92.Hermione 23

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Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling

POV HERMIONE GRANGER 23

—Por favor, Hermione, dime que no has sido una de las cuarenta y seis —dijo Draco molesto.

—¡Por favor! Yo .... yo .... yo no haría eso —respondí ruborizándome. —Es un profesor y yo soy su alumna. No sería apropiado. Jijijiji. —dije tapándome la cara con las manos avergonzada.

—Sí. Claro. —dijo Draco cruzándose de brazos.

Me fijé en Taurus que estaba siendo agarrado por Parkinson, mis dos grandes enemigos juntos. Aunque Taurus no parecía tan emocionado como Parkinson. La que tampoco parecía emocionada era Violet.

—Bfff, esto de San Valentín es una idiotez. —dijo disgustada Violet viendo los arrumacos que le hacía Parkinson a Taurus. —Vámonos a clase de una vez.—

Los enanos se pasaron el día interrumpiendo las clases para repartir tarjetas, ante la irritación de los profesores, y al final de la tarde, cuando los de Gryffindor subíamos hacia el aula de Encantamientos, uno de ellos alcanzó a Harry.

—¡Eh, tú! ¡Harry Potter! —gritó un enano  malhumorado, abriéndose camino a codazos para llegar a donde estaba Harry.

Harry ruborizado intentó escabullirse. Me fijé en los alumnos que tenía en frente, uno de ellos era Ginny que estaba igual de roja que su cabello. El enano se abrió camino a base de patadas en las espinillas y lo alcanzó antes de que diera dos pasos.

—Tengo un mensaje musical para entregar a Harry Potter en persona —dijo, rasgando el arpa.

—¡Aquí no! —dijo Harry enfadado, tratando de escapar.

—¡Párate! —gruñó el enano, aferrando a Harry por la bolsa para detenerlo.

—¡Suéltame! —gritó Harry, tirando fuerte.

Tanto tiraron que la bolsa se partió en dos. Los libros, la varita mágica, el pergamino y la pluma se desparramaron por el suelo, y la botellita de tinta se rompió encima de todas las demás cosas. Me agaché junto a Harry para ayudarle a recoger sus cosas. Se estaba formando un atasco en el corredor.

—¿Qué pasa ahí? —era la voz fría de Parkinson, que estaba pegada como una lapa a Taurus. 

Taurus nos miró a mi y a Harry, pero no me daba la impresión de querer meterse. Como nos prometió, no se iba a meter en nuestro camino.

—¿Por qué toda esta conmoción? —dijo otra voz familiar, la de Percy Weasley, que se acercaba.

Harry intentó escapar corriendo, pero el enano se le echó a las rodillas y lo derribó.

—Bien —dijo, sentándose sobre los tobillos de Harry—, ésta es tu canción de San Valentín:

Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche

y el pelo negro como una pizarra cuando anochece.

Quisiera que fuera mío, porque es glorioso,

el héroe que venció al Señor Tenebroso.

Me tapé la boca para evitar soltar una carcajada. Los que no la evitaron fueron el cuarteto de Crabbe, Goyle, Parkinson y Taurus. Harry enrojeció aún más de lo que ya estaba

 Percy Weasley hacía lo que podía para dispersar al montón de chavales que estaban llorando de risa.

—¡Fuera de aquí, fuera! La campana ha sonado hace cinco minutos, a clase todos ahora mismo —decía Percy, empujando a algunos de los más pequeños.

Vi que Parkinson se agachaba y cogía algo, y con una mirada burlona se lo enseñaba a Crabbe y Goyle. Taurus ya se había ido a clase. Era el diario de Tom M. 

—¡Devuélveme eso! —le dijo Harry en voz baja.

—¿Qué habrá escrito aquí Potter? —dijo Parkinson. 

Me fijé como Ginny miraba alternativamente a Harry y al diario. Parecía aterrorizada. Me caía bien pero era un poco rara.

—Devuélvelo, Parkinson —dijo Percy con severidad.

—Cuando le haya echado un vistazo —dijo Parkinson con una sonrisa burlándose de Harry.

—Devuélveselo, Parkinson. —dijo Violet furiosa que aparecía de la nada.

—Oblígame, traidora. —contestó Pansy sonriendo falsamente.

¡Expelliarmus! —gritó  Violet, fuera de sus casillas.

 El diario se le escapaba de las manos de Parkinson y salía volando. Ron, sonriendo, lo atrapó.

—¡Violet! —dijo Percy en voz alta—. No se puede hacer magia en los pasillos. ¡Tendré que informar de esto!—

Pero Violet no se preocupó.

—¡Olvídame, Percy! —le contestó Violet yéndose a clase.

Poco a poco, el corredor se fue vaciando quedando Ron, Harry, Draco y yo.

—Sabía que tu hermana tenía carácter, pero bufff. Nunca le había visto ejecutar un hechizo tan preciso estando tan enfadada. —dijo Draco riéndose. —¿Te ayudo a recoger, Harry?—

—No, no hace falta. —dijo Harry aún avergonzado

—Así que ... ¿con que tienes una admiradora, Harry? —dije en tono burlón.

—No me lo recuerdes, por favor. —me suplicó Harry.

—¿A ti te han enviado alguna tarjeta, Ron? —preguntó Draco.

—No, y menos mal. Si no, estaría tan avergonzado como Harry. —dijo riéndose Ron.

—¿Y a ti, Draco? Seguro que tienes alguna fan secreta. —dijo Harry tratando que alguien se sintiera tan avergonzado como él.

De repente el tema me pareció mucho más interesante.

—Pues sí, un par. Pero al menos no me han cantado como a ti. —dijo Draco.

Ya no me gustaba la conversación. 

—¿Y sabes quien te la ha dado, Malfoy? —dije con algo de molestia. El trío de niños me miraron sorprendidos.

—¿Eh? ¿Por qué le has llamado Malfoy? —preguntó Harry arqueando una ceja.

—Vámonos a clase que vamos a llegar tarde. —dije mirando al suelo.

—Creo que está celosa que vosotros dos tengáis admiradores y ella no. —dijo Ron cogiendo su bolsa.

Sí, la opresión en el pecho seguro que se debe a eso. Soy muy competitiva y no me gusta perder en nada. Es eso porque estoy disgustada. No sé cómo no lo había pensado antes.

Efecto Mariposa - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora