122.Harry 15

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Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV HARRY POTTER 15

Al final Hermione no se compró una lechuza. Se compró un enorme y feo gato de color canela y le puso el nombre de Crookshanks. Volvimos al Caldero Chorreante, durante todo el trayecto, Ron y Hermione se la pasaron discutiendo sobre Crookshanks. Para Hermione era la criatura más hermosa de la faz de la tierra. Para Ron era un gato horrible, peligroso y asesino de mascotas. Ya dentro, nos esperaba Arthur Weasley con una sonrisa.

—¡Harry, Violet! —dijo el señor Weasley. —¿Cómo estáis?—

—Bien, gracias —respondimos a la vez, mi hermana y yo.

El señor Weasley dejó el periódico, y vi la fotografía de Sirius Black mirándome. En el periódico decía que había matado a 13 personas con un sólo hechizo y que había sido la primera persona en escapar de Azkaban. En las noticias muggle, también salía como un hombre en busca y captura, pero en vez de varita, decían que portaba un revólver. 

—¿Todavía no lo han cogido? —preguntó mi hermana.

—No —dijo el señor Weasley con el semblante preocupado—. En el Ministerio nos han puesto a todos a trabajar en su busca, pero hasta ahora no se ha conseguido nada.—

—¿Tendríamos una recompensa si lo atrapáramos? —preguntó Ron—. Estaría bien conseguir algo más de dinero...—

—No seas absurdo, Ron —dijo el señor Weasley, que, visto más de cerca, parecía muy tenso—. Un brujo de trece años no va a atrapar a Black. Lo cogerán los guardianes de Azkaban. Ya lo verás.—

En ese momento entró en el bar la señora Weasley cargada con compras y seguida por los gemelos Fred y George, que iban a empezar quinto curso en Hogwarts, Percy, que iba a empezar séptimo cómo Premio Anual, y Ginny, que iba a empezar segundo.

—Hola, Harry, Violet. Supongo que habéis oído ya todas nuestras emocionantes noticias. —dijo la señora Weasley señalando la insignia de plata recién estrenada que brillaba en el pecho de Percy—. El segundo Premio Anual de la familia —dijo rebosante de orgullo.

—Y último —dijo Fred en un susurro.

—De eso no me cabe ninguna duda —dijo la señora Weasley, frunciendo de repente el entrecejo—. Ya me he dado cuenta de que no os han hecho prefectos.—

—¿Para qué queremos ser prefectos? —dijo George, a quien la sola idea parecía repugnarle—. Le quitaría a la vida su lado divertido.—Ginny se rió.

—¿Quieres hacer el favor de darle a tu hermana mejor ejemplo? —dijo cortante la señora Weasley.

—Ginny tiene otros hermanos para que le den buen ejemplo —respondió Percy con altivez—. Voy a cambiarme para la cena...—Se fue y George dio un suspiro.

—Intentamos encerrarlo en una pirámide —me dijo—, pero mi madre nos descubrió.—

Llegó la noche y no podía dormirme. Fui a darme un paseo nocturno por la posada a ver si así conseguía entrarme el sueño. Oí dos voces airadas que procedían del comedor. Tardé un segundo en reconocer que eran las de los padres de Ron. Me quedé dudando si debía seguir escuchando, porque no quería que ellos se dieran cuenta de que los había oído discutiendo, pero había oído como decían mi nombre así que me mantuve oculto en las sombras.

—No tiene ningún sentido ocultárselo —decía el señor Weasley—. Harry tiene derecho a saberlo. He intentado decírselo a Fudge, pero se empeña en tratar a Harry como a un niño. Tiene trece años y...—

—¡Arthur, la verdad le aterrorizaría! —dijo la señora Weasley en voz muy alta—. ¿Quieres de verdad enviar a Harry al colegio con esa espada de Damocles? ¡Por Dios, está muy tranquilo sin saber nada!—

—No quiero asustarlo, ¡quiero prevenirlo! —contestó el señor Weasley—.¡Cada vez que pienso lo que podía haberle sucedido la otra noche, cuando se escapó de casa con su hermana...! Si el autobús noctámbulo no los hubieran recogido, me juego lo que sea a que el Ministerio lo hubiera encontrado muerto.—

—Pero no está muerto, está bien, así que ¿de qué sirve...?—dijo la señora Weasley.

—Molly: dicen que Sirius Black está loco, y quizá lo esté, pero fue lo bastante inteligente para escapar de Azkaban, y se supone que eso es imposible. Ha pasado un mes y no le han visto el pelo. Y me da igual todo lo que declara Fudge a El Profeta: no estamos más cerca de pillarlo que de inventar varitas mágicas que hagan los hechizos solas. Lo único que sabemos con seguridad es que Black va detrás...—continuó el señor Weasley.

—Pero Harry estará a salvo en Hogwarts.—replicó la señora Weasley.

—Pensábamos que Azkaban era una prisión completamente segura. Si Black es capaz de escapar de Azkaban, será capaz de entrar en Hogwarts.—dijo el señor Weasley

—Pero nadie está realmente seguro de que Black vaya en pos de Harry...—trató de converle Molly.

—Molly, ¿cuántas veces te tengo que decir que... que no lo han dicho en la prensa porque Fudge quería mantenerlo en secreto? Pero Fudge fue a Azkaban la noche que Black se escapó. Los guardias le dijeron a Fudge que hacía tiempo que Black hablaba en sueños. Siempre decía las mismas palabras: «Está en Hogwarts, está en Hogwarts.» Black está loco, Molly, y quiere matar a Harry. Si me preguntas por qué, creo que Black piensa que con su muerte Quien Tú Sabes volvería al poder. Black lo perdió todo la noche en que Harry detuvo a Quien Tú Sabes. Y se ha pasado diez años solo en Azkaban, rumiando todo eso...—explicó el señor Weasley

El corazón me latía a mil por hora.

—Bien, Arthur. Debes hacer lo que te parezca mejor. Pero te olvidas de Albus Dumbledore. Creo que nada le podría hacer daño en Hogwarts mientras él sea el director. Supongo que estará al corriente de todo esto.—continuó Molly Weasley.

—Por supuesto que sí. Tuvimos que pedirle permiso para que los guardias de Azkaban se apostaran en los accesos al colegio. No le hizo mucha gracia, pero accedió.—dijo Arthur Weasley

—¿No le hizo gracia? ¿Por qué no, si están ahí para atrapar a Black?—preguntó la señora Weasley.

—Dumbledore no les tiene mucha simpatía a los guardias de Azkaban —respondió el señor Weasley con disgusto—. Tampoco yo se la tengo, si nos ponemos así... Pero cuando se trata con alguien como Black, hay que unir fuerzas con los que uno preferiría evitar.—

—Si salvan a Harry...—dijo Molly.

—En ese caso, no volveré a decir nada contra ellos —dijo el señor Weasley con cansancio—. Es tarde, Molly. Será mejor que subamos...—

OÍ mover las sillas. Tan sigilosamente como pude, me volví a mi cuarto sin hacer el menor ruido.

Así que Sirius Black iba tras de mí. Eso lo explicaba todo. Fudge había sido indulgente conmigo porque estaba muy contento de haberme encontrado con vida. Me había hecho prometer que no saldría del callejón Diagon, donde había un montón de magos para vigilarle. 

Sirius Black había matado a trece personas con un hechizo; los padres de Ron, obviamente, pensaban que me aterrorizaría al enterarme de la verdad. Pero yo estaba completamente de acuerdo con la señora Weasley en que el lugar más seguro de la Tierra era aquel en que estuviera Albus Dumbledore. ¿No decía siempre la gente que Dumbledore era la única persona que había inspirado miedo a lord Voldemort? ¿No le daría a Black, siendo la mano derecha de Voldemort, tanto miedo como a éste?

Y además estaban los guardias de Azkaban, de los que hablaba todo el mundo. La mayoría de las personas les tenían un miedo irracional, y si estaban apostados alrededor del colegio, las posibilidades de que Black pudiera entrar parecían muy escasas. No, en realidad, lo que más me preocupaba era que ya no tenía ninguna posibilidad de que me permitieran a mí o a Violet visitar Hogsmeade. Nadie querría dejarle a mi o a Violet abandonar la seguridad del castillo hasta que hubieran atrapado a Black.

—No me van a matar —dije en voz alta.

—¿Eh?—dijo Violet, despertándose con voz soñolienta.

—Violet, tengo que contarte una cosa. —dije.

Efecto Mariposa - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora