59. Malabares

163 8 60
                                    

22:00 | Sábado 26 de Octubre de 2030

Parece que Nati si tiene un propósito para vestirme así. No creo que lo haya hecho para humillarme, pues no tiene mucho sentido, sé que ella no es así. Debe ser algo más. Siendo honesta, no me molesta, pues mi rubilinda me está haciendo sentir cómoda, siento que me cuida como si fuera un tesoro. Luego de un rato accede a que me quite el vestido y me ponga un camisón para dormir. Ella hace lo mismo, finalmente quedamos una frente a la otra con los cobertores sobre nuestras cabezas. No se filtra ni un solo rayo de luz. Aunque no nos vemos sabemos que jamás estaremos más protegidas que en esta pequeña oscuridad. Me acuno sobre su hombro mientras Nati acaricia suavemente mi cabeza.

- Nati... - murmuro.

- ¿Sí preciosa? – consulta.

- En verdad no quise burlarme de ti hace rato – señalo con verdadero tono de culpa.

- Está bien, sé que tú jamás harías eso a propósito – comenta con tranquilidad.

- Puedo preguntarte algo – inquiero.

- Claro que sí, lo que tú quieras bebé – señala en un tono maternal.

- ¿Por qué me hiciste vestir... como una niña? – consulto después de un ligero titubeo.

- ¿Quieres que sea totalmente honesta? – replica con suavidad.

- Sí, por favor, solo quiero entenderte – musito.

- Bueno, pues amo la ternura y la fragilidad que irradias cuando te veo así – confiesa.

- Pero, eso es algo que acabas de descubrir – sostengo – antes te atrajeron otras cosas de mí.

- Obvio que sí preciosa, tu determinación, amabilidad y fuerza de voluntad fueron las primeras cosas que noté en ti, definitivamente fueron ellas las que comenzaron a atraerme – sostiene – pero eso me hizo pensar en que había muchas otras cosas en ti que no conocía, como por ejemplo lo tierna y vulnerable que te veías la primera vez que te quedaste dormida junto a mí, en un viaje de regreso a casa, después de uno de tus primeros entrenamientos.

- Vaya, nunca había reparado en eso – farfullo.

- Sé que no eres una niña – alega – pero me encanta verte así.

- No sé qué decirte bebé – contesto.

- Creo que sí lo sabes – dice mientras acaricia mi rostro – creo que intentas dejar esa parte tuya detrás por... miedo a recordarla.

- Mamá – musito mientras intento imaginarme lo que debería sentir.

- Sé que tú tía y tus primas te quieren y te cuidan – interviene ante mi silencio – pero por mucho que te quieran puede que nunca te sientas igual que como con tu mamá.

- Lo sé – farfullo – mis primas siempre han sido como mis hermanas y mi tía es muy parecida a mamá.

- Entiendo eso, seguro es muy buena, pues mis padres la tienen en una alta estima – sostiene – pero puede que nunca más tengas la oportunidad de sentirte como una niña.

- Es algo con lo que tengo que vivir – replico con la voz ahogada.

- No – masculla – no quiero que cedas tan pronto, quiero mantener fresca tu versión de niña todo el tiempo que sea posible.

- Nati, sé lo que intentas y te lo agradezco – musito.

- No Alma, sin peros – sentencia y luego entre sollozos me suplica – no me quites la oportunidad de hacerte feliz, de ayudarte a llenar el enorme vacío que debes sentir.

Víctima IndefensaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora