Extra #03: Mi amigo Alex

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Jacksonville, primavera 2018

La escuela es fácil, lo difícil son los niños que solo buscan problemas. A veces quisiera que el tiempo fuera más rápido, sobre todo en los descansos. Me cuesta mucho integrarme. Por más que lo pienso, tengo miedo al rechazo. Soy una buena niña, nunca me porto mal, pero aun así daría lo que fuera por ser un poco más segura de mí misma, tal como mi hermano Franco. Es un as, en la escuela todo el mundo lo admira, todos quieren tener su popularidad. Yo no deseo tanto, solo quisiera tener un amigo, tan solo uno. Alguien que me ayude a hacer mis días más llevaderos.

La primera idea que tuve para atraer amigos fue pensar que sí era una buena alumna mis compañeros se impresionarían y querrían acercarse a mí. Pero por el contrario solo he conseguido apartarlos, me miran como si fuese un bicho raro y a la hora de los juegos, casi siempre me escogen de último e incluso en algunas oportunidades me dejan completamente de lado. Aprendí a quedarme sola muy rápido. Lo que no estuvo jamás en mis cálculos fue que hubiese niños que quisieran aprovechar ese aislamiento para burlarse.

Nunca me lastimaron físicamente, pero me ha tocado descubrir que las palabras pueden ser tan dolorosas como la estocada de una espada. No es justo, solo tengo seis años, qué tengo de malo. No quiero seguir así. No quiero estar sola. Tengo que descubrir la forma de hacer, aunque sea, un amigo. Hace unos días escuché que mi padre le dijo a mi hermano Franco algo para intentar motivarlo a mejorar sus notas: "El conocimiento es poder".

Durante horas pensé en ello y en lo que tal vez debía significar. Se me ocurrió que, quizás debía observar cómo actúan el resto de niños a mí alrededor y puede que si consigo imitarlos, finalmente logre ser aceptada. Decidí esforzarme y empecé a darles halagos a las niñas que se acercaban a mí. Al comienzo me ignoraban, pero con el correr de los días, conseguí sentarme con ellas. Rara vez hablaba, me parecía suficiente gozar de su compañía.

Y eso sirvió por un tiempo. Hasta que cierto día un grupo de niños se burló de mis primeras gafas, empezaron a decirme muchas cosas, me sentía muy incómoda con su presencia. No podía alejarlos, así que solo rompí a llorar mientras el resto de niños reía. Tenía la mirada en el suelo, no podía ver a nadie a la cara, hasta que alguien tomó mis gafas y luego se puso frente a los niños que se burlaban de mí y dijo.

- ¿No sé por qué se ríen tanto? – cuestiona el niño mientras se pone mis gafas – esto está de lujo, ves las cosas con otro enfoque, todos se ven mucho más pequeños.

- ¿En serio Alexander? – consulta Bryan – seguro mientes.

- Ummm, puede que tengas razón – afirma mientras se quitaba las gafas y me las devolvía – sabes qué, tienes razón, ustedes siguen viéndose muy pequeños... deben sentirse valientes atacando a Julieta.

Sabe mi nombre.

- Estamos jugando con ella – le espeta Dylan.

- Pues van a dejarla en paz ahora mismo – afirma mientras da un paso adelante.

- ¿O qué? ¿vas a golpearnos? – le increpa Bob.

- Yo no quiero llegar a eso – murmura.

- Es obvio, te mueres de miedo, igual que la niña tonta que está detrás de ti – arremete Bryan.

- En serio le dices "tonta" a la más lista de la clase, creo que el tonto aquí es otro – dice Alex mientras les da la espalda y me da la mano.

- ¿Me acabas de decir tonto? – replica Bryan.

- Vaya no eras tan tonto – dice Alex mientras ensancha una sonrisa, lo que provoca un estruendo de carcajadas del resto de niños, incluidos sus amigos.

Víctima IndefensaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora