovechad el momento y mojad la poción en alguno de los pasteles que sirven. Seguro que se lo comen. Luego los arrastráis a algún armario y los escondéis allí. —ordené.

—Eres una mente maestra, Violet. —dijo Harry

—Y  retorcida. —repuso Ron

—Aunque me junte con leones sigo siendo una serpiente. —contesté mostrando mis dientes.

Y así hicimos. Esperando impacientes a que los estómagos de los gordinflones rugieran de hambre. A la una y media de la tarde entraron los tres al Gran Comedor, vacío de gente por las vacaciones.

—Taurus tenemos que hablar. —dije acercándome al trío acompañado de Draco. —En privado. —

—¿Ahora nos volvemos a hablar? Primero nos hablamos, luego dejamos de hablar, para después volver a hablarnos, pero para finalmente no comunicarnos. Tengo hambre, dejadme que sea yo esta vez el que decida si quiero hablar con vosotros o no. Iros con los leones y dejadme en paz. —dijo Taurus dándonos la espalda.

—Es sobre padre. —dijo Draco. Esto consiguió que nos prestara toda su atención.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó algo enojado Taurus.

—Como ha dicho Violet, en privado. —contestó Draco.

—Grrr. —gruñó Taurus. —Está bien, seguidme. —

Le hicimos caso y fuimos al vestíbulo de Slytherin.

—¿Y bien? ¿Que pasa con padre? —preguntó con inquietud Taurus.

—Antes o después, padre se enterará acerca de Hermione. —sentenció Draco

—Mientras no abras tu boquita, no tiene porque enterarse. Lo tengo controlado. —dijo con seguridad Taurus.

—No quiero volver a mentir, Taurus. —repuso Draco

—¿Cuántas veces hemos tenido esta conversación? Considéralo una mentira piadosa y ya está. 

—Pero ...—intentó decir Draco

—¡Joder! ¡Ni peros ni peras! Por Merlín. —suspiró Taurus. —Me habéis quitado el hambre. Dejadme solo, quiero echarme una siesta. Llevo sin pegar ojo casi dos días. —se recostó en el sillón.

Mejor no podía haber salido el plan. Cuando regresamos al comedor. Vimos que Goyle y Crabbe ya estaban inconscientes. Lo más difícil fue arrastrarlos hasta el armario, al otro lado del vestíbulo.  Los escondimos entre las fregonas y los calderos. Harry y Ron les cogieron asimismo los zapatos, porque los suyos eran demasiado pequeños para el tamaño de los pies de Crabbe y Goyle. 

Luego corrimos hasta los aseos de Myrtle la Llorona. Cada uno con las vestimentas prestadas de las víctimas. Apenas podíamos ver nada a través del espeso humo negro que salía del retrete en que Hermione estaba removiendo el caldero. Subiéndose las túnicas para taparse la cara, Harry y Ron llamaron suavemente a la puerta. Sobre la taza del retrete había cinco vasos de cristal ya preparados. Los cinco miramos el caldero. Vista de cerca, la poción parecía barro espeso y oscuro que borboteaba lentamente.

—Estoy segura de que lo he hecho todo bien —dijo Hermione, releyendo nerviosamente la manchada página de Moste Potente Potions—. Parece que es tal como dice el libro... En cuanto la hayamos bebido, dispondremos de una hora antes de volver a convertirnos en nosotros mismos.—

—¿Qué se hace ahora? —murmuró Ron.

—La separamos en los cinco vasos y echamos los pelos.—contestó Hermione.

Hermione sirvió en cada vaso una cantidad considerable de poción. Luego, con mano temblorosa, trasladó el pelo de Millicent Bulstrode de la botella al primero de los vasos. La poción emitió un potente silbido, como el de una olla a presión, y empezó a salir muchísima espuma. Al cabo de un segundo, se había vuelto de un amarillo asqueroso.

—Aggg..., esencia de Millicent Bulstrode —dijo Ron, mirándolo con aversión—. Apuesto a que tiene un sabor repugnante.

—Echad los vuestros, venga —les dijo Hermione.

Harry metió el pelo de Goyle en el segundo vaso,  Ron, el pelo de Crabbe en el tercero, Draco, el pelo de Zabini en el cuarto y yo el pelo de Parkinson en el último. Las pociones silbaron y echaron espuma.

Cada uno de nosotros cogimos el vaso correspondiente.

—¿Listos? —pregunté.

—Listos —me contestaron las voces de Ron, Hermione, Harry y Draco a la vez.

—A la una, a las dos, a las tres...—dije y acto seguido me tapé la nariz. Me la bebí en dos grandes tragos. Sabía a col muy cocida.

Inmediatamente, se me empezaron a retorcer las tripas como si acabara de tragarse serpientes vivas. Me encogí y temí ponerme mala. Luego, un ardor surgido del estómago se me extendió rápidamente hasta las puntas de los dedos de manos y pies. Jadeando, me puse a cuatro patas y tuve la horrible sensación de estarse derritiendo al notar que la piel de todo el cuerpo me quemaba como cera caliente. El pelo se me caía sobre las cejas. 

Todo concluyó tan repentinamente como había comenzado. Me tendí boca abajo, sobre el frío suelo de piedra, oyendo a Myrtle sollozar de tristeza al fondo de los aseos. Me miré en el espejo roto del baño. ¡Había salido bien, me había convertido en Parkinson!

—¿Estáis bien? —de mi boca surgió la voz de Pansy, que era más aguda que la mía.

—Sí —contestó, proveniente de su derecha, el gruñido de Crabbe.

—Magnífico. —oí la voz de Zabini. Draco se encontraba rascándose la cabeza.

—Es increíble —dijo Harry, acercándose al espejo y pinchando con el dedo la nariz chata de Goyle—. Increíble.

—Mejor que nos vayamos —dijo Hermione, aflojándose el reloj que oprimía la gruesa muñeca de Bulstrode—. No tenemos mucho tiempo, vayamos a la sala común de Slytherin.—

Yendo a grandes zancadas, en menos de 5 minutos nos encontrábamos en la sala común de Slytherin. Ahí estaba Taurus ya despierto comiendo un pastel de carne mientras hojeaba El Profeta.

—¿Dónde estabais? Esperaba encontraros comiendo como cerdos en el Gran Comedor, pero no estabais. —cuando Harry (Goyle) estuvo a punto de contestar lo interrumpió Taurus. —Da igual, conociéndoos seguro que estabais cagando, no quiero saber los detalles. ¿Y de dónde venís vosotros? —preguntó Taurus a Bulstrode, Zabini y a mi que era Parkinson. —No os he visto en todo el día. —

—Estábamos jugando al ajedrez mágico. —respondió Bulstrode (Hermione).

—¿Eh? Pero si tú y Pansy no sabéis jugar. —dijo mirándome a mi y a Bulstrode (Hermione) arqueando una ceja. 

Quise ponerme la mano en la cara. ¿Por qué tendría que abrir la boca, Hermione?


Efecto Mariposa - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora