2 de diciembre. 10:45 de la noche.
Un enorme árbol de pino se había colocado junto a las escaleras en el salón principal de la mansión de la condesa Samantha Harrelson. Los sirvientes de la mansión aún estaban en el proceso de decorarlo, pues la mayor parte del árbol estaba desnudo todavía. La ama de llaves temblaba nerviosa en lo más alto de una escalera mientras colocaba esferas brillantes en las ramas del pino.
Bard intentaba mantener la escalera quieta por los estrambóticos movimientos de Mey-Rin.
—¡Mey-Rin, ten cuidado! ¡No te caigas! —decía por el miedo de que terminara armando un desastre, como era costumbre.
—¡N-N-No! ¡Y-Ya termino! —respondió la sirvienta, aunque se le dificultaba el simple trabajo de poner adornos sobre un árbol.
Ya había llegado el mes de diciembre, y estaba por celebrarse una de las festividades más importantes del año; Navidad. Samantha estaba feliz por poder celebrar esas fechas con la gente que más quería, pues antes no le hallaba mucho sentido cuando era una solitaria huérfana en un orfanato.
La condesa acompañaba a los torpes sirvientes a decorar la mansión, y Sebastian se aseguraba que nada extremo ocurriese.
Samantha estaba sentada en los escalones mientras miraba los bonitos adornos de las esferas que se pondrían en el árbol.
—No pensé verla tan feliz por una festividad, Ojio-chan —dijo Sebastian, quien tomó unas tiras de bricho navideño para colocar en las barandas de las escaleras.
—Me parece emocionante —contestó ella, sonriendo—. También celebraban la Navidad en el orfanato en Alemania y a veces daban regalos, pero nunca la pasé realmente bien. Pero sé que ahora será diferente, me encantará celebrar con Alois.
—¡El señorito Trancy realmente hace feliz a Ojio-chan! —dijo el jardinero con las mejillas levemente sonrojadas.
Samantha rio.
—Sí que es así... Nunca antes había celebrado yo el día de San Valentín, y con él la pasé de maravilla. Estoy segura que ahora en Navidad será mucho mejor.
—Ah... —suspiró Bard—, el amor juvenil. Seguramente irán a jugar en la nieve hasta que les dé bastante frío y entren a la mansión por una taza de chocolate caliente.
—¡Mientras están juntos frente a la chimenea y se cuentan historias navideñas! —complementó Mey-Rin, quien también se había emocionado junto a ellos.
Todo lo que ellos mencionaban se volvía una escena mental para Samantha. Siempre pasaba bellos momentos con su prometido, eso era un hecho, y eso hacía que siempre hubiesen esperanzas para armar nuevos recuerdos.
Aunque se sentía bastante unida con él, sabía que las festividades eran una oportunidad para que estuvieran... aún más unidos el uno con el otro.
—Mey-Rin, termina de colocar las esferas y ten cuidado al bajar —indicó Sebastian.
—¡S-Sí! —ella ya había acabado, y bajar las escaleras con piernas y brazos temblorosos sería difícil.
—Ojio-chan, siento interrumpir, pero es bastante tarde y usted debe ir a dormir.
—Pero Sebastian... Mey-Rin, Bard y Finny aún no terminan de decorar, y quiero ver el resultado final.
—Me temo que iniciaron bastante tarde y no terminarán pronto. El clima también puede ser dañino para su salud, my lady; por favor, acompáñene a su habitación —dijo esto último con una mano en el pecho y una adorable sonrisa en el rostro.
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El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]
FanfictionEl demonio Sebastian Michaelis es mayordomo ahora de un nuevo amo; mejor dicho, una nueva ama... Su nombre es Samantha Harrelson, una chica de trece años con cabello castaño y ojos verde esmeralda. Hizo un contrato con este elegante mayordomo a camb...