101.Harry 10

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Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV HARRY POTTER 10

Sabía que todo el misterio podría resolverse al día siguiente sin la ayuda de Myrtle, pero, si se presentaba, no dejaría escapar la oportunidad de hablar con ella. Y afortunadamente se presentó, a media mañana, cuando Gilderoy Lockhart les conducía al aula de Historia de la Magia, dejándonos solos a mitad de camino.

Lockhart, estaba ahora plenamente convencido de que no valía la pena acompañar a los alumnos por los pasillos. Así que nos dirigimos Ron y yo solos al baño del segundo piso donde se encontraba Myrtle. Pero nuestro plan fracasó al toparnos con McGonagall

—¡Potter! ¡Weasley! ¿Qué estáis haciendo?—preguntó enfadada la profesora con los labios muy apretados.a.

—Estábamos... estábamos... —balbuceó Ron—. Íbamos a ver...—

—A Hermione y a Draco—mentí. Tanto Ron como la profesora McGonagall me miraron—. Hace mucho que no los vemos, profesora —continuó Harry, hablando deprisa y pisando a Ron en el pie—, y pretendíamos colarnos en la enfermería, ya sabe, y decirle que las mandrágoras ya están casi listas y, bueno, que no se preocuparan. Aunque sé que no pueden oírnos. —

La profesora McGonagall seguía mirándome, y por un momento,  pensé que iba a estallar de furia, pero cuando habló lo hizo con una voz suave, poco habitual en ella.

—Naturalmente —dijo Mcgonagall, y  vi, sorprendido, que brillaba una lágrima en uno de sus ojos, redondos y vivos—. Naturalmente, comprendo que todo esto ha sido más duro para los amigos de los que están... Lo comprendo perfectamente. Sí, Potter, claro que podéis ver a la señorita Granger y al señor Malfoy. Informaré al profesor Binns de dónde habéis ido. Decidle a la señora Pomfrey que os he dado permiso.—

Ron y yo nos alejamos. No me puedo creer que me he librado del castigo. 

—Ésa —dijo Ron emocionado— ha sido la mejor historia que has inventado nunca.—

No teníamos otra opción que ir a la enfermería y decir a la señora Pomfrey que la profesora McGonagall nos había dado permiso para visitar a Hermione y a Draco.

La señora Pomfrey los dejó entrar. Ahí estaba Taurus, con un aspecto lamentable, había perdido unos kilos y tenía un aspecto de dejadez absoluta, como si no se hubiera duchado en una semana. Estaba dormido sobre una silla cayéndole la baba.

Eché una mirada rápida a Draco y luego a Hermione. Me percaté de algo que no me había fijado en mis anteriores visitas. En la mano derecha de Hermione, apretada encima de las mantas, aferraba en el puño un trozo de papel estrujado.

Asegurándose de que la señora Pomfrey no estaba cerca y que Taurus seguía durmiendo, se lo señalé a Ron.

—Intenta sacárselo —susurró Ron.

No fue una tarea fácil. La mano de Hermione apretaba con tal fuerza el papel que creía que al tirar se rompería. Después de varios minutos de tensión, el papel salió.

Era una página arrancada de un libro muy viejo. La alisé con emoción y Ron se inclinó para leerla también.

De las muchas bestias pavorosas y monstruos terribles que vagan por nuestra tierra, no hay ninguna más sorprendente ni más letal que el basilisco, conocido como el rey de las serpientes. Esta serpiente, que puede alcanzar un tamaño gigantesco y cuya vida dura varios siglos, nace de un huevo de gallina empollado por un sapo. Sus métodos de matar son de lo más extraordinario, pues además de sus colmillos mortalmente venenosos, el basilisco mata con la mirada, y todos cuantos fijaren su vista en el brillo de sus ojos han de sufrir instantánea muerte. Las arañas huyen del basilisco, pues es éste su mortal enemigo.

Y debajo de esto, había escrita una sola palabra, con una letra que reconocí como la de Hermione: «Cañerías.»

Se me encendió una luz en mi cerebro. Ahora lo comprendía todo. Le hice un gesto a Ron para salir fuera.

—Tenemos que encontrar a mi hermana. Querrá saber esto. —dije.

Bajamos al Gran Comedor, ahí se encontraba Violet charlando amigablemente con Zabini y las hermanas Greengrass.

—¡Violet! ¡Tienes que venir con nosotros! ¡Es urgente! —dije a toda prisa agitado.

Violet se despidió de sus amigos y nos acompañó a un rincón apartados de la gente.

—Aquí está la respuesta. —dije enseñándole el papel a Violet. Violet empezó a leerlo mientras yo seguía hablando — El monstruo de la cámara es un basilisco, ¡una serpiente gigante! Por eso he oído a veces esa voz por todo el colegio, y nadie más la ha oído: porque yo comprendo la lengua pársel...—

Les expliqué porque no había muerto nadie este año y Myrtle sí. Myrtle vio al basilisco directamente, sin embargo el resto habían visto al basilisco reflejado en alguna superficie: La Señora Norris con el agua, Mark Spacey con el espejo del baño, Colin con su cámara, Justin a través de Nick casi decapitado y Draco y Hermione a través del espejito que traía Hermione. Y Nick como ya estaba muerto no podía morir de nuevo.

—Pero ¿cómo se mueve el basilisco por el castillo? —preguntó Ron—. Una serpiente asquerosa... alguien tendría que verla...

—Cañerías —le señalé la palabra que había escrito Hermione—. Cañerías... Ha estado usando las cañerías, Ron. Y yo he oído esa voz dentro de las paredes...—

De pronto, Violet me cogió del brazo.

—¡La entrada de la Cámara de los Secretos! —dijo Violet con la voz quebrada—. ¿Y si es uno de los aseos? ¿Y si estuviera en...?—

—... los aseos de Myrtle la Llorona —terminé

Durante un rato nos quedamos inmóviles, embargados por la emoción, sin poder creérselo apenas.

—Esto quiere decir —añadí— que no debo de ser el único que habla pársel en el colegio. El heredero de Slytherin también lo hace. De esa forma domina al basilisco.—

—¿Qué hacemos? ¿Vamos directamente a hablar con McGonagall?—preguntó Ron

—Vamos a la sala de profesores —dije—. Vamos a contárselo. —

Fuimos directamente a la sala de profesores, que estaba desierta. 

—Todos los alumnos volverán inmediatamente a los dormitorios de sus respectivas casas. Los profesores deben dirigirse a la sala de profesores. Les ruego que se den prisa.—oímos la voz amplificada de McGonagall por medios mágicos que resonaba por todo el colegio.

—¿Habrá habido otro ataque? —preguntó Violet.

—¿Qué hacemos? —dijo Ron, aterrorizado—. ¿Regresamos al dormitorio?

—No —dije mirando alrededor. Había una especie de ropero al fondo de la sala llenos de capas—. Si nos escondemos aquí, podremos enterarnos de qué ha pasado. Luego les diremos lo que hemos averiguado.—

Nos ocultamos dentro del ropero. Por entre los pliegues de las capas, vimos a los profesores que iban entrando en la sala. Algunos parecían desconcertados, otros claramente preocupados. Al final llegó la profesora McGonagall.

—Ha sucedido —dijo McGonagall a la sala, que la escuchaba en silencio—. Una alumna ha sido raptada por el monstruo. Se la ha llevado a la cámara.—


Efecto Mariposa - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora