158.Harry 19

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Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV HARRY POTTER 19

Ya estábamos en las vacaciones de Navidad. El único de nuestro grupo de amigos que no se encontraba en el colegio durante las vacaciones era Draco, que estaba en la Mansión Malfoy con sus padres y con Taurus. Hermione estaba en el colegio, pero prácticamente no había diferencia con respecto a la ausencia de Draco. Se había obsesionado con salvar a Buckbeak y prácticamente no se relacionaba con nosotros. Esa obsesión había repercutido en su imagen. Grandes ojeras acompañaban sus ojos en las pocas veces que las vi durante las vacaciones.

La mañana de Navidad me desperté por un golpe con la almohada por parte de Ron.

—¡Despierta, los regalos!—anunció Ron, rasgando el papel de sus regalos.—Otro jersey de mamá. Marrón otra vez. Mira a ver si tú tienes otro.—

En efecto, yo tenía otro. La señora Weasley me había enviado un jersey rojo con el león de Gryffindor una docena de pastas caseras, un trozo de pastel y una caja de turrón. 

Luego le preguntaré a mi hermana si también ha recibido un jersey verde de Slytherin. 

También un paquete largo y estrecho que había debajo del resto de regalos.

—¿Qué es eso? —preguntó Ron mirando el paquete y sosteniendo en la mano los calcetines marrones que acababa de desenvolver.

—No sé...—respondí con sinceridad

Abrí el paquete y ahogué un grito al ver una escoba magnífica y brillante. Ron dejó caer los calcetines y saltó de la cama para verla de cerca.

—No puedo creerlo —dijo Ron con la voz quebrada por la emoción. —¡Es una Saeta de Fuego ¿Quién te la ha enviado? —preguntó mi amigo.

—Voy a ver si hay una tarjeta que lo indique —dije examinando el papel que envolvía la escoba. —No veo nada.—

—¡Nada! Caramba, ¿quién se gastaría tanto dinero en hacerte un regalo?—preguntó Ron.

—No lo sé. El único que conozco que pudiera regalarme algo tan caro es a Draco—dije, pero luego deseché la idea—. Pero es imposible. Somos de equipos rivales y además a ti también te hubiera comprado algo.—

—Estoy seguro de que fue Dumbledore —dijo Ron, mirando embelesado la escoba —. Te envió anónimamente la capa invisible...

—Había sido de mi padre —dije—. Dumbledore se limitó a remitírmela. No se gastaría en mí cientos de galeones. No puede ir regalando a los alumnos cosas así.—

—¿Qué os han traído de regalos?—preguntó Hermione, que acababa de entrar con el camisón puesto y llevando a Crookshanks al brazo.

—¡No lo metas aquí! —dijo Ron, sacando rápidamente a Scabbers de las profundidades de la cama y metiéndosela en el bolsillo del pijama. Pero Hermione no le hizo caso. Dejó a Crookshanks en la cama vacía de Seamus y contempló la Saeta de Fuego con la boca abierta.

—¡Vaya, Harry! ¿Quién te la ha enviado?—preguntó mi amiga.

—No tengo ni idea. No traía tarjeta.—respondí.

Ante sorpresa de Ron y mía, Hermione no estaba emocionada ni intrigada. Parecía preocupada.

—¿Qué te ocurre? —le preguntó Ron.

—No sé —dijo Hermione—. Pero es raro, ¿no os parece? Lo que quiero decir es que es una escoba magnífica, ¿verdad? ¿Quién enviaría a Harry algo tan caro sin siquiera decir quién es?—

—¿Y qué más da? —preguntó Ron con impaciencia—. Escucha, Harry, ¿puedo dar una vuelta en ella? ¿Puedo?—

—Creo que por el momento nadie debería montar en esa escoba —dijo Hermione.

—¿Qué te han regalado a ti por Navidad, Hermione? —pregunté, desviando el tema. No me gustaba las sospechas de Hermione hacia mi fabuloso regalo.

—¡Mirad! —dijo Hermione, irradiando felicidad y olvidándose de la Saeta de Fuego. Nos señaló  unas pantuflas de color arcoiris que cubrían los pies de Crookshanks. —Las ha hecho Draco. Me ha dicho que se ha comprado una máquina de coser muggle para hacerlas. Crookshanks está monísimo con ellas, ¿a qué sí?—

—¿Pero que dices? Si son horrorosas. Tan feas como tu gato. —respondió Ron con una mueca de asco.

—¡No sé ni para que pido tu opinión, Ronald! ¿Qué me dices tú, Harry?—dijo Hermione.

—Jeje. Bueno ....—dije no sabiendo como salir de la situación. Ron tenía razón. Eran horrorosas.

—Puede que haya hilo suelto y que el color escogido no sea el más bonito. ..—reflexionó Hermione. —Pero lo que cuenta es que las ha hecho Draco con sus propias manos y sin ayuda de nadie. ¡Incluso se ha comprado una máquina de coser muggle para hacerlas! Ahora tengo que regalarle algo y no sé el qué—

—Podrías darle una clases de costura. —dijo Ron con ironía.

Antes de que Hermione pudiera responder, Crookshanks saltó desde la cama de Seamus al pecho de Ron.

—¡LLÉVATELO DE AQUÍ! —bramó Ron, notando que las garras de Crookshanks le rasgaban el pijama y que Scabbers intentaba una huida desesperada por encima de su hombro. 

Aquella mañana, en la sala común de Gryffindor, el espíritu navideño estuvo ausente. Hermione había encerrado a Crookshanks en su dormitorio, pero estaba enfadada con Ron porque había querido darle una patada. Ron seguía enfadado por el nuevo intento de Crookshanks de comerse a Scabbers. Desistí de reconciliarlos y me fui a ver a mi hermana. La esperé en la puerta de las mazmorras de Slytherin cogiendo mi Saeta de Fuego.

Solo unos minutos después, Violet apareció portando en la cabeza un espantoso gorro de Santa Claus.

—¡No te vas a creer...!—empezó a decir Violet, pero la interrumpí señalándole el gorro.

—¿Te ha regalado eso Draco?—pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

—¿Cómo lo has sabido?—dijo mi melliza con los ojos como platos.

—Intuición. —respondí recordando las horrorosas pantuflas que le había regalado a Hermione.

—Bueno, eso ahora da igual. Iba a buscarte para decirte que he encontrado esto en mi habitación. —dijo Violet, sacando de la espada el mismo modelo de escoba que el mío. Una Saeta de Fuego.

—¿Tú también?—dije, mostrándole mi escoba. El rostro de Violet reflejó aún más confusión de la que ya tenía.

—¿En la tuya tampoco había tarjeta?—me preguntó mi melliza.

—No. Aunque empiezo a pensar que sí puede ser que haya sido Draco. —dije recordando mi conversación con Ron. Violet negó con la cabeza

—Draco sí que puso una tarjeta dentro del gorro. Me hubiera dicho lo de la escoba si hubiera sido él. —dijo Violet.

—¿Pero entonces quién?—pensé en voz alta.


Efecto Mariposa - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora