37. Esto no es un secuestro

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13:45 | Lunes 23 de Septiembre de 2030

Un par de hombres corren por las calles del sur de Jacksonville. Cada par de segundos voltean a ver si alguien los sigue, no logran ver a nadie la primera vez, pero luego sienten el resonar de un par de pasos, la siguiente vez que se vuelven a ver distinguen una figura uniformada de pies a cabeza. Uno de ellos titubea y se frena al considerar que la amenaza no es tan grande, pero empieza a correr cuando el otro sujeto con el que escapa le indica que dos personas más también se acercan. La preocupación en sus miradas es palpable. Corren dos cuadras más y luego deciden escurrirse por un callejón atestado de gente, en un intento por confundir a sus perseguidores. Al parecer nada les importa, pues derriban puestos y empujan a las personas que les obstruyen el paso. Cuando parece que finalmente van a salir de ese infierno, se detienen en seco al llegar a la avenida y notan que está custodiada por dos furgonetas negras y seis agentes más. Uno de ellos empieza a girar sobre sus pasos en un intento desesperado de fuga, pero encuentra que le apuntan sobre su pecho un arma grande y fría. Ambos hombres alzan las manos en señal de rendición. Sin mediar palabras y ante la mirada de la concurrencia son sedados y subidos a uno de los vehículos.

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Dios esta va a ser una semana larga, muy larga. Esta mañana ha sido sumamente agotadora, entre mis clases, terminar de ultimar detalles para la fiesta con el comité y haber tenido que rechazar a un par de chicos para la fiesta de bienvenida a Lincoln he gastado la mayor parte de mis energías. Eso sin contar que tuve una pequeña charla con Angelina antes de ir al comedor. Al parecer le ha devuelto las llamadas a Natasha, pues hoy la noté con otro semblante. Tal vez la mayor sorpresa de este día ha sido que Adriana está más segura de sí misma, risueña, se ha vuelto una pequeña cotorra que además se ha convertido en fan de los poemas de Emma y del canal de juegos retro de Jesse. 

- Señorita Wright... ¡Srta. Wright! - me interpela uno de mis maestros en tono elevado, mientras mis compañeros estallan en risas. No puedo evitar sonrojarme.

- ¿Si-si profesor? - pregunto vacilante.

- Le estaba pidiendo que dejase de suspirar y que se concentre en la clase - señala en tono severo.

- Lo siento profesor, no volverá a pasar - respondo en tono de disculpa.

- De acuerdo, se lo pasaré esta vez - señala.

Me siento avergonzada, ni siquiera puedo recordar en lo que estaba pensando. Paula menea la cabeza mientras sonríe con los labios cerrados. Nat me da una mirada pícara y pestañea como queriendo preguntarme qué es lo que me ha dejado tan absorta. Lo sabía y no lo sabía. De hecho no es la primera vez que este tipo cosas me pasa. Fue una pequeña epifanía para mi primer tema. Y no es que no hubiese empezado a escribir cosas. Pero aún sonaban a mi antiguo yo. Por primera vez siento que Alma Wright puede escribir algo propio sin que pueda tomarse como un calco de Alexander Collins. Tomé un bolígrafo y anoté en la esquina de mis apuntes el título de la que sería mi primera canción "Te amo tal y como eres".  Me sentí feliz de tener un norte. Natasha se acercó, esforzó un poco la vista, luego me miró y puso un dedo indicándose. Yo dudé un segundo, primero asentí, después negué y al percibir la mirada de mi maestro agaché la cabeza un instante, luego me giré hacia Nat y murmuré, "te explico después". Mi rubilinda hizo una mueca de descontento, imploré juntando mis manos y vocalizó un "okey" desganado. Un rato después el timbre sonó al fin y pude a decir "gracias Dios, un día menos en Lincoln, solo me faltan como mil días más de esto". 

Me dirijo al estacionamiento, pues sé que vendrán a recogerme de Mundo Amazonas. No es que tenga prisa, pero prefiero resolver este asunto lo más pronto posible. Tengo muchas ganas de tomar mi vieja libreta y anotar en ella el título de mi nueva canción. Es casi un ritual para mí. Antes de siquiera escribir un verso, tengo que dejar en ella una prenda de lo que será mi nueva creación. Puede parecer tonto, pero es algo que ya me ha dado suerte. 

Víctima IndefensaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora