EPÍLOGO: Mi Samantha... (Parte 1)

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Narra Alois:

Un demonio despreciable. Una perfección desagradable. Una mirada repulsiva. Una voz aburrida. Una actitud molesta. Unos ojos que, a pesar de ser cubiertos por cristales, eran los más horribles que alguien pudiese ver jamás.

Así era mi mayordomo.

Así era Claude Faustus, el infeliz demonio que ahora estaba parado frente mío esperando que yo dijera lo que él quería escuchar.

"Estoy listo, Claude", "Alcancé la felicidad por fin, Claude", "Cómeme ya, Claude", "Zámpate mi alma a más no poder, Claude", "Entierra tus asquerosos dientes en mi pobre alma, Claude".

Por eso el silencio, ¿no? Quería que yo dijera "voluntariamente" todo eso. Claro, él quería a una Samantha. Él quería un humano con su deseo cumplido, uno que le ofreciera su alma en ese mismo instante por su propia voluntad.

Pero reitero; los casos son diferentes. Samantha, mi Samantha, fue sincera en todo momento. Ella alcanzó su deseo, alcanzó la felicidad, porque su demonio hizo bien su trabajo, y por eso obtuvo su recompensa.

Pero, por todos los cielos, ¿tú, Claude? ¡Ja! ¡Piensas que te daré lo que no me diste a mí! Espero y sigas con tus ilusiones y te aferres a ellas hasta que te hagan daño, hasta que te hieran como lo estás haciendo conmigo ahora mismo.

Parecía que él no iba a decir nada, así que tendría que hacerlo yo por él.

—¿Se te ofrece algo? —le pregunté.

Él me siguió viendo de la misma manera, sin que una sonrisa siquiera se asomara. Una sonrisa era lo más lejano que podría ocasionarse en este momento; tanto para él como para mí.

—Nada, Mi Señor —contestó después de un rato.

Por supuesto, no se atrevía a decir directamentamente lo que quería.

Estúpido, miserable y cobarde demonio.

Ahora Claude permanecía completamente quieto como antes. Una sola nota de voz salía por sus cuerdas vocales, parecía que ni parpadeaba. Ni siquiera parecía que corriera sangre por sus venas.

Más que no estar con una persona, parecía que no estaba con nadie. Estaba solo.

Solo con este demonio. O sea más que solo, ¿no? Así estuve antes que Samantha estuviese en mi vida...

Y ahora de nuevo estaba solo.

Solo a pesar de estar rodeado de miles de personas en este extenso salón. Solo a pesar de que se suponía que todas estas personas estaban presentes por mí.

Y por Samantha...

No lo soportaba más. Samantha se había ido... para siempre.

—Ya es tarde, ¿no es así? —le pregunté a Claude, expresando toda la tristeza que sentía.

Dejé de lado mi odio por él para pensar en cosas más importantes como lo era mi Samantha. Incluso no me importó haberle hecho esa pregunta a mi mayordomo... La tristeza me consumía.

—Por desgracia, lo es —respondió él, cerrando los ojos.

Miré a mi alrededor.

No era justo; todos estaban felices. La mayoría bailaba mientras otros conversaban y, parte de ellos, riendo a carcajadas.

¿Por qué todos reían? ¿Por qué yo era el único triste ahí? ¡¿Por qué sólo yo?!

—Tonterías —dije después de chasquear la lengua. Claude me vio confuso—. ¡Vamos, Claude! ¡Samantha no se irá de mí, no lo hará!

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora