XXVIII: Robo del alma

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//Ahora mismo nos encontramos en el final de Kuroshitsuji II, donde Alois y Ciel hicieron el contrato con Hannah y los demonios peleaban por quién se quedaba con el alma de Ciel//

Los dos chicos hablaban, mientras sus mayordomos peleaban a muerte por el alma de Phantomhive.

—Qué estupidez —dijo Ciel—. ¿A qué viene un duelo de demonios?

Alois rió levemente.

—Es gracioso, ¿verdad? Dos hombres hechos y derechos abocados por la desesperación.

—Alois...

—Si se cumple mi deseo, lo más seguro es que muera y que Hannah devore mi alma. Entonces, te devolveré este cuerpo.

—Este cuerpo, ¿eh?

—Te he tratado mal, Ciel. Pero a ti te queda Sebastian, y también Claude. Considéralo un castigo por tener un alma tan exquisita.

—¿Que me quieren? ¡Qué asco! —las palabras de Ciel sorprendieron al rubio—. No comprendes a Sebastian. No sabes cómo actuará cuando conozca los términos del contrato...

Pues los términos del contrato eran que Ciel Phantomhive se convirtiera en un demonio, por lo que su alma sería imposible de devorar...

。。。

—Seré yo quien hunda los dientes en el alma de Ciel —decía Faustus mientras peleaba con el otro demonio.

Batallaban con aquella espada que guardaban dentro de Hannah, la cual era capaz de matar a un demonio.

La batalla continuaba, ninguno de los dos demonios parecía tener más posibilidades de salir ganador, los dos estaban igualados.

。。。

—Lo que me resta de vida... es sólo para ver que él devore mi alma —dijo Phantomhive—. Eso se irá al traste gracias al contrato que he hecho con Hannah. Esos demonios son dignos de lástima. Una batalla en la ignorancia... Sin saber nada, aunque uno gane, lo que obtendrán al final...

。。。

Ciel y Alois ya habían permanecido callados un buen rato, por lo que Alois pensó en romper el silencio en ese momento de tensión.

—Ellos no parecen llegar a ningún lado, ¿no crees? Esta batalla es absurda, además de no traerles beneficios al ganarla.

Él ya no obtuvo respuesta.

—¿Ciel? —preguntó para ver si podía escucharlo—. ¿Estás aquí...?

Como los dos habían estado espalda contra espalda, no se habían visto mutuamente. Trancy volteó a ver y... Ciel ya no estaba.

¿Se habrá ido? ¿Cómo y a dónde pudo haberse ido?

—¡¿Ciel?! ¡¿Dónde estás?! —preguntó desesperadamente—. ¡Hannah! No... ¡Claude! ¡Claude! —llamó.

La pelea seguía. Sin embargo... ese demonio fue capaz de escuchar el llamado de su amo.

—Mi señor... —dijo.

—No te distraigas a medio baile, Faustus —dijo Sebastian.

—Mi señor... me llama.

Claude salió del lugar de donde estaban peleando y Sebastian lo siguió. Llegó con su amo y dijo:

—¿Qué sucede? ¿Por qué ha llamado con tanta desesperación?

—¡Es Ciel! ¡Desapareció!

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora